III

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En lo profundo que era su sueño, Leah soñaba algunas situaciones con las que quizá tuviera que lidiar en algún momento.

Situaciones típicas de niñeras genéricas, se ensucio el niño, el niño no puede dormir, el niño rompió algo, etc, etc.

Pero algo había en esos sueños que no la dejaban tranquila, una mirada. Sentía que unos ojos estaban clavados observando atentamente cada movimiento que ella cometía, no los podía ver pero sus sentidos se encontraban alterados por aquella sensación que invadía su ser.

Dentro de su sueño se visualizaba ella sentada en un sillón dentro de lo que parecía ser la mansión, pero, en una habitación que ella no había visto ni siquiera superficialmente mientras hacia su recorrido a su habitación. Jimmy, como el niño tranquilo y pacifico que es, estaba jugando con bloques dándole la espalda a la mayor.

Leah se concentraba en atender solo a Jimmy, aun incluso estando más tranquilo que una foto, la desesperación de distraerse de aquella mirada ficticia era tal que se conformaba con solo mirar al crio.

Fue hasta que un estruendo resonó por detrás de la chica, está se paralizó abriendo sus ojos a más no poder resistiendo el mirar a sus espaldas, la tensión recorría su débil espalda dejándola completamente inmóvil.

Jimmy por su parte, seguía concentrado en la manipulación de sus bloques de juguete.

Esa actitud tan ajena al estruendo que retumbó en los sentidos de la chica, esta se cuestionaba si es que solo fue idea de ella o el crio le jugaba una broma de pésimo gusto.

Sus pensamientos eran tan rápidos y disparatados que solo hacían que se acumularán miles de ideas en pocos micro segundos, lo que para ella fueron 5 minutos de pensamientos eternos y torturuosos sobre lo que acontecía, solo fueron 5 segundos en ese tiempo y espacio.

-No piensas voltear?-Se escuchó de la boca de Jimmy para avispar a la chica.

Leah, lenta y cuidadosamente obedeció al pequeño y fue girando despacio su cabeza hasta tener vista absoluta de lo que pasaba a sus espaldas.

-Lo lamento, dama!-Se escuchó en dirección a donde miraba la chica-La podadora volvió a sucumbir ante el polvo, menudo ruido que hace-Rió.

Era David trabajando en el jardín.

Con alivio en el alma, la joven se reincorporó en su asiento con una leve sonrisa por la victoria que tuvo contra la psicosis.

Fue ahí cuando su alivio acabó al percatarse que Jimmy ya no se encontraba jugando en el suelo, no podía ni siquiera ver algún rastro de él o el juguete que lo acompañaba.

"Mierda, mierda, mierda."

Se repetía en la cabeza de la joven con desesperación, el pánico tomaba posesión del cuerpo de la chica lentamente, en su ataque de nervios y confusión por la situación, una caricia extraña se hizo presente en la piel de la chica.

Un roce indescriptible, sentía como si unas garras pesadas le estuvieran recorriendo lps brazos en dirección contraria a donde apuntaban sus manos, luego sintió como tres lenguas se paseaban por la rodilla hasta bajar al tobillo.

Leah, nuevamente se encontraba inmóvil, indefensa ante esa presencia misteriosa que no era visible para sus ojos, fue hasta ese momento en el que sintió como una mano se posicionó agresivamente en su cuello, presionandola de tal modo que sentía que su trompa de eustaquio, esófago, tráquea y ganglios linfáticos cederian ante la fuerza de su agresor hasta llegar a la rotura de estos.

En esos momentos se hizo presente su depredador, un horripilante ser esquelético de tres cabezas siendo la del centro, la más humana si es que se le podía llamar de ese modo, las otras dos cabezas que no tenían forma definible emitían unos chillidos agudos que la hacían desorientarse, en sus manos ocupaban seis largas garras que sobre estas estaban acompañadas de púas afiladas, en donde debería de estar su estómago se encontraba una grieta rodeada de colmillos que se movían frenéticamente por intentar comerse a la joven y como el miedo no terminaba ahí, cuatro tentáculos con ojos inyectados en sangre se asomaron para deleitarse del pánico de su presa.

La chica horrorizada por la criatura que se encontraba frente a ella, solo podía aceptar que ese era su fin, el fin de Leah.

Cerró los ojos, un momento de silencio se hizo en su cabeza ignorando los chillidos de la bestia, se relajó, buscando encontrar el consuelo que encontró al pensar que ya no tendría que lidiar con el pasado el cual la atormentaba desde que tenía memoria.

La criatura se percató de esto dejando de chillar, dando paso a una macabra risa que la hizo volver a su realidad en la que estaba.

El pánico regresó a sus ojos como el deleite de su presa al ver su estado, la soltó sin dejar de reírse para hacerse más alto mostrando su parte inferior, ese cuerpo de cienpies que tenía envés de tener piernas, con la diferencia que las patas que hacían mantener a esa criatura en la tierra, no era otra cosa, más que cuerpos de niños pequeños desde las costillas para arriba, se movían erráticos y desesperados por intentar separarse de la criatura, llorando y gritando desesperados para que los mataran.

La joven intentaba gritar del horror, lágrimas corrían sin que ella lo ordenará, había perdido completamente el control de si misma.

-Que quieres? Ya detente, no puedo más, esto es horrible, que te hice? No te conozco!-Módulo como pudo.

-Claro que nos conozcemos-Rió la criatura con una voz infernal-Y nos conocemos muy bien mi querida Leah-Con una de sus garras acarició su mejilla acomodando su pelo, dejando que arañas se subieran a su cara para morder todas sus facciones faciales.

-Basta!-Gritó con lo último de aire que le quedaba.

-Mh... Así te quería ver jovencita, eres mía.

Las cabezas de los laterales comenzaron a burlarse descontroladamente mientras la cabeza central sonreía de oreja a oreja sin emitir ningún ruido, disfrutando de los gritos y la desesperación de la chica.

La bestia se abalanzó sobre la joven, su estamago y cada cabeza trituraba el cuerpo de Leah, mientras los cuerpos de infantes que tenía por piernas acompañado de sus garras se encarban de despedazar y desmembrar cada extremidad de la joven que aún seguía viva y consciente.

-Glamidius es mi nombre-Le susurró sutilmente en medio de ese festín que se estaba dando mientras ella gritaba desgarradoramente por el dolor-Nunca lo olvides-La miró a los ojos y le arrancó la cara de un mordisco.

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El silencio de la mansión se vio interrumpido por el escándalo que hizo la chica con sus cuerdas vocales.

Leah, había despertado de su pesadilla.

Alex CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora