Era un bonito día por la mañana. Un niño rubio, de unos 10 años, se levantó de su cama y frotó sus ojos azul cielo. Se levantó y fue directamente al cuarto de baño para darse una ducha.
Él era Naruto Uzumaki. Tenía 10 años y era un chico rechazado por su villa. ¿La razón? El terrible demonio, Kyuubi, que habitaba en su interior. Naruto no tenía ni idea de que ese demonio estaba dentro de él, por lo tanto no entendía la razón por la cual le rechazaban de esa manera.
Cuando acabó de bañarse, se dirigió a la cocina desordenada de su casa para poder comer un poco de ramen instantáneo. Se sentó y esperó 3 minutos, después se lo comió. Después de que acabara de desayunar se quedó sentado en su silla mientras miraba por la ventana de la cocina el cielo azul que se amosaba en ese día tan perfecto, perfecto para dar un paseo. Esa idea le animó un poco y sin más, salió de su casa para dar ese preciado paseo.
No era muy temprano, así que había bastante gente por la calle. Esto incomodó un poco a Naruto, ya que algunos lo miraban con asco y desprecio. Otros simplemente lo ignoraban, como si él no existiera, los otros le miraban y se quedaban murmurando:
—Míralo, es él... ¿qué hará por aquí?
¿Es que no podía dar un paseo? ¿No podía salir a dar una vuelta en su villa? También era la villa de él, al igual que la de esas personas.
No miraba por donde iba, por eso Naruto no se dio cuenta de que una persona corría en dirección a él hasta que chocó. El rubio miró a la persona que chocó con él y vio a un niño, un poco más pequeño que él, en el suelo mientras se acariciaba la herida que tenía en la rodilla que se había hecho cuando impactó contra el suelo. Naruto le tendió la mano para ayudar a que se levantara, el niño iba a aceptar su ayuda cuando la madre del niño apareció y le gritó a Naruto:
—¡No lo toques!
La madre del niño le dio un golpe a la mano de Naruto para desviarla, no quería que tocara a su hijo. La madre y el niño salieron de allí rápidamente. A lo lejos se les oían hablar:
—¿Por qué has tratado así a ese niño mami? —preguntó el pequeño que chocó con Naruto. La madre lo miró severamente y reprendió:
—Será mejor que nunca te juntes con personas como él.
Naruto sonrió con tristeza y empezó a acariciar la mano que le había golpeado la antes aquella mujer que quería que se alejara de su hijo.
—Eso ha dolido —pensó Naruto. En realidad no sabía ni él mismo si se refería al dolor de la mano o por las acciones que tenían todos los habitantes de Konoha hacia él.
Retomó el camino y empezó a andar de nuevo. Se dirigió a un parque, pero se detuvo en seco al ver que estaba lleno de niños. Algunos de ellos los conocía: Sakura e Ino, que estaban peleando otra vez por Sasuke teme; Sasuke, apoyado en una esquina con su típica expresión seria; Chouji y Shikamaru, quienes estaban hablando mientras el Nara miraba las nubes... Había otras personas , pero Naruto no se molestó en mirarlos. Rápidamente salió del parque para dirigirse al de enfrente, que estaba vacío.
Agarró un columpio y se sentó en él, después empezó a abalanzarse en él. Miraba con tristeza como los niños jugaban entre sí, completamente sonrientes y felices, mientras tanto él estaba solo en ese columpio.
De repente, Naruto se sorprendió. Una niña que estaba entre ellos le miró, pero volvió la vista algo ruborizada. Antes de que Naruto apartara la mirada ella volvió a mirar y le saludó con la mano mientras en su cara posaba una sonrisa tierna y sincera. Naruto se sorprendió por eso, pero también sonrió y la saludó, no sabía el porque, pero toda la opresión que sentía en el pecho había disminuído algo.