IV

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Nitori no supo en qué momento pasaron de estar besándose de pie a estar recostados sobre la suavidad de la cama. Lo que sí sabía era que, al parecer, lo que tanto anhelaba por fin iba a suceder.

Rin se cernía sobre él dándole besos que no estaban siendo profundos, no aún. Eran suaves, solo presión y roces delicados, sus labios fundiéndose entre sí, pero sin llegar a adentrarse por completo.

Ahora, el más alto, se apoyaba con sus antebrazos a ambos lados de la cabeza del menor y su rodilla izquierda sosteniendo su peso entre las piernas del más bajo. Éste, al tomar más confianza, deslizó sus manos subiendo por el pecho contrario hasta hundirlas en el suave cabello color vino de su senpai, al mismo tiempo abrió su boca ligeramente queriendo profundizar el beso.

Se avergonzó un poco por ese pensamiento, pero al sentir como la lengua contraria lo invadía supo que lo valió.

Antes de llegar a un beso "así" de profundo, nunca había sentido la necesidad de emitir algún sonido o jadeo en un beso, pero ahora, sintiendo como aquel músculo viscoso exploraba su cavidad bucal y presionaba con ahínco sobre su propia lengua no pudo evitar soltar un gemido, que si bien había sonado quizá muy agudo para su gusto, al parecer había encantado al mayor, puesto que éste soltó un profundo suspiro y se adentró aún más en su boca, claro, si eso era posible.

Los minutos pasaban mientras los chasquidos y sonidos de sus bocas degustándose llenaban la habitación, además de sentir el ambiente cada vez más caliente por el constante roce de sus cuerpos entre sí, incluso aún con la ropa puesta.

Rin tenía calor, quizá demasiado calor para solo unos cuantos besos húmedos, pero ese era el poder que Nitori tenía sobre él.

Con solo tener su boca contra la suya ya le hacía sentir en éxtasis; su cuerpo, su voz y la forma en que enterraba sus dedos tan deliciosamente en su cabello lo estaban volviendo loco.

Por eso no pudo evitar separarse de manera abrupta del beso al sentir sus manos picar ante el deseo de tocarlo.

— ¿Qué pasa? —dijo el ojiazul, algo ido por la intensidad de los besos y con los ojos entrecerrados.

— Yo no-...no quie-...—el de orbes rubí se quedó en silencio un momento ordenando sus pensamientos y prosiguió luego de soltar un pequeño suspiro. —¿P-puedo tocarte?

El menor parpadeó dos veces con las mejillas ligeramente encendidas, un poco perplejo y luego soltó una risita.

— Claro que puedes —sonrió para él y eso solo puso al contrario más nervioso.

— P-pero, uhm... ¿cómo debería...— el menor bufó aun sonriendo y tomó la muñeca del contrario poniendo su mano justo en su cintura.

— Este es un buen comienzo — el dueño de la mano se quedó completamente tieso un par de segundos antes de volver a enfocar en el rostro de su amante. —Ahora ¿te quitas tú la sudadera o prefieres que lo haga yo?

Aún con duda y un poco de shock por lo "desvergonzado" que estaba siendo Nitori, se quitó la sudadera y la tiro en el suelo volviendo lentamente a su posición anterior, encima de él, ahora con una mano presionando levemente su cintura, dejando que, otra vez, el peligris lo tomara por la nuca y retomando lo que hacían.

Sintió como la mano del menor se apoyó encima de la suya y la guiaba lentamente hacia su torso desnudo, tratando de hacerle entender que estaba bien tocarlo de esa manera.

Rin tomó un profundo respiro y despejando su mente de pensamientos negativos empezó a delinear su abdomen y pecho, deslizando la yema de sus dedos desde la curva de su cintura hasta poco más arriba de los pectorales y volviendo a bajar por el medio hasta rozar su vientre plano, dejando caricias allí, esperando que estuviera bien para el contrario.

El Mejor Error (Rintori) // Free! // (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora