II

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La esperada mañana habia llegado en la mansión Carmín, Madame ya habia escrito la lista asignada para cada integrante.

David habia retornado sus labores en la mansión los animos por el subsuelo, como siempre.

Alex se vistió con sus mejores prendas pero con un toque casual con unos pantalones negros y un jersey azul marino, su conjunto preferido a la hora de algún suceso importante para él.

El resto se preparó de una manera corriente, con la excepción de Madame Carmín, con sus características prendas elegantes.

-Tan elegante como siempre Madame-Se inclinó Alex ante la "suprema".

-Los alogios no te darán ventaja en tu competencia con Teresa, Alex-Rió sutilmente.

Madame y Jimmy eran los únicos integrantes con los que Alex se sentía a gusto realmente, en especial con Madame, ante los ojos de este ella era la enciclopedia más completa jamás vista.

Ambos siguieron con su conversación hasta pasada la hora tan esperada en donde sería la llegada de la tutora de Jimmy.

Cada integrante se incorporó formalmente a la formacion asignada por Madame para darle la bienvenida a la pasajera.

Pasaron los minutos tan rápido como llegó el mal estar en la familia por el retraso de la invitada, Madame estaba al borde de la ira por tal descortesía ante su familia y su hospitalidad, Teresa, Jonathan y Jimmy querían retirarse a sus aposentos y Alex estaba inquieto al pensar que se maltrató la cabeza a preguntar sin razón alguna.

-Hasta aquí-Soltó Madame furiosa para luego retirarse.

El resto le siguió el paso menos Alex, algo lo hizo seguir esperando un poco más, hasta que logró divisar a lo lejos un pequeño auto que venía a toda prisa en dirección a la mansión.

El pequeño escarabajo celeste que se aproximaba hacía notar de lejos su falta de cuidado y que en cualquier momento se desplomaria ante la calle.

-Dios santo-Se impactó Jonathan al ver aquel auto.

El auto se estacionó de forma vertical frente a los Carmín, de este salió una hembra de cabello azabache, piel pálida que iba de la mano con sus ojos cafés y labios delgados y rosados, su figura delgada y voluptuosa.

-Lamento la demora señora, señora...?

-Carmín-Terminó Madame-Y aquí para usted y todos aquí soy Madame.

La menor se vio intimidada ante el fuerte carácter de la hembra canosa, su piel que dedistia ante las arrugas de su edad, su postura impecable y refinadas prendas moradas oscuras.

Jonathan no desaprovechó la oportunidad para lucir su asfixiante encanto.

-Muy buenas mi joven doncella!-Alzó seguido de una reverencia-No había visto brillo más intenso que el de vuestros ojos, mi querida diamante.

La joven esbozó una sonrisa ante tal presentación, sin percatarse de las verdaderas intenciones del muchacho.

Jonathan aprovechó que la chica había bajado la guardia para fijar su mirada en sus atributos femeninos.

"Siempre hace lo mismo" pensó Alex bufeando para su interior, Teresa no tardó en darse cuenta de la acción del chiquelo a lo que sonrió con malicia.

-Soy Teresa, encantada de conocerte-Estiró la mano a la joven en símbolo de confianza y amabilidad a lo que está le correspondió-Y cuéntanos.. Cual es tu nombre?

-Me llamo Leah, es un placer llegar y trabajar en este lugar-Miró a sus alrededores inspeccionando con disimulo su fuerte incomodidad-

Alex vio el hueco para poder realizar una memorable presentación para la joven, pero, el pequeño Jimmy tenia planeado ejecutar otros planes con la chica.

Se apresuró lo más rápido para saltar a la pierna de Leah y con un solo respiro soltó -Soy Jimmy, quieres ayudarme a buscar a un hombre lobo? Si? Si? Si?-Brillaban los ojos del menor mientras sonreía de oreja a oreja por la llegada de su tutora.

Leah sonrió asintiendo ante el pequeño por la energía que esté expulsaba por cada poro de su inocente ser, acarició suavemente su cabello y volvió a dirigir la mirada ante sus superiores.

-Bien Leah, en esta casa tenemos nuestras reglas y me temo que ya vuestra impuntualidad quebró una de ellas-Miró Madame por sobre el hombro a la chica-Alex, te encargo a la chica.

Madame se retiró al paso firme característico de su persona, seguida de Teresa, Jimmy y Jonathan que le echaba el último vistazo a la recién llegada.

Alex, algo descontento por como se iba a presentar ante Leah, solo se aproximó a la chica para saludarla sin una gran presentación memoriable como el hubiera querido.

-Como te haz podido enterar yo soy Alex, Alex Carmín-Le estiró la mano algo desganado por su fracaso.

-Ouh.. Encantada, soy Leah, como también te haz podido enterar-Río un poco al ocupar sus palabras-Leah Corbanía-Le estrechó la mano.

A Alex le pareció agradable a primera vista y no pudo evitar esbozar una leve sonrisa ante la actitud de la chica, sin más demora procedió a facilitarle el llevarle sus pertenencias a su nueva habitación.

En el transcurso ninguno se dirigió alguna palabra, no era por no tener tema o ganas, sencillamente Alex disfrutaba del pensar en sus cosas, ya qué, Leah después de todo era agradable pero no la gran cosa por lo que le dejó ver. Por otra parte, Leah observaba con profundo asombro e intriga la peculiar forma en la que estaba decorada aquella mansión.

Se sentía en una película de terror, una casa donde quien sabe cuantos asesinatos se hayan llevado a cabo entre esas paredes que la rodeaban, ese pensamiento la llevó también al sentimiento de sentirse como la "elegida" para resolver los crímenes de aquellos asesinatos, rastreando pista por pista, interrogando a diestra y siniestra, hasta dar con el último clavo suelto.

Al subir las escaleras y llegar al pasillo en donde se encontraba su habitación, su cabeza se vio fuertemente amenazada al ver la larga decoración de cuadros que mostraban a cada Carmín que había pisado su orgullosa tierra, un pesado escalofrío invadió su espalda que la hizo encogerse de hombros y caminar en el mayor silencio posible, concentrándose hasta en regular su respiración.

El joven ajeno a la actitud de la chica, se castigaba la cabeza por la desilusión que se había llevado anteriormente, cuando fue consciente de que había llegado al destino, dirigió su mirada a la recién llegada y notó su gran miedo por los cuadros.

-Dudo que los cuadros te observen o intenten atacarte-Dijo frío mientras sacaba el seguro de la manilla.

-Pff.. Como crees, con tanto viaje que he tenido a lugares tetricos y lúgubres, este pasillo es un valle encantado si los empezamos a comparar.

-Claro, un valle encantado que tiene mil miembros enterrados bajo tierra, deambulando en búsqueda de algo que los haga sentirse vivos.

Leah de solo escuchar eso se le heló la sangre a más no poder, deseando con todo su interior que le dejara pasar a su habitación para ver si es eso le hacía calmarse.

La perilla dio un giro y en cosa de segundos se vio la habitación que hacía oculta después de tantos años, tenía lo básico, una cama, ropero, mesita de noche y una ventana. La chica no dejaba de impresionarse por como era el diseño de las cosas, no tardó en entrar y acomodarse a los pies de la cama.

-Bueno, esta es la habitación, no acostumbramos a entrar a las habitaciones ajenas así que privacidad, tendrás de sobra-Alex acomodó cuidadosamente las pertenencias de la chica a un costado antes de retirarse.

-Que habitación tan sencilla-Dijo Leah sin ánimos de ser mal agradecida.

-En lo sencillo se encuentra la elegancia, Leah-Soltó Alex antes de cerrar la puerta para dejarla completamente sola.

Leah, se incorporó rápidamente para acomodarla a su estilo, no debatió mucho sobre las posiciones de sus cosas, intentó demorarse lo menos posible para poder tomar una pequeña siesta antes de incluirse en las culturas de la familia.

Luego de rellenar con posters de cantantes, fotos personales y una que otra pegatina, ya se sentía más a gusto con la habitación, dicho y hecho se dirigió a recostarse sobre la cama y sin más, cayó en un profundo sueño.

Alex CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora