Por culpa de wattpad ✔️ [Culpa #1]

Capitulo 27

No podía aguantar mas la emoción de que leáis este capitulo. Espero que lo ameis y os reais tanto como yo al escribirlo.

Es un capítulo largo, espero que os guste. Hacérmelo saber en comentarios plis.

Os quiero <3

Cuando terminamos de cenar recogimos las mesa y ayudamos a limpiar los platos.

Exhaustos, Lucas y yo nos dejamos caer en el sillón. Todo lo que habíamos engordado con la comida lo quemamos limpiando la cocina.

Mi madre y Tamara vinieron de la cocina con un montón de bandejas llenas de dulces y turrones.

—Queréis cevarnos para comernos, verdad? —bromeé poniendo cara de horror y poniendo una mano sobre mi estomago a reventar—. Yo ya no puedo más.

Dejé caer la cabeza hacia y oí plásticos siendo abiertos. Levanté la cabeza encontrando a Lucas devorando pastelitos como si nada.

Mi boca se abrió y parpadee asombrada.

—Eres un gordo —dije alucinada. Me levanté del sofá dejando a Lucas comiendo:—Me voy a dormir.

—¡No! —gritó Lucas con la boca llena levantándose y reteniendome.

—¿Por qué no me dejas subir arriba?

Justo en ese momento mi madre y Tamara volvieron de la cocina seguidas de nuestros padres.

Lucas miró a mi madre y a Tamara con miedo, con esa sola mirada parecieron entenderlo ya que enseguida se acercaron cortándome el paso y gritando.

—Juguemos a un juego de mesa —dijo mi madre con entusiasmo.

—Por supuesto —le siguió Tamara—, pondremos villancicos.

Este día se esta volviendo muy raro. Menuda familia de locos tengo pero aun así los adoro.

Sacaron el monopoly y no sentamos a la mesa a jugar, yo como siempre me pedí el sombrero. No quiero ser una egocéntrica pero el monopoly se me da genial y pasé un buen rato con ellos ganando obviamente.

—Me debes doscientos dolares rubito —me reí extendiendo la mano y dejó los billetes.

Ya eran mas de la 1 la mañana y empezaba a estar cansada.

—Me voy a dormir, estoy muy cansada —dije levantándome.

—¡Espera! ¿No quieres abrir los regalos? —dice de repente mi madre.

—Nunca los abrimos a la noche.

—Pero este año es diferente —insiste mi madre.

—Prefiero abrirlos mañana —dije cansada rascándome un ojo.

—Ya es bastante tarde Eva —intervino Lucas—. Deberíamos ir a dormir.

Mi madre asintió y sonreí agradecida.

Subí las escaleras casi corriendo y entré a la habitación. Encendí la luz y quedé parada en mitad de la habitación observando la pared asombrada y maravillada.

Donde antes mi pared era azul ahora había un precioso mural de una playa al atardecer con dos personas abrazadas en la orilla. Los tonos eran preciosos, rojos mezclándose con el azul, pequeños trozos rosados. La luz del sol reflejada en el azul intenso del océano y pequeñas palmeras arrojando sombras sobre la arena.

Mi boca se abrió por la sorpresa y no podía dejar de observar cada trozo de esa preciosa pintura.

—¿Te gusta? —preguntó Lucas desde la puerta.