Newbie (Ryo).

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Aviso: Narrador en primera persona.

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Ya me imaginé que esto pasaría. Siempre pasa. Por eso nunca estoy en un instituto más de dos meses. Seguramente os preguntaréis qué ha pasado para que me ponga así. Pues os lo explico.

Mi nombre es Ryuki. Y ahora mismo estoy en el baño de hombres con unas pinzas frente al espejo. En clase, los graciosillos pensaron que sería divertido empujarme y hacer que mi para se estrellase contra el cactus en miniatura de clase. Sí. Un cactus. Porque según el tutor, "son más fáciles de mantener que unas flores bonitas". Tengo pinchos hasta en la nariz.

Y por supuesto, ahí estaba yo. Solo. Porque a ver quién se digna a prestarle ayuda al perdedor de turno. A veces me da que soy ese tipo de persona que nació para que se rían de sus desgracias. En fin. En el reflejo se podía ver la cara de asco que ponía cuando me sacaba una espina.

—¡Venga ya! —Medio grité. Acababa de sacarme el último pincho. Y resultó que estaba bastante hacia dentro, con lo que me empezó a salir sangre de la mejilla. Además, como idiota se nace, no fui a pedir tiritas. Así que me toca arrastrar un trozo de papel higiénico pegado a la zona hasta que deje de sangrar. En verdad era poca pero tenía que salir de ahí rápido. Debía devolverle las pinzas a la profe que me las prestó. Así que me aproximé a la salida.

Fíjate ni siquiera necesitaba salir del baño para toparme de bruces con más problemas. Tengo un don para atraerlos.

—Yo, amante del cactus. —Supe quién era por el tono de voz, pues estaba de espaldas a él. Fue uno de los que animó al tipo que me empujó al cactus y que después se partió de risa. Me saludó con ese saludo típico japonés mega informal. Sería algún tipo que se cree un gángster.— ¿Qué tal sabía?

—Estaba rico. Deberías probarlo, así se te quita la cara de besugo que tienes. —Estaba tan cabreado que no supe por qué se me escapó eso. No es propio de mi decir ese tipo de cosas.

Se hizo el silencio. Esta vez me giré para mirarle y su puño no tardó en agarrarme del cuello del uniforme. Hasta ahora no me había fijado, pero resulta que es muchísimo más alto que yo. Además, olía mal. Aprende a meterte con gente a la que puedas afrontar luego, Ryuki.

—Ya veo que saliste respondón, ¿eh? Encima te creerás superior o algo. —Me esperaba que me pegase la mayor hostia que recibí, pero resulta que solo me echó el aliento en la cara. Qué asco.— Pues déjame decirte algo: estás en nuestro punto de mira, nerd. Y habrás deseado no decir eso.

Después de eso me soltó y salió del baño dando un portazo. Yo abrí la boca tomando grandes bocanadas de aire, pues aguanté la respiración hasta que se fuese. Aun así el olorcillo se quedó. Me tapé esta vez la nariz y salí a toda prisa también.

—Oye, date una ducha, hombre de las cavernas. —Me dijo una chica al salir del baño. Iba con otras dos al lado que se empezaron a reír. Antes de que pudiese decir nada se fueron cuchicheando y riéndose. Ya se me habría pegado el olor del tipo.

Todo eso fue antes de empezar las clases. Menudo primer día más movidito.

Pero no sé ni cómo logré aguantar dos meses más. Parece que les gustaba meterse conmigo. Llegué a la conclusión de que a los matones les gusta la gente que cree que les puede plantar cara, se ríen más. Porque centraron todas sus payasadas en mi.

Empezaron suaves. Al principio solo me ponían un cubo de agua en la entrada de la clase cuando venía. Después... Me pintarajearon la mesa con permanente, me robaron la comida, el dinero e incluso el móvil. Lo bueno es que pude recuperarlo porque una de mis hermanas es policía y se puso hecha una furia al escuchar que me lo robaron.

¡One-Shots!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora