La Hija del Sicario

CAPITULO 4

Pasado el funeral, los primeros seis meses intenté seguir con mi vida normal.

No mire a Diego en todo ese período de tiempo, y me oculte en mi casa.

Pero ahora mi mentalidad era distinta, ahora en lo único que pensaba era en la muerte de mi padre.

El dia que exactamente se cumplían seis meses de su muerte, llegó a mi casa un paquete sin remitente, al abrirlo, había una rosa roja acompañada por una nota:

Te envío una flor, para tu tumba.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, no sabía que hacer o que pensar, necesitaba seguridad.

Mi madre no estaba en casa, a sí que en este preciso momento no podía contar con ella, bueno, a decir verdad, desde la muerte de mi padre que no teníamos mucha comunicación.

Ella se la pasaba llorando, encerrada en su habitación, o fuera de casa.

Mi cuerpo se tensó de una manera que nunca había sucedido, no sabía que pensar, que hacer o con quien contar, comencé a pensar en el porqué, ¿por qué mi papá se había involucrado con ese tipo de personas? ¿Qué pasaría ahora? ¿Solo estaríamos corriendo de un lugar a otro a escondernos? Son preguntas que ahora ninguna tenía respuesta.

Tome mi mochila del sofá y salí de la casa.

Sin darme cuenta, estaba en un mar de lágrimas, era como si resbalaran por todo mi cuerpo, me estaba absorbiendo el miedo, no sé en qué momento comencé a correr por la calle, hasta que llegue a un callejón obscuro, me adentre en él a lo más profundo y me derrumbe, no podía conmigo, necesitaba alejarme por completo de aquí, pero no podía hacerlo sola, necesitaba a mi mamá, no podía dejarla aquí.

Aunque era imposible, mi madre se rehusaba a abandonar la ciudad, porque al parecer mi padre nos trajo aquí por algo.

Claro que nos trajo por algo, para ponernos en peligro, en este momento no podía hacer otra cosa más que ver al cielo, y reprocharle tantas cosas.

Desde el porque mi padre había tomado malas decisiones, hasta el porqué había muerto y nos había dejado desprotegidos.