Capítulo Treinta y cinco.

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Theo introdujo la llave en la cerradura de su departamento, hacia la izquierda, para quitar el seguro, pero sólo fue una vuelta, el chico intuyo que su esposo ya habia llegado, eran pasadas de las seis, por lo tanto si, su esposo ya debía de estar dentro, lo que le formo una sonrisa en el rostro, al entrar e ir avanzando con largas zancadas, haciendo que sus zapatos medianamente resonaran, dejando su maletín en la isla de la cocina, viendo que su esposo estaba sentado en el sillón, con las piernas cruzadas, un libro en la mano, y la computadora encendida, en la mesita del centro, el chico parecía sumamente concentrado en su lectura, porque parecía que no noto a su esposo entrar.

– Hola amor. – Dijo Theo, haciéndose notar en el silencio que habia en el departamento, se acercó a la mesa y tomo una manzana del plato que estaba ahí. El chico en el sofá no le contestó, por un momento el castaño pensó que traía puestos los audífonos.

Pero el pelinegro levanto la vista, su mirada era curiosa, sus ojos oscuros brillaban de una forma distinta, traía puesto sus anteojos, y lo observaba por encima de estos.

– ¿Qué estas leyendo? – Preguntó Theo acercándose a su maletín, mientras sacaba varios papeles de este.

– La guerra de los mundos, de H.G Wells. – Contesto su esposo con un tono ronco, como si no hubiera hablado en todo un día y las palabras se hubieran estado agolpando en su garganta.

– Ese es bueno. – Agrego Theo dándole un nuevo mordisco a la manzana.

– Si. Un libro donde muestran la vida cotidiana de un sujeto con su esposa. Que de repente es cambiado por la llegada de nuevos seres que vienen a perjudicar, y a dejar consecuencias desastrosas. – Dijo Johnny de corrido levantándose, dejando el libro junto a su computadora portátil, mientras Theo lo volteaba a ver. Su tono de voz se veía ligeramente alterado, fuera de lo común.

Se quedó dubitativo mirándolo, y pudo percatar lo que le parecía extraño en su mirada, a pesar de que su rostro joven, para alguien de ya casi veintiséis años, sus ojos se veían avejentados, como si el alma de una persona mayor mirara a través del cuerpo de un joven.

– Johnny, ¿Qué sucede? – Preguntó el chico, de alguna manera esperándose lo peor, su suegra, alguno de sus amigos o seres cercanos.

– ¿Por qué Theo? – Agrego Johnny preguntando, mientras su voz parecía romperse ligeramente.

– ¿Por qué? ¿Qué? – Volvió a preguntar Theo, mientras sostenía la manzana en su mano derecha, presionándola, sintiendo como el jugo de esta se deslizaba por sus dedos.

Johnny se dejo caer en el sillón nuevamente, mientras estiraba sus manos hacia la computadora, entrando de nuevo al correo que le habia llegado hace unas horas, seleccionando los archivos, de una forma que se vieran de corrido, como una presentación multimedia. Volteo el monitor de esta hacia Theo, el cual seguía paralizado, con la manzana en la mano.

Lo primero que se mostraba era una fotografía, la cual Theo pudo reconocer desde el inicio, era la habitación en la cual se habia hospedado cuando fue la junta con los socios. Y pudo reconocer quien la habia tomado. Amelia. Lo que siguieron fueron imágenes, del mismo lugar, que parecían pertenecer al mismo momento, donde él y la chica estaban en la cama, comenzando algo que pronto se subiría de tono.

Luego un vídeo, que parecía haber sido retirado el volumen, en donde se veía a él, recostado en la cama, cuando estaba bajo la influencia del alcohol, con la chica sobre encima. Cualquiera pudo haber pensado que parecía que la chica se aprovechó, pero estaba el detalle que el chico la proseguía a continuar. Theo dejó caer la manzana.

Una Oportunidad Final. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora