LII. Nadie Vuelve

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El Norte
Winterferll

Los Karstark fueron los últimos en llegar, venían desde su castillo en Karhold, con trescientos hombres a caballo y doscientos a pie.

-¿Cuántos hay ahora? -le preguntó Robb al maestre Luwin, refiriéndose al número de tropas con las que marcharía al Sur.

-Doce mil hombres, tal vez algunos menos, pero la cifra está cerca a los doce mil -respondió el anciano.

Los Manderly de Puerto Blanco se habían unido ya a las tropas replegadas en El Cuello. Ellos fueron los primeros norteños que comenzaron los enfrentamientos en las tierras de los ríos.
Los hijos de Lord Manderly le exigían a la corona que le devolvieran a su hermana sana y salva. Además pedían la liberación de Lord Stark, quien había sido apresado, acusado de conspirar junto a los hermanos del Rey Robert para quitarle al Rey Joffrey su legítimo derecho al trono.

Lord Wyman, sin embargo, no marchó al sur con ellos, no había caballo lo suficiente fuerte como para mantenerlo a lomos por más de quinientas leguas. Pero si marchó más norte de su castillo, a Winterferll.
Estaba cargado en ira y decepción. A penas llegó pidió ver al Greyjoy que había desposado a su hija, aquél kraken cobarde que no había sido capaz de mantenerla a su lado.

-Permití que te casaras con Ellys, porque pensé que de esa forma ella se quedaría aquí, en el Norte, contigo -vociferó- ¿Pero qué hiciste tú? ¡La mandaste a la capital con esos Lannister de mierda! Mira lo que enviaron esos hijos de perra a Nueva Fortaleza -extendió una carta que llevaba roto el sello del Rey.

Theon leyó en voz baja la misiva:

«Lord Wyman de la Casa Manderly, el consejo del Rey Joffrey de la Casa Baratheon, el primero con el nombre. Rey de los Andalós, y los Rhoynar y los Primeros Hombres. Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino. Le pedimos que se acerque al Red Keep en Kings Landing, y le jure eterna lealtad a Su Majestad. A cambio de ese acto de paz, el Rey será misericordioso y le entregará a su hija, Ellys de las Casas Greyjoy y Manderly, permitirá que regresen al Norte con una firme alianza de paz mutua».

-También me enviaron una carta como ésta -dijo Theon con voz trémula.

La había recibido algunas noches atrás, junto a la carta que Sansa le había enviado a Robb pidiéndole él y su madre fueran a la capital a jurarle lealtad a su amado Rey Joffrey.
En la carta destinada a Theon, le decían que su esposa se encontraba bien, que sería cuidada por una Septa hasta su parto. Le decían que ni ella, ni su hijo serían dañados, siempre y cuando él fuera a Kings Landing en representación de la Casa Greyjoy, y le pidiera al Rey clemencia para su familia. Le pedían que no jurara su espada a los Stark, ni a los Tully que se habían levantado en La Tierra de Los Ríos.

-¿Y qué piensas hacer? -preguntó Lord Wyman.

-Voy a una guerra, eso es lo que pienso hacer.

-Sí, sí -asintió de mala gana- Vas a una guerra, tal vez mueras en el campo de batalla, ¿que va a pasar con Ellys si eso sucede? Además supe que va a tener un hijo. ¿Has pensado en lo que van a hacerle a ese niño?

Si lo había pensado, de hecho no hacía más que pensar en eso desde que recibió la carta de la capital.
No faltaría mucho para el parto, era evidente que su hijo nacería en medio de todo ese caos. A los Lannister les convenía guardar al pequeño como a un valioso rehén. Si los del Norte salían perdedores, su hijo tendría el mismo destino que tuvo él después de la rebelión de su padre. Pero Eddard Stark era un buen hombre, lo crió como a otro de sus hijos. Joffrey Baratheon no haría eso, los Lannister no criarían a un Hijo de Hierro como uno de sus semejantes, tal vez le darían sus derechos como noble, pero se asegurarían de mantenerlo subyugado por el resto de su vida.
Y Ellys... Ante una derrota, Ellys dejaría de ser útil para ellos, los Manderly no tendrían ningún valor y por lo tanto, ella sería lo primero de lo que prescindirían.
Rendir su espada ante el Rey tampoco era viable, si se acercaba solo a Kings Landing, lo más probable es que lo apresarían también, de esa forma obligarían a Balon Greyjoy a unirse a la corona e ir contra los Stark. Y a su padre no le molestaría mucho, el Lord Cegador de Pyke odiaba a los del Norte y tomaría esa oportunidad para vengarse por haberlo humillado en el pasado.
La única opción era luchar al lado de Robb y ganar.

-Voy a sacar a mi esposa de ahí -aseveró- Le juro que traeré a Ellys y a nuestro hijo de regreso al Norte.

-Eso espero, Greyjoy -respondió Lord Manderly sin conmoverse- Espero que lo hagas antes que los Lannister descubran quién es Ellys en realidad.

-¿Quién es Ellys en realidad? -repitió- ¿A qué se refiere?

-A nada -suspiró- Cuando aparezcas en Puerto Blanco con mi hija y mi nieto, les explicaré de que estoy hablando.

****
Dos días mas tarde, bajo la luz rojiza del amanecer, los hombres del Norte marchaban fuera de Winterferll, tocaban tambores y soplaban trompetas.
Theon y Robb eran los últimos en retirarse, el Stark se despedía de su hermano Bran en el patio del castillo.

-Ahora eres el señor de Winterferll -le dijo Robb a su hermano. Iba a lomos de un semental gris con crines hirsutas. De la silla del caballo colgaba su escudo, de madera con refuerzos de hierro, blanco y gris, con el blasón del lobo huargo- Tendrás que ocupar mi lugar, igual que yo ocupé el de mi padre, hasta que volvamos a casa.

-Lo sé -dijo Bran con tristeza. Hodor lo llevaba en brazos como si fuera un bebé.

-Atiende los consejos del maestre Luwin, y cuida bien de Rickon. Dile que volveremos en cuanto acabe la batalla

-Ya se lo he dicho -suspiró Bran- Dice que nadie vuelve.

«Nadie vuelve». Repitió Theon en su mente, y al mirar a su alrededor, sintió una punzada de tristeza, como si todos los buenos momentos que había pasado en ese lugar, nunca jamás se volverían a repetir.

-Madre no tardará en volver -respondió Robb- Y yo traeré a Padre, te lo prometo.

-¿Ellys también va a volver? -le preguntó Bran a Theon.

-Sí. Ella también va a volver -contestó Theon.

-Bien -asintió el niño- Cuando la veas, dile que mis brazos aún sirven, puede seguir enseñandome a manejar el arco.

-Se lo diré -dijo, con un esbozo de sonrisa.

Él y Robb espolearon a sus caballos, y se alejaron a trote seguidos por Viento Gris, delgado y veloz. El Gran Jon Umber y Hallis Mollen los precedían formando una doble columna tras ellos, mientras el sol arrancaba reflejos de las puntas de acero de las lanzas.

Al otro lado de los muros del castillo, resonó un clamor. Los soldados de a pie y los habitantes de la ciudad aclamaban a Robb cuando pasaba junto a ellos. Aclamaban a Lord Stark, al señor de Winterferll, a lomos de su gran corcel, con la capa ondeando al viento y su lobo huargo corriendo al lado.

Theon miró a su lado, vio a Robb saludando a las personas que lo rodeaban, lo vitoreaban como si volviera vencedor de una guerra, no como si recién estuviera yendo a una.
El muchacho de Pyke se preguntó si alguna vez alguien lo veneraría de esa forma, ya sea en el Norte, en el Sur o en las Islas de Hierro, ¿alguna vez, donde fuera, lo adorarían tanto como los norteños adoraban a los Stark?
Quiso descartar ese pensamiento, pero algo había empezado a escarbar en su mente, y no se detendría.




















Nota
Ya faltan sólo 5 capítulos y el epílogo para terminar la Parte 2. Se viene la parte más difícil de la historia.
Espero que la disfruten 😄

Los Últimos Reyne | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora