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Mi primer año en uno de los institutos más prestigiosos de todo Japón. Me habían colocado en la clase A. Me veía calmada por fuera y me sentía nerviosa por dentro, normalmente no me suelen importar mucho las cosas, pero aquí estoy, preocupándome por el primer día de instituto. La gracia de todo esto está en que si bajo demasiado de nivel intelectual o en comportamiento, acabaré en la clase E, según todos es así como un infierno ardiente. Me parece que exageraban hasta que los vi... todos los demás les miraban raro, le tiraban cosas, tenían que subir una alta colina para llegar a su única aula y, por si fuera poco, los profesores no parecían interesados en hacerles mejorar, era más bien como si quisieran que todo siguiese tal y como esta. No es un infierno ardiente, es algo peor.

Abrí la puerta del aula y me senté en una esquina de la última fila.

Observé a mis compañeros, no parecía que hubiera nadie fuera de lo común, por ahora. La mayoría eran personas normales y simples aspirando a ser los mejores, excepto una persona que no sabría diferenciar si era chico o chica. Me acerqué a el/ella y le dije lo más simple que se me ocurrió:

-Hola

El chico/chica me miro extrañado, así que yo lo miré. Tenía el cabello largo y azul, un cuerpo pequeño y delgado y una mirada penetrante.

-hola-contestó al cabo de unos segundos que a mi me parecieron horas.

-Soy Nikamura yuun.

-Un placer Nikamura-san. Yo soy Shiota Nagisa.

Como seguía sin saber si era un chico o una chica decidí pensar que era un chico debido a los pantalones que llevaba.

-Un placer Shiota-kun. Puedes llamarme yuun.

-Está bien... yuun. Puedes decirme Naguisa.

-Vale Naguisa-chan- dije con una sonrisa burlona y el sonrió plácidamente-. Los de esta clase parecen casi todos muy... ¿iguales? Algún día perderán la cabeza por el sistema de la clase E. Puede que yo también.

Me empece a reír. Tenía la sensación de que Naguisa pensaba que era rara, pero le eso le gustaba.

Sonó el timbre y ahí, verdaderamente, empezaban mis clases.

Naguisa me sonrió y se despidió. Yo me senté y me dediqué a observar y garabatear de vez en cundo en una libreta que siempre tenia a mano.

La clase terminó y me dirigí a mi casa, reconocí a varios de mis compañeros pero decidí pasar de ellos. Cuando estaba en frente de la puerta de mi casa, cogí las llaves y abrí la puerta. Mi madre estaba trabajando así que me dirigí a mi habitación y me puse ahacer deberes.

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El tiempo pasó, Naguisa se convirtió en mi mejor amigo y por eso me sorprendió cuando empezó a hablar con Akabane-Kun. Normalmente no solía llamar a las personas por su apellido, pero al él, en cierto modo, lo admiraba. Siempre resolvía problemas de matemáticas más avanzados de lo normal, se iba de clase cuando quería, como si no las necesitará y siempre iba con una enigmática y burlona sonrisa en la cara. Parecía como si el fuera superior, quizá por eso nunca he hablado con el, no me gustan las personas arrogantes. Se podía igualar con Asano, el hijo del egocéntrico director. Por eso me sorprendió cuando Naguisa y el empezaron a salir a menudo.

-¡Naguisa!- grité en cuando lo vi-. ¿Puedes acompañarme esta tarde a por algunas cosas de clase? Se me han acabado algunos cuadernos y tal...

-Si, claro. ¿A las 7 en el parque?

-Por supuesto- Dije con una sonrisa.

-No llegues tarde- le sonreí y me fui.

Me dirigí a mi casa, fijándome en los cerezos que había a mi alrededor. Me gustaba mi calle, era una calle sin salida , luminosa por el día y oscura por la noche. Me tumbé en el sofá y esperé a que pasará el tiempo, y sin saberlo me dormí.

Karma x readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora