Capítulo 4:

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Narradora:

Había pasado exactamente un mes desde que Haru Yoshida había regresado a clases metiendo en aprietos a ______ Giambrone en más de una ocasión, desde meterse en pequeñas riñas y desnudarse frente a la clase. Independientemente de ello intentaba tenerle paciencia pero; no le agradaba del todo tenerlo cerca todo el tiempo ya que tecticamente el único lugar en el que podía estar sola era el baño y eso era un milagro. No le agradaba tanto la actitud del chico pero por desgracia no podía contradecir su promesa, pero digamos que eso le había causado problemas con su madre al siempre llegar tarde al pasar tiempo fuera de casa y no justificar sus salidas como lo hacía anteriormente, estaba al borde de un colapso nervioso tomando en cuenta que los exámenes estaban posiblemente tomaría un descanso cuando todo aquello terminase. Pero era imposible en ese instante teniendo al azabache picando su mejilla sin parar mientras ella comía algunas galletas, tragó aquel bocado antes de dirigirle una mirada de pocos amigos. Puede que ella fuese paciente pero el chico estaba comenzando a ser una carga, al ser más infantil que que hermano mayor y más fastidioso que au primo (que por cierto; contaba con seis años). Eso le recordaba que tenía algunos textos que redactar o de lo contrario no recibiría más pedidos y eso significaría que no tendría el dinero suficiente para la próxima convención de anime que abría.

-Si quieres una galleta sólo dilo y deja de picarme la mejilla...-murmuro mientras lo analizaba y al notar un folleto. Adivino lo que este queria-... y si estar pensando en llevarme a una de tus locas aventuras; no estoy disponible, últimamente siempre pasó tiempo contigo y necesito redactar algunos textos. Además los exámenes están cerca y necesito estudiar.

El chico parpadeo un par de veces ante las palabras de su contraria. Era raro verla tan seria tomando en cuenta que siempre intentaba ser amable con el, hizo un puchero intentando convencerla pero al ver que aquel semblante serio no desaparecía simplemente colocó el volante sobre la cara de la más baja.

-¡Vamos!-exclamó- ¡Acompañame! ¡Estamos hablando de monjas!

-Me vale...-hablo la chica mientras se quitaba el volante del rostro -Puedes hablar de santos o dioses, pero no tengo tiempo; tengo que estudiar para los exámenes y redactar unos textos. Será para otro día.

El chico tenía una carita de perro abandonado y tomo a la chica por los hombros sacuediendola.

-Por favor...-rogo el chico a lo que está negó- ¿Porque no?

-Ya te explique que estoy ocupada-respondio mientras apartaba al chico-... además me metí en problemas con mi madre. No puedo salir por el momento.

-Oh... ¡Vamos!...-rogo nuevamente-... te ayudare a redactar y a estudiar si lo necesitas, pero acompañame por favor. Incluso le pediré permiso a tu madre; eres mi única amiga.

Se vio tentada a aceptar. Pero tenía que mantenerse firme ya que el chico no siempre se saldría con la suya. Además desde que llegó nunca lo vio tomar un libro o prestar atención a clases y eso le hacía desconfiar de sus palabras; así que negó nuevamente mientras se levantaba de su asiento.

-No puedo... será para la proxima; no me siento bien...-se excuso la azabache mientras desviaba la mirada.

Escucho un suspiro de parte de su contrario y como la banca se recorria y en menos de lo que esperaba el chico se encontraba incado frente a ella. Tomando con delicadeza sus manos entre suyas, mirándola como aquel día en el que declaró sus sentimientos hacia ella, un escalofrío la invadió y podía escuchar sus propios latidos acelerados resunbando en sus oídos y ante la cercanía de este el color abandono sus mejillas. No había pensado en aquel momento desde que el regreso a clases, como si su mente lo hubiese olvidado a propósito para hacer las cosas menos incómodas entre ambos, eran pocos los momentos de lucidez de parte del chico y realmente los apreciaba. Pero nunca lo admitirá en voz alta, para cualquier chica en su lugar este momento sería sumamente romántico, pero ella no era como las demás chicas y sólo evitó hacer una mueca de incomodidad, no es algo fácil saber que un amigo está enamorado de ti. Nunca se acostumbraria a ello y quizás por ello siempre se sentía culpable al estar a su lado a sabiendas de sus emociones.

Stubborn boy [Haru Yoshida y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora