Solo ||Valt Aoi||

Evitar

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–Bueno...–se acercó un poco al oído de Free, puso su mano a un lado de su boca y suspiró ñ un poco–Yo...–

Lo tenía demasiado cerca, no iba a desaprovechar aquella oportunidad. Miro los labios del peli-azul y sin dudarlo dos veces, lo beso.
Los ojos de Valt se hicieron pequeños por el asombro, no sabía que hacer. Se estaba comenzando a sentir incómodo.
Empujó con delicadeza al rubio y salió corriendo.

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Estaba confundido, ¿Qué había pasado? No lo sabía con exactitud, pues todo había pasado muy rápido.
Se sentó en el pasto, flexiono sus piernas y las abrazo.
Era tan extraño y difícil de expresar aquel sentimiento que le causo aquel beso. No, no volvería a caer en lo mismo otra vez.
Lo que más le costaba era decidir con quien quedarse. Podría elegir al albino, pues lo conoce desde hace ya bastante tiempo, pero lo aparto, también estaba Free, pero ni siquiera sabía lo que sentía hacia él.

–Hola–susurró el albino–Vine a hablar contigo–

No estaba preparado para hablar con su amigo, así que por el momento, tendría que evitarlo a toda costa.

–No me siento bien–se excusó, aunque tampoco quería decirle una mentira, trató de recordar las palabras de un personaje de una película que había visto hacía ya unos meses y la usaría para salir corriendo.

–¿Pasa algo?–preguntó el de ojos carmesí con preocupación a su amigo.

–No sé que esta pasando–quería reírse, pero debía aguantarse, sabía que si lo hacía no podría ≫Evitar≪ al albino–No sé que... Que esta...–

–No me quiero ir, no me quiero ir; Shu–miró hacia otro lado para que el albino no notará que estaba a punto de explotar de la risa–Por favor... No me quiero ir, no me quiero ir, no me quiero ir... Lo siento–

Y nuevamente, salió corriendo, dejando a un Shu con algo de confusión en el rostro.
Era algo obvio, el peli-azul no quería hablar con él. Lo entendía perfectamente, no se iba a quejar ni le iba a reclamar; al contrario. Lo acepto, tuvo que hacerlo... Aquel beso le había dejado muy en claro que Valt ya era feliz con alguien más.

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Había llegado a su casa, como siempre saludó a su mamá y se sentó a comer junto con sus hermanos.

Al terminar subió a su cuarto y se acostó en su cama.
Miro el techo y se puso a procesar todo lo que había pasado anteriormente, llegando al punto de ponerse rojo y sacar humo por sus oídos.

–¿En qué estará pensando?–preguntó Toko.

–No lo sé–respondió Nika.

El de cabellos azules como el cielo se acerco a su hermano y le dio un pequeño golpe con una almohada que estaba tirada en el suelo.
El mayor salió de su trance y miró a los gemelos, les mostró una sonrisa y se rascó la nuca algo avergonzado.

–¿Qué tienes, Valt?–preguntó nuevamente el pequeño.

–Sabemos que algo te pasa–asintió la peli-rosada.

Suspiró un poco, merecían saberlo. Al fin y al cabo son su familia, lo entenderían y lo aceptarían.

–¡Niños!–gritó la madre de los tres chicos–¡Su padre ha venido de visita!–