prólogo

41.2K 2.5K 472
                                    


En la mansión de los Brown, una doncella corría por el largo pasillo con una carta en mano. Su moño, que estaba tan bien recogido, botaba de un lado a otro mientras se le deshacía y dejando pequeños mechones caer por su rostro. Llegó a la puerta del salón y sé detuvo. Picó, se oyó un adelante de la voz de su señora, una voz autoritaria pero dulce. La doncella, entró

- mi señora - hizo una leve reverencia - una carta de la casa real

Beatrice Brown, elevó la vista con ambas cejas levantadas por la sorpresa. A sus cincuenta y tres años, todavía parecía una joven en busca de marido. Sus grandes ojos azules y sus cabellos dorados, la hacían aparentar treinta y no su edad real - gracias Anita - cogió la carta y dejó a un lado la tela con dibujo que estaba tejiendo. Empezó a abrir la carta...

Queridos señores Brown,

Desde la casa real y con la invitación pedida exclusivamente por nuestra queridísima Reina Agatha, sé les invita a ustedes y a sus cuatro hermosas hijas, al baile inaugural de la temporada.
Esperamos su contestación inmediata y esperamos que puedan asistir.

ATT. Casa Real

Beatrice, agrandó los ojos como platos al leer ' temporada'. Ya habían pasado los meses de verano? _ dios santo! Y qué le digo yo a las niñas?! _ pensó la pobre mujer.

Había que aclarar, que sus hijas, habían echo lo imposible para no casarse desde que cumplieron cada una la mayoría de edad...

Jane, la mayor, tenía recién cumplidos los veinte años. Llevaba cuatro en temporadas y siempre conseguía que sus pretendientes no llegaran a cruzar el umbral de la gran puerta de su gran casa. Cosa, que pasaba exactamente con las otras tres hermanas. Beth de diecinueve años, Amelia de dieciocho y Scarlett de diecisiete años.
Las cuatro, desde pequeñas, se juraron no casarse nunca y menos sin amor, como en los libros que leían. Por ello, siempre hacían que sus pretendientes, que no eran pocos todo hay que decirlo, desecharan la idea de hablar con su padre.

Beatrice, pensó en su marido. El conde Ronald Brown. Era un hombre de cincuenta y ocho años con ojos negros. Su pelo, ya mostraba signos de la edad, pero aún así, mantenía la porte de un hombre que había luchado junto al rey en la batalla contra Francia e Irlanda. Sus hijas, le hacían envejecer cada vez más. Cómo no iba a hacerlo? Si cada vez que veía a un muchacho intentar entrar en la mansión, se lo encontraba segundos después corriendo porque, uno - o los perros le mordían el trasero, dos - le caían agua helada o lodo en la cabeza,  o incluso salir en llamas con una gran llamarada de humo en sus traseros.

Cerró instantáneamente los ojos, al abrirlos, sé levantó despacio y con carta en mano, salió del salón y empezó a andar por el pasillo para ir al despacho de su esposo. Al llegar a la puerta, cogió aire y sin llamar, entró - buenos días querido - sonrió lo más ampliamente posible

Ronald, al escuchar el tono de la voz de su mujer, pensó en todas las cosas posibles que podrían haber pasado. Una - sus hijas le habían echo algo otra vez al cocinero, segunda - sus hijas habían soltado otra vez a los caballos, tercera - sus hijas, habían echo algo... levantó la vista de los papeles que tenía delante y miró a su esposa - qué han echo? - preguntó mientras soltaba aire

Beatrice, lo miró sin sorprenderse, era lógico qué le hiciera ésa pregunta. Siempre que lo interrumpía en el despacho era por ellas o por algo muy urgente - por ahora nada querido - sé acercó a la mesa ante la atenta mirada de él y se sentó en la silla que la hacía estar cara a cara a su esposo - toma - le entregó la carta

Cuatro Hermanas 'JANE' #1 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora