Paso A Paso

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No esperaba ser un galán digno del Hollywood de la edad de oro como algunos de sus héroes, pero por lo menos lucir vivaz, con sangre roja y un corazón sano. Claro, cualquiera que supiera lo que estaba ocurriendo en verdad no pudiera pedir mucho más de un joven enfermizo que apenas podía mantenerse en pie.

Pero ese era el chiste: el que nadie se percate de ello, y menos Sarah.

—Te ves bien —la madre del jovencito indicó, desde la puerta de la habitación de su hijo, tras verlo modelar un traje en negro.

—Mientes —Will contestó.

—¡Claro que no! —ingresó al cuarto —. Siempre te gustó todo lo elegante.

—Una cosa son los gustos —el adolescente contestó mientras batalló para acomodarse la corbata—, y otra cosa es lo que es; quiero ser astronauta, no creo que sea posible, ni por los estudios ni por el tiempo y...

Escuchó un lamento de parte de su madre; ella intentó lo mejor en cuanto a mantener la compostura, pero si aquella era una represa, podrían verse filtraciones en su estructura.

—No deberías ir —ella comentó, ahogando dentro de sí las ganas de que emergiera el llanto.

—Mamá, no voy a ir a escalar el Monte Everest; es un evento elegante, el mayor riesgo es que se tarden en servir las almejas casino.

—Siempre me gustaron más las almejas al vapor, pero... ¿recuerdas lo que prometiste?

Will dejó de acomodar su ropa y de enfocarse en el reflejo del espejo de su habitación, y saltó a tratar el tema con su madre.

—Sin trampas, dije que lo haría —contestó.

—Confío en ti, Will; por favor, no me decepciones.

—No lo haré.

—No quiero que lo digas al aire o por mero compromiso, ¿de acuerdo? —la señora se acercó cruzando sus brazos, hablando de una forma autoritaria mas también con una angustia en su garganta—. Porque cualquiera puede hacer eso. Tú, Will, eres... lo más cercano a un caballero que he conocido en toda mi vida; siempre actuando con nobleza, siempre haciendo lo correcto; no pido mucho, porque además, esto no es para mi persona: es por ti, por tu bien, porque...

—Mamá, por favor —el rubio interrumpió—, tienes mi palabra. ¿Quieres un contrato acaso? Incluso si firmara uno, ¿qué me pueden hacer por no cumplirlo? ¿La muerte?

—Hijo... no la tienes fácil. S-sabes bien lo que dijo la doctora.

—No lo dejas de repetir —el muchacho regresó su foco al espejo.

—¡Sí, es cierto! —la madre rió no por gracia sino porque su boca y sus ojos estaban cansados del llanto—. ¡Es verdad!

—Entonces sabes bien que lo más probable es que no esté aquí por mucho, ¿verdad? Que incluso aquellos que se meten al tratamiento a tiempo siguen teniendo grandes posibilidades de...

Will vio sus manos detenidas por el repentino toque de su madre, sosteniéndolas con fuerza, más no del deseo de imponerse, sino del deseo de hacerse entender a un chico que estaba siendo muy cabeza dura.

Y el rubio no deseaba hacerle sentir peor, pero en ocasiones, el sufrir es algo que va a ocurrir.

—La esperanza es muy baja mamá —indicó—. No hay garantía de nada.

—Tampoco hay garantía de que no vaya a funcionar.

—No se puede probar un negativo, y lo sabes.

Amor Para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora