CVII. El Manco

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Tierra De Los Ríos
Harrenhal

Desde el lugar que ungía a veces como su laboratorio, Qyburn oyó la llegada de varios soldados a caballo. Parecían discutir sobre algo, sobre una muerte o un prisionero.
Salió de sus recovecos, y se acercó a ver el lío de caballeros. Un tipo al que reconoció como Locke, el mandadero de Lord Bolton, iba a la cabeza del grupo, gritando a todas voces:

—¡Traigo al Matarreyes!

Los curiosos se reunieron alrededor del hombre que difícilmente se podría identificar como Jaime Lannister, Qyburn nunca lo había visto en persona, pero sí había oído sobre él; un caballero apuesto e intrépido, de brillante armadura y semblante imponente. Éste prisionero no parecía más que un simple pordiosero, vestido con andrajos e iba cubierto en su propia mierda, apestaba como un cadáver y lo más curioso de todo, era un peculiar collar que colgaba alrededor de su cuello, con su propia mano cercenada.
A su lado, también prisionera, iba una enorme mujer de cabello rubio, pajoso. Ella se liberó como pudo y dio un paso adelante.

—¡Mis señores! He visto sus estandartes. ¡Por sus juramentos escuchenme!

—¿Quién es ella? —preguntó Aenys Frey, uno de los muchos Frey que habían llegado poco después de que el Rey Robb dejara el castillo.

—Es la niñera del Lannister —dijo Locke.

—Soy Brienne de Tarth, hija de Lord Selwyn, el Lucero de la Tarde, e igual que ustedes, vasalla juramentada de la Casa Stark.

Ser Aenys le escupió a los pies.

—Eso es que valen sus juramentos. Nosotros confiamos en la palabra de Robb Stark, y él pago nuestra fidelidad con traición.

«Esto se pone interesante» Pensó Qyburn.

—Ya callen a esa mujer, devolvámoslo a Aguasdulces a cambio de un rescate —pidió Waldo, otro Frey.

—Roca Casterly tiene mas oro —se opuso Aenys.

—¡Matemoslo! —pidió otro— ¡Su cabeza por la de Ned Stark!

—Yo lo capturé, su sentencia me pertenece —replicó Locke.

—Si muere no será de nadie —Roose Bolton hablaba tan bajo que los hombres se callaron para escucharlo— Y por favor, Locke, recuerda que no tendrás el mando de Harrenhal hasta que yo me marche hacia el norte.

—¿Será posible que sea el Señor de Fuerte Terror? —preguntó Jaime— La última vez que supe algo de usted, mi padre lo había puesto en fuga con el rabo entre las piernas. ¿Qué hizo que dejara de correr, mi Lord?

El silencio de Bolton era cien veces más amenazador que la malevolencia de Locke. Pálido como la niebla de la mañana, sus ojos escondían más de lo que revelaban. Tras un largo rato, por fin Bolton frunció los labios.

—Veo que ha perdido una mano —dijo.

—No —replicó el Lannister— La tengo justo aquí, colgada en el cuello.

Roose Bolton extendió el brazo, se la arrancó de un tirón y se la tiró a un sirviente.

—Llevate eso de mi vista. Me ofende

—Se la enviaré a su señor padre. Le diré que tiene que pagarnos cien mil dragones si no quiere que le devolvamos al Matarreyes pedazo por pedazo. Y cuando ya tengamos su oro, eso es lo que haremos —exclamó Locke.

Sus compañeros estallaron en carcajadas.

—Excelente plan —dijo Roose Bolton, en el mismo tono que habría podido decir «excelente vino» a un compañero de mesa— Pero Lord Tywin sigue en Kings Landing y se quedará allá por varios meses, hasta que su nieto se case con esa muchacha de Highgarden.

Los Últimos Reyne | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora