CAPITULO 6

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No encontraba mis converse por ningún lado, estaba vuelta loca. Mi mamá había salido de casa y no llegaría hasta tarde, mis dos hermanos también habían salido. Estaba completamente sola.

Escuche el timbre de la puerta y me puse nerviosa, estaba casi segura de que era Diego, no se por que pero me ponía nerviosa.

Corri rápido a abrir y para mi sorpresa no era Diego, de hecho no era nadie.
Solo había una rosa junto con un sobre negro.

No, no otra vez, esto no puede estar pasando, no hoy.
Mi cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente, dejo de responderme por un momento, estaba parada frente al sobre, no quería abrirlo ¿o si? En realidad mi mente estaba confusa, no sabia que sucedia, no quería saber.

Tome el sobre y la rosa bruscamente, lo analice por un instante, voltee a ambos lados para percatarme si había alguien y no, no había nadie en la calle. Entre, aun estaba dormida una parte de mi cerebro, estaba en shock una vez más, como puede ser posible.

Pensé un instante en tirar el sobre a la basura, pero parece que mis manos entendieron lo contrario.
Abri el sobre y estaba una hoja doblada por la mitad.

"Sonia, ¿lograras completar la docena?, tu padre no podrá defenderte".

No sabia que pensar, al leer una y otra vez esas palabras me quebré en mil pedazos, mi mente colapso,me derrumbe sobre mi cuerpo y lagrimas comenzaron a salir de mis ojos.
Cuando menos pensaba estaba en un mar de lagrimas, no quería gritar, no quería que alguien me escuchara, tome la carta y me dirigí a la cocina.

En mi mente solo veía una y otra vez esas palabras pero ¿que significaban realmente?

No sabia que pensar, mi cuerpo aun no me respondia del todo, que había pasado, mis ojos estaban llenos de lagrimas y mis mejillas estaban rojas.

Encendí un cerillo y observe como el papel se consumía en el fuego.

El miedo comenzó a inundarme el cuerpo, subi a mi habitación, y rompi en llanto, solo a mi podían pasarme estas cosas, no sabia de que se trataba, tal vez era una broma de mal gusto, pensé por un momento pero no, nadie se atreveria a jugar así de sucio.

Quería llamar a mamá, contarle todo lo sucedido, pero era demasiado cobarde para hacerlo.

No quería que ella sufriera, tenia que aprender a sobre llevar las cosas por mi misma.

El llanto había cesado pero sentía mis mejillas calientes, por ello supuse que aun estaban rojas.

Escuche el timbre otra vez, tenia miedo salir y quiza encontrarme con mi verdugo.
Una voz en el fondo de mi cabeza decía que esta vez si seria Diego, al verlo tal vez correria a abrazarlo y rompería en llanto una vez más.
No Sonia, no puedes hacer eso, nadie debe enterarse de lo que acaba de suceder.
Corri a atender la puerta y lo vi, tenia puesta una gorra sobre su cabello y su mirada era escéptica.

-¿sucede algo?-pregunto mientras me analizaba con la mirada.

-No, esta todo bien-conteste tratando de sonar lo más relajada posible.

-bueno-dijo el un poco desconcertado- ¿estas lista?

-si lo estoy.

-¿piensas ir sin zapatos?-dijo con voz burlona.

No había recordado buscar mis converse, observe mis pies y vi mis calcetas coloridas.

-bajo enseguida-dije corriendo hacia las escaleras- pasa.

Tome los primeros tenis que encontré en mi cuarto y una polera negra que estaba sobre mi cama y baje deprisa.

Diego, estaba sentado en el sillón con una fotografía en sus manos, me acerque por detrás y lo vi, era mi padre junto a Gustavo, estaban portando un smoking negro, más negro que la noche y unas gafas obscuras, y su semblante frío, cualquiera pensaria que parecían salidos de la Película hombres de negro pero no yo, yo, y creo que Diego tampoco, al mirarme dejo la fotografía sobre la mesa de centro y se paro bruscamente.
Su mirada estaba vacía, no había una pizca de tristeza en su cara.
¿Acaso este hombre no siente? ¿Acaso no extraña a su padre? O es simplemente que ¿es un estúpido orgulloso y no quiere que le vean triste?

Me tomo de la mano y me jalo hacia la puerta. 

-vamos Sonia, es tarde- dijo apresurado.
Salimos por la puerta y mire su camioneta estacionada, el cristal se bajo y logre ver a alguien llamando con la mano.

Diego me abrió la puerta del copiloto y me indico que subiera, asenti con la mirada.
Ya adentro mis ojos se encontraron con la imagen de un hombre, yo lo conocía, pero no lograba deducir quien era.

-Hola Sonia -me saludo el con una sonrisa.

-¿ho-hola?-dije tartamudeando al observar que portaba un arma.
No podía apartar la mirada, un escalofrío recorrió mi cuerpo y un recuerdo llego a mi mente.
Mi padre cruzo la puerta de mi casa con una sonrisa infantil, yo corri a abrazarlo y choque con su mano,  cerro la puerta de golpe y sobre la mesa dejo un arma que tenían grabadas algunas letras: D.C.

No puede ser, no recordaba eso ¿por que?.

El chico rio sutilmente y se tapo el arma con la chaqueta, me lanzó una mirada vacía y entre murmullos dijo-estaras a salvo.

Todo se volvió incomodo por un segundo. Y el rompió el silencio.

-Sonia ¿no me recuerdas? Soy  Carlos.

-Hola Carlos,realmente no te recordaba.- dije honestamente.

Ahora lo hacia, era el chico del funeral, el que me entregó la carta de Papá

El hizo una mueca y solto una risita.
Diego subió y comenzó a conducir, no sabia a donde íbamos y no me atrevía a preguntar, no quería ser molesta.

Llegamos a un night club donde habia una fila enorme en la entrada, pero al parecer no les importaba, un letrero grande y lujoso estaba sobre la pared de este  UNDERWORLD.
Le entrego la camioneta al chico del valet parking y comenzamos a caminar todos juntos hacia la entrada, como si no hubiera nadie nos colocamos al frente de la fila y el hombre de seguridad volteo a vernos, abrió la boca para protestar, pero Carlos le dijo algo al oído, cerro la boca, hizo la cadena a un lado y nos permitió el paso.

Ya adentro observe todo, todo estaba perfecto, la canción de love me do de the Beatles sonaba fuerte, había mucha gente moviéndose al ritmo de la música, mire la barra de bebidas, y voltee mi vista hacia unas escaleras, Diego tomo mi mano y me dirigio a ellas. Un hombre robusto que resguarda a la cadena de ellas solo nos sonrio y nos dejo subir.
Arriba todo estaba diferente, era todo más sutil, había unos sillones enormes al rededor de unas mesas de cristal y una que otra luz incandescente.
Nos acercamos a una mesa donde habia otras personas, todas jóvenes al igual que nosotros a excepción de una mujer pelirroja, que tenia una mirada fría y controladora, su piel era blanca y sus ojos eran tan negros que si le veias de cerca podías reflejarte fácilmente en ellos.

-por fin- dijo una rubia rodando los ojos-¿donde estaban?

-Carlos rio y le lanzó una mirada asesina que hizo que la rubia cerrara la boca.

Me senti un poco incomoda ya que todos ahí estaban muy bien arreglados, tenían estilo y porte y yo, tan solo traía unos vaqueros ajustados, una polera negra, unos tenis sucios y el cabello entre recogido.

La pelirroja me miro detenidamente, deteniéndose en mis ojos.
- tienes los ojos de tu padre- dijo con una sonrisa tan falsa como sus uñas.

Lo sabia, todo el tiempo me lo repetían, todo el mundo decía lo mismo, tienes la cara de tu madre y los ojos de tu padre.

-Lo se- respondí.

No había pensado que al decirme eso quería decir que ella lo conocía.

-¿U-usted conoció a mi padre?-grite por qué la música subió el volumen.

- Claro Sonia, lo conoci, desde que llego aquí-dijo mirándome fijamente a los ojos- le hice varios favores y después el me los regreso.

¿Que significaban eso? ¿A que clase de favores se refería?

-Bueno, bueno-dijo Carlos cortando la conversación- a lo que venimos ¿no?

Eso me lleva a otro punto ¿a que venimos?

Diego me dio un golpecito en el codo que me hizo girar a verlo.
Solo me dio una sonrisa y me guiño el ojo.

La pelirroja se presentó como Britney y comenzó a hablar sobre una organización, en realidad no entendi mucho, solo que querían vengar la muerte de nuestros padres.

Esperen un momento ¿nuestros padres? ¿Mi padre no es el único que murió? ¿Que esta sucediendo?

La Hija del Sicario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora