La extraña Julie Ann ; de vuelta con Ahda

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Llegamos a casa de J1, fuimos directo a la cocina y me invitó a tomar asiento en el comedor mientras ella servía un poco de agua para ambos, luego se sentó y me comentó:

—¿Qué ocurrió?
—No tengo idea —le respondí.
—Íbamos al baile, luego aparecimos estacionados a mitad de camino, al parecer nos quedamos dormidos.
—Sí, es lo único que yo sé... pero hay algo que no entiendo.
—Ni yo, se supone que hoy es domingo... no sábado.
—Dejemos eso a un lado, lo peor es que no recuerdo que hice el sábado, ¿usted sí?
—Bueno... pues... creo que no, no sé por qué, no puedo recordar tampoco que hice ayer... o bueno, hoy.
—Quizás solo tuvimos un sueño colectivo —dije mientras empecé a reír.
—No, ¿sabes algo? creo que tengo un Déjà vu... si no estoy mal, él me llamará para decirme que no vendrá a casa; tu mamá llamará para preguntar si trajiste tu cepillo de dientes y tengo una leve idea de que alguien vendrá y nos va a querer llevar con él... o ella.

Nota: Estoy escribiendo esto mientras una gran luz acaba de aparecer afuera de casa, dejaré esto pendiente, debo hablar de esas dos personas extrañas que

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Ahda se dio cuenta que el cuaderno terminaba con esta historia y que había muchas más hojas en blanco, revisó por algo más y no encontró más texto. Se levantó y tomó otro cuaderno, pero justo al segundo se abrió la puerta y entró un joven que le gritó:

«¡Ahda, vamos! Tenemos que huir de aquí»

Ahda tomó los cuatro cuadernos, mientras tomaba la mano del joven empezó a correr junto a él, corriendo en las afueras de la torre de reloj.

—Creo que ya ha pasado —decía con tranquilidad el joven, trotando para luego simplemente caminar.
—Eso parece, quizás podemos volver a la torre y pasar ahí el día.

El joven continuaba caminando sin decir ni una palabra. Los escombros aún dejaban salir algo de polvo y humo que se confundían entre sí con facilidad. No se sabía si ya era de noche, a no ser porque lo vieron cada uno en su reloj de pulsera, siendo así que el joven se detuviera y fijara la vista en los restos de una semiesfera con ventanas y puerta cuadrada.

—Quizás podemos quedarnos ahí —sin soltarla de la mano la llevó a esa casa.
—Dehr, creo que estos cuadernos pueden darnos pistas sobre los cuatro avisadores.

—¿Sí? —preguntaba con ingenuidad Dehr, husmeando la casa de izquierda a derecha y viceversa—¿Por qué lo dices?
—Mira, son cuatro y justo los encontré juntos, pude leer uno y aunque no lo decía de forma explícita, al parecer en la historia apareció la Obturadora.

Al escuchar esto, la mano de Dehr que abría la puerta de una habitación se detuvo de golpe, aún así entró encendiendo la luz con un interruptor, observando una cama se sentó y fijó su vista en Ahda.

—¿Cómo apareció?
—Dice en la historia que, hubo un lapso de tiempo que no recordaron que ocurrió.
—Eso no nos dice nada de la Obturadora.
—Puedes leerlo si gustas, pero creo que puede ser. No perdemos nada en ir a preguntarles.
—Sabes que estoy harto de tanto viaje, pero podemos revisar los otros tres cuadernos, toma uno tú y el otro yo.
—Eso mismo pensaba decirte, si aparecemos es porque tenemos que visitarlos.
—Creo más que puede ser una trampa, ¿quién dejaría la información de los cuatro pilares de una forma tan conveniente?
—¿Quién dejaría una trampa tan obvia Dehr, quién?
—Tienes razón, empecemos.

Tomaron los otros cuadernos, aunque pudieron interrumpir, ninguno lo hizo y leyeron las dos historias.

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