Conflictos y Propósitos

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El tiempo se detuvo, debió hacerlo, pensó Hermione. De lo contrario no habría podido explicar el motivo de su aparente inmovilidad.

Debía ser eso o, quizás, todo se trataba de los inescrutables, distantes y fríos ojos recorriéndola, desviándose en su dirección,  centrándose únicamente en su presencia y, irremediablemente, haciéndola sentir envuelta en una extraña aura, una burbuja que la alejó de aquella habitación, ya que, probablemente, de otro modo encontrarse con él en ese lugar no tendría sentido.

Draco Malfoy intentó sonreír, tan engreído como siempre, pareció, también, querer decir algo, o tal vez todo era imaginación de Hermione, pero no pudo enterarse.  Su sola presencia le recordaba que a pesar de creerse preparada para cualquier cosa, todo era una mentira. Era imposible, pensó agitada.

Pero como si alguien volviera a colocarle los pies sobre la tierra la espalda de Harry se colocó frente a ella, buscando de algún modo alejar a Ron, todavía manteniendo el cuerpo de Draco contra el librero. Interponiéndose entre ambos, Harry continuó forcejeando hasta que finalmente, sin que Snape interviniera ayudándolo y conformándose con mirar todo como si la cosa no fuese con él, consiguió separarlos, dando traspiés hacia atrás, con Ron bien sujeto por sus brazos.

Este último, viéndose alejado de su presa, parpadeó confundido, mirando sobre su hombro a Harry como el causante de su arrebato no consumado al separarlo del que debía considerar el enemigo potencial.

— Déjalo— ordenó Harry duramente.

Una vez liberado, Draco se sacudió su elegante túnica ahora arrugada con hastío, dándole la misma mirada pedante y salpicada en odio a Ron, que tan solo hace unos años atrás le regalaba a Hermione cada que se cruzaba en su campo de visión. Algunas cosas nunca cambiarían.

— ¡Es él de quién debemos cuidarnos!— bramó Ron, de nueva cuenta conmocionado por la pasiva actitud de Harry.

Draco sonrió con sorna al escucharlo, pasando por su lado y derrumbándose en el asiento al lado de Snape con toda la galantería que le quedaba.

—Créeme, Weasley, si quisiera acabar contigo lo habría hecho con sólo mover la varita.

—¡Inténtalo, hurón!— gritó Ron, sacándose de los bolsillos su propia varita y apuntando firmemente a Draco sobre el hombro de Harry, que no se molestó en inmutarse.

—¿Quieres apostar?

—¡Ni lo pienses!— intervino Hermione por primera vez al ver a Draco levantando la suya. Harry, que ya estaba a medio camino de meterse entre ambos se quedó quieto, al igual que todos. Aparentemente su arrebato obligó a los demás a reaccionar.

Los ojos grisáceos y profundos de Draco la escudriñaron solo una milésima de segundo, mientras la castaña hurgaba en su interior el antiguo tirón en su estómago que solía sentir cuando él la miraba, encontrándose con la nada.

— Señor Weasley, le repito que por ahora todos estamos en el mismo bando—recalcó Mcgonagall subiendo el tono de su voz al más puro autoritarismo.

— Él nunca estará con nosotros— siseó Ron—. ¡Mi hermano está ahí afuera! ¿Y él tiene derecho a estar aquí? ¿Qué lo hace estar...?

— Yo le pedí estar presente— estableció Harry, sorprendiéndolo lo suficiente para dejarlo sin argumentos o más posibilidades de replicar—. Confía en mí, Ron.

— Todos confíamos en ti — terció Hermione, acercándose a tomar la mano de Ron para devolverlo a su lugar, buscando por todos los medios sonar lo bastante segura a pesar de sentir la mirada penetrante de Draco en el trío.

Into you  (Harry Y Hermione) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora