Viajes

El repentino plan de Julie Ann

Pasó ya una semana después de mi cumpleaños, muchas cosas han pasado... algunas molestias que le he causado a mi madre, pero ya todo está mejor. Una niña que me invitó a salir y no supe como decirle que no, así que le dije que el viernes le llamaría. Llegó el viernes y no sabía cómo hacerlo. Esa noche, llegó J1. Mi madre estaba cansada de unas actividades de la empresa, y J1 llegó a dejarle unos remedios caseros para el cansancio. Subió a la habitación de mi madre y tardó un tiempo, un tiempo donde yo pude aprovechar para hablar con esa niña que no quería lastimar, pero no sabía aún cómo hacer las cosas bien.

Julie Ann bajó y me preguntó qué estaba haciendo yo. Le conté el problema, inmediatamente sacó su teléfono y texteó algo. Me dijo:

—Creo que de algo servirá, le dije a tu mamá que platicaría un rato aquí contigo y luego me iría a casa.
—Bueno, me gustaría pero... sabe, en realidad necesito llamar a esta niña.
—Solamente dile que si no le importa que lleves a una amiga, yo podría ir con ustedes.
—¿En serio?
—Sí, ¿no soy tu amiga pues?
—Sí, ahora mismo le aviso.

Y salí al corredor, marqué el número de la niña:

—¿Aló?
—Hola
—Mira, te llamo para lo del fin de semana.
—¡Ah...sí!
—Creo que sí podría, ¿no te molestaría que lleve a una amiga verdad?
—Uhm... ¿tu amiga es aquella mujer que le gusta vestir de negro?
—Creo que sí...¿cómo sabes?
—Te he visto —y soltó una risa obviamente falsa.
—Bueno, ya tienes idea de quién es.
—Sí. No me cae mal, pero fíjate que ya no podré, luego quedamos en algo ¿te parece?
—Bueno, está bien, pasa una feliz noche.
—Gracias, igual.

Regresé y encontré a Julie Ann en la sala, se encontraba sentada con una mirada de expectativa y me dice.

—¿Y entonces?
—Ya no.
—De nada. —me dijo sonriendo.
—Usted ... —dije, mientras revisé la red social y encontré un estado

«¡Gracias por pasartela conmigo esta noche!, ¡Te quiero!»

—¿Por qué colocó eso?
—¿Qué tiene de malo pues? —me dijo con una mirada inexplicable que apagó mi molestia.
—Nada... de hecho, gracias... sé que la niña vio esto y...
—Ya sabes, no tengas pena en pedirme favores —me dijo mientras guiñaba un ojo.
—Gracias.
—Bueno, es hora de irme...
—¡Espere!
—Dime...
—¿A qué se refería usted con lo que me dijo hace días?
—¿Qué cosa te dije hace días? —me dijo con una mirada curiosa, parecía haberlo olvidado.
—Que... creí que nadie me había visto.
—¡Ah!... —me dijo, y luego me susurró—, Celeste te vio.
—¿Qué vio?, ¿qué le contó a usted? —le susurré
—Nada que yo ya supiera.
—Dígame por favor.
—Me dijo que creíste que nadie te veía, pero ella te vio y que veías mis... —y señaló con sus ojos un costado de su cadera—, le dije que quizás ella veía cosas nada más, porque tú y yo... solamente hablábamos, no me creyó lo suficiente, pero al menos... no le dirá nada a nadie más y quizás se le olvide.
—Bueno, gracias por aclararle.
—No te preocupes, ten más cuidado a la próxima... sé que me veías, pero no te preocupes, si nos estamos asincerando, también te he visto... así que estamos a mano. —y soltó una risa entre los susurros.

Me sonrrojé, nos despedimos y regresó a su casa. El domingo, yo tenía día libre. Recibí a primeras horas de la mañana un mensaje de J1:

«me acompañas a traer una cosa?, paso x ti a las 10»

Con nerviosismo y un poco de alegría contesté: «Claro!»

Luego de tomar una ducha rápida, esperé afuera de la casa y pasó, subí a su auto y me comentó sobre unos cursos de baile que se había inscrito y que mi madre y Celeste por religiosas, no les agradaba la idea, y su esposo no tenía el tiempo suficiente como para acompañarle, así que en confianza, me pedía que fuera su pareja de baile a lo largo del curso.

—¿Y cuánto dura?
—Un trimestre, aunque creo que no te debería de incomodar... después de todo es diversión, ¿no crees?
—Sí. Mire, qué casualidad que son las once y o—Cuando de pronto, sonó un ruido muy fuerte acompañado de una luz que te obligaba a cerrar los ojos.

Desperté confundido, aún en el auto de J1. Mientras volteé a mi izquierda, ella se encontraba ahí mismo, donde la recordaba pero curiosamente estaba tan dormida que me preocupó bastante que no hubiera sido un choque lo que nos ocurrió. Revisé cualquier muestra de sangre y noté como tanto su torso como su nariz me demostraron que ella aún respiraba, noté también su cuello que tenía pulso y entonces decidí despertarla para que pudiéramos aclarar que había ocurrido. Le desabroché el cinturón de seguridad y justo en ese momento despertó asustada.

—¡¿Qué pasó?! —me dijo con un tono agitado.
—No tengo idea, solo sé que íbamos en camino y luego despertamos aquí... no llevo mucho tiempo despierto.
—Eso es extraño... no recuerdo cómo llegamos aquí. ¡Ah, mira! ¿la hora? —dijo mientras apuntaba el reloj del auto y marcaba las 17:43.
—Qué extraño, no entiendo como han pasado más de siete horas.
—Ni yo... ¡mira, tu mamá nos ha estado llamando!
—¡Es cierto!, dijo que hoy mi papá nos estaría visitando a las 18:00... creo que aún podemos llegar.
—Háblale a tu mamá entonces, solo dile que nos pasamos del tiempo en clase y no nos dimos cuenta que ya era tarde. —Y le marqué a mi mamá.
—Hola mamá, mira... no sé ni cómo ocurrió pero se nos fue el tiempo, en un momento llegamos, ¿ya llegó mi papá?... bueno... ¿mañana? eh... está bien, bueno, adiós mamá. —y corté la llamada.
—Dice mi mamá que es mañana que viene mi papá, estaba seguro que era hoy.
—Creo que sí es mañana... revisa que día estamos hoy en tu celular —me dijo J1 con una mirada asustada.
—Dice que hoy es sá... ba... do —dije con susto y muy lentamente.

J1 no dijo ni una sola palabra, encendió el auto y emprendimos el viaje de regreso, sin tener idea del por qué sucedían las cosas...o bueno, al menos yo no tenía ni idea. En un momento justo después de haber iniciado de nuevo el viaje de regreso, J1 le marcó a mi madre y dijo en un tono muy familiar y amable que yo le ayudaría a ver un problema que tenía su selector de gas, de paso me quedaría a comer, y que ella misma me llevaría de regreso al día siguiente a primera hora.