112/Stein

IX

Este capítulo no iba a subirlo hasta más tarde, peeero 🙊 como vi que están la mayoría de mis lectoras bellas ❤😍 que siempre me siguen, y acompañan en mis nuevos proyectos, decidí subirlo ahora ❤💞

Recuerden, es +18, queda en ustedes si quieren leerlo o no. Y además, es la continuación del capítulo 17 de Lyon. Agregué un pequeño fragmento para que sepan de que hablo ❤🙊

Ahora sí ¡Enjoy! 😏👇🏼❤

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Cuando creyó que todo entre ellos marchaba bien, que ya no habrían más celos de por medio, ya que Val no se interponía entre ellos, Ximena cancelaba su reunión, porque pasaría la noche con alguien.

Y creyó que ya no tendría que recurrir al espionaje para saber donde estaba, o quien estaba. O no poder dormir, por tener que estar esperándola.

Pero allí estaba el joven líder de la SHuM, vuelto un animal salvaje, por no saber nada de ella, ya que no respondía su celular.

Y cuando creyó que ya no podría dormir, que tendría que salir a buscarla, escuchó el auto de ella, que él le había regalado, estacionar en su casa.

No lo dudó ni por un segundo, salió a su encuentro, empecinado a que le dijera con quién estaba, quien había sido más importante que él.

Que él, el único hombre que tendría que existir en su vida. Porque sí, cuando se trataba de Ximena, se convertía en un completo irracional.

Golpeó la puerta, y esperó a que Ximena lo atendiera.

—Stein —pronunció sorprendida de verlo allí, pero sobre todo, porque estaba molesto, sin camiseta, descalzo, y sólo con el pantalón puesto.

—Tenías tu teléfono apagado.

—Sí, estaba ocupada ¿Pasó algo?

—Eso mismo te pregunto yo —le dijo caminando lentamente hacia adelante, haciéndola retroceder—. ¿Pasó algo, Ximena?

—No sé de que hablas.

—¿Con quién estabas?

—Me parece que eso no te corresponde saber. No es algo de índole laboral.

—No te lo estoy preguntando como superior, te lo estoy preguntando como amigo... Como hombre —gruñó.

La respiración de Ximena se hizo errática, especialmente, porque al llevar sus manos hacia atrás, se sintió atrapada entre Stein, y el aparador de sala.

—Stein, creo que...

Su voz se apagó, al sentir su rostro muy cerca del de ella, su cálido aliento a menta, y su mirada penetrante, que tan oscura lucía.

—¿Qué crees? Dímelo —pronunció bajo, casi rozando sus labios.

—Que tú no deberías estar aquí —le dijo débilmente, sintiendo sus piernas flaquear.

Rozó sus labios con los de ella, y luego los movió por su mejilla, hacia su oído, rozándolos suavemente sobre su piel, bajando a su cuello.

—D-Debes irte —le dijo cerrando los ojos, temblando.

—¿No me deseas?

—Stein.

Subió su mano a su nuca, y la tomó del cabello, haciéndola jadear al llevarle la cabeza hacia atrás, para que lo mirara.

—¿Me deseas o no? —preguntó ronco—. ¿O negarás lo que tu cuerpo grita? Ansioso por que te pruebe. Deseoso porque te folle.

—N-No, pero...