CAPITULO 11.

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Mauricio Sanz

No sabía si había hecho lo correcto, a decir verdad me estaba arrepintiendo de traer a Sonia a este lugar, es tan solo una niña.

Pero que podía hacer yo si Óscar pidió exactamente que la trajera a ella, no sé por qué era tan importante para él.

Pero yo sentía la necesidad de protegerla y eso iba a hacer, pase lo que pase ella estará bien, no le pasará nada.

Se lo prometí a su padre; tenía una deuda con el y la tenía que cumplir.

— Mauricio — Me llamo Óscar desde su despacho— Ven, necesito platicar contigo.

— ¿Qué pasa? — Espete acercándome a él.

— Estoy a punto de ir a hablar con Sonia — En su rostro se dibujó una pequeña sonrisa — Solo le daré la pistola de Francisco y espero que la aprecie tanto como yo.

— Óscar, creo que es muy apresurado. — Mencione observándolo sin bajar la mirada — Apenas llegaron y si observas es la más pequeña del grupo.

— Sabes Mauricio — su rostro se volvió impredecible — No tengo que darte explicaciones las cosas se hacen como yo diga y si alguien no se acopla pues lo siento.

— No sé que tratas de hacer con ella — Dije frunciendo el ceño — Pero espero te des cuenta pronto que es tan solo una niña y mira como la ha tratado la vida.

— ¿Qué pasa hijo? — Suspiro como si estuviera cansado — ¿Por quién me tomas?, ¿Acaso no te recogí yo cuando te quedaste completamente solo?

— No tienes por qué sacar ese tema —Enarque una ceja — Estoy muy agradecido contigo y lo sabes.

— Ya me canso esto. — aviso saliendo del despacho. — No quiero continuar.

Sabía que si Sonia recibía el arma cosa que estaba seguro de que haría; la vida le cambiaría y yo no quería que estuviera involucrada en esto.

Era muy pequeña.

Estoy de acuerdo que yo no soy un hombre muy maduro, pero tengo 18 años y ella...

...Ella tan solo tiene 16.

Cuando la veía no podía pensar en otra cosa más que en su padre, el último día que nos vimos él me dijo que ella era la luz de sus ojos y que si algo le pasaba la protegiera a toda costa.

Yo le debía mucho a Francisco y era la mejor manera de pagarle; protegiendo a su hija.

No permitiría que nada malo le pasara.

Salí de la habitación tratando de alcanzar a Óscar, pero ya se había perdido en la casa.

Toque la puerta de una de las habitaciones y me encontré con Camil.

— Mauricio — Hablo de manera forzada. — ¿Se supone que me tengo que quedar aquí adentro?

— Puedes hacer lo que quieras. — Explique cortando la conversación.

Salí de ahí lo más pronto que pude hacerlo y cuando estaba a punto de abrir otra de las puertas logre escuchar adentro a Óscar hablando con Sonia.

— Eso dalo por hecho Sonia.

— Fue lo único que logre escuchar y abrí abruptamente la puerta.

— Óscar — Dije sin pensarlo — Necesito hablarte de algo importante.

Observe a Sonia quien se encontraba sentada sobre la cama y tenía esa pistola que tantas veces había visto sobre sus manos, no quería ser muy obvio con mi mirada así que trate de rodar los ojos para volver la vista hacía Óscar.

— Creo que puede esperar. — Vocifero directo. — Estoy en algo importante y tú no debes estar aquí.

Volví a mirar a Sonia que estaba realmente atraída con el arma, la tocaba suavemente y leía las iniciales que tenía grabadas sobre las cachas.

Le lancé una mirada neutra a Óscar y salí deprisa de la habitación haciendo sonar la puerta de golpe.

Camine hacia el jardín y cuando me encontraba en él fui hacia donde estaba un rosal rojo enorme.

Inmediatamente recordé a mamá y solté un suspiro, la extrañaba y mucho.

Mi padre y Óscar eran buenos amigos por ende mamá, mi hermana y yo veníamos mucho a esta casa.

Mamá le había regalado a Juliet, la esposa de Óscar un pequeño rosal rojo y ella había ordenado que lo colocaran en la parte más vistosa del jardín.

Cuándo mi familia murió aquella noche de abril Óscar me acogió en su casa y desde entonces me cuido como un hijo, siempre que tenía oportunidad me recordaba que yo era igual de importante para él que sus hijos.

Cuando me sentía triste o muy enojado venía al jardín y observar las rosas me hacía tranquilizarme pues me hacían recordar a mamá.

Recordé que ella siempre tenía una rosa roja en su buro pues decía que le daba buena suerte, siempre dijo que algún día me contaría la historia de tal amuleto, pero no pudo hacerlo.

Solté un chillido al aire cuando alguien hablo a mis espaldas.

— Mauricio. — Increpó Mini Lic. —Tenemos un problema la casa donde se encontraban los otros chicos fue expuesta y nuestra gente de la policía dijeron que tenemos exactamente tres horas para dejarla vacía porque ya están preparando una operación.

— ¿Qué? — Cuestione enseguida. — ¿Quién demonios reveló la ubicación? Es la tercera casa de seguridad en este mes, no sé que está ocurriendo.

Él solo asintió con la cabeza.

— Junta tu equipo y trae a todos a salvo. — Le ordené con firmeza. — Vete ahora ¿qué estás esperando?

A medida que él se alejaba sentía mi cuerpo hervir de la ira cada vez más.

Había un soplón entre nosotros y yo iba a averiguar quien era y cuando lo hiciera personalmente iba a hacer que pagará una a una todas las que no había jugado mal.

— Mauricio. — Grito Óscar caminando hacia mí. — ¿Qué cosa es tan importante?

— La ubicación de la casa de las lomas fue expuesta y necesitamos mover todo. — Le espeté en la cara. — Pero no hay tiempo, según el informante solo tenemos tres horas. Solo nos da tiempo de sacar a la gente todo lo demás estará en manos de la DEA dentro de poco así que dalo por perdido.

— ¿Qué estás diciendo? — su semblante se endureció. — Tenemos que averiguar quien es el maldito bocón de una vez por todas, le dije a Edwin que se encargará de esto, pero como siempre veo que es muy difícil para él.

Edwin era el hijo mayor de Óscar, lo que lo convierte en mi hermanastro, era tan solo dos años mayor que yo, pero siempre se comporta muy inmaduro.

Regularmente va a bares y clubes, cada noche se le ve con distinta chica le ayuda mucho su físico y su cara bonita.

Es un chico flaco, pero sus abdominales están muy trabajados, su piel es totalmente blanca y sus ojos color ámbar tienen algo hechizante con las mujeres, pero su cabeza está hueca y lo único que sale de su boca son promesas y chistes malos, pero aunque es un completo imbécil es mi mejor amigo.

— No es fácil. — replique. — De ahora en adelante yo le ayudaré y averiguaremos quien es el que está pasando la información.

— Lo dejaré en tus manos. — Óscar se posicionó frente a mí y dio un vistazo a las rosas. — Jamás he querido cortar esas rosas, me recuerdan mucho a Juliet y a tu madre. — Reveló.

— Lo sé. — Respondí seco.

No me gustaba expresar mis emociones y había trabajado en ello desde hace años, pero había ocasiones que mis recuerdos me inundaban de tal manera que me hacían mostrar tristeza en mi rostro, así que prefería alejarme en ese instante y eso hice ahora.

Entre de nuevo a la casa dejando a Óscar en el Jardín y subí las escaleras para adentrarme al corredor, al fondo se encontraba mi habitación, entre y me derrumbé en la cama.

No era muy tarde, pero había sido un largo día así que decidí dormir.

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2021 ⏰

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