Capítulo Trece.

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Theo.





Mis pasos eran rápido, casi cortando el viento mientras avanzaba hacia el parque donde se encontraba mi trabajo, a lo lejos empezaba a oler al distintivo aroma de los árboles, que era llevado por la brisa matinal de un sábado por la mañana. Me dolía un poco la espalda, pero era por la posición que había tomado al dormir, y el ambiente no ayudaba en nada, a pesar de estar en la mitad de mis veinticuatro años, las rodillas me dolían con el frío, pero podía aguantarlo, paseo mi lengua por mis labios mientras saboreo el frio y siento como mi labio interior se empieza a resecar, dejando una fría sensación en este.

En cuanto voy llegando voy viendo que algo está mal, algo fuera de lugar, generalmente a esta hora la señora Andrews ya tiene las persianas de la ventanas abiertas, dejando ver el interior de la librería en todo su esplendor, la puerta de madera de un tono verde albahaca suele estar entre abierta, pero está completamente cerrada. Me acerco y toco la puerta, no se encuentra el letrero de abierto, pero tampoco indica que este cerrado.

Se escuchan pasos adentro, amortiguados por la madera acercándose poco a poco. Con un rápido movimiento se abre la puerta, y me encuentro con el rostro de la señora Andrews, con su pañuelo en la cabeza y su cabello negro rizado cayendo por detrás como una cascada.

– Señora Andrews, ¿Por qué no está abierta la librería? – Pregunto señalando con el pulgar las ventanas con las persianas cerradas.

– Oh Theo, cariños, no te lo comente ¿Verdad?

– ¿Comentarme qué?

– Tendré que cerrar la librería.

Esas palabras me hubieran parecido una bofetada gélida en el rostro, si no hubiera sido porque el ambiente había hecho ya su parte enfriándome el rostro.

– ¿Cerrar la librería? – La señora Andrews asiente lentamente – ¿Por qué?

– Ya no podré mantener este lugar, la hipoteca ya venció, y me avisaron hace poco, y no logré hacer los pagos a tiempo, esto le pertenece al banco ahora.

– Pero usted también vive aquí.

– Lo sé, también cuenta como desalojo, todo bajo la ley.

– Pero esto no puede ser posible.

– Lo es cariño – Dice estirando su mano y tocándome el hombro – Enserio lo siento.

– Usted no debería disculparse señora Andrews. – Digo en un tono algo melancólico, como si arrastrara las palabras de una forma fría. – Usted es quien está perdiendo su fuente de ingreso y su hogar.

– Pero este también era tu fuente de ingreso.

– No se preocupe por eso. – Fuerzo mi rostro para mostrar una sonrisa sincera mientras la miro a los ojos. – ¿Dónde vivirá entonces?

– Con mi hijo. – Dice con un dejo de alegría. – El y mis nietos están emocionados con que vaya a vivir allá.

– Entonces, ¿Este es el adiós?

– Supongo que sí. – Dice entrelazando sus dedos.

Me acerco a darle un fuerte abrazo.

– Mucha suerte señora Andrews.

– Igualmente Theo – Se separa un poco mientras parece querer adentrarse nuevamente a su mundo. Se detiene y se me queda viendo como si estuviera recordando algo. – Me despides de Johnny, y me lo felicitas por su día especial.

Una Oportunidad Final. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora