Alex Høgh Andersen is The Type of...

Imaginas/02.

"New"

Mirabas a la gente pasar de manera apresurada, otro día acababa de comenzar y tú solo sentías morir lentamente, odioso lunes...

No tardaste mucho en arreglarte y caminaste a paso tranquilo hacia el instituto. El día estaba extrañamente nublado y te ponía de mejor humor, amabas los días nublados.

Notaste que iba a empezar a llover así que te distes prisa y alcanzaste la institución en menos de un minuto.

Al entrar nadie te saludó, normal, tampoco es que hablases mucho y menos con una panda de tontos que se creían muy maduros para su edad.

Te sentaste en tu pupitre y apoyaste tu cabeza en la mesa; rezabas para que la mañana pasase rápido.

Lograste cerrar los ojos unos minutos hasta que el chillido de una chica se oyó en la clase, por lo que pudiste ver el profesor había llegado y no venía solo.

Un muchacho de ojos azules como el mar, alto y de pelo castaño se alzaba con total seguridad delante de la clase.

Genial, pensaste, otro egocéntrico.

El chico se presentó con una sonrisa que provocó que tu estómago empezase a sentir como cosquillas, dios, era guapo, muy guapo.

—Bien Alex, busque un pupitre y siéntese —dijo el profesor Mark —Yo vendré en unos minutos.

La figura de una castaña se posicionó delante de ti impidiendo que miraras al chico nuevo. Oíste cómo le preguntaba si quería sentarse con ella, pero de una manera muy graciosa el joven lo rechazó.

—Es una pena —habló Lindsey haciendo un horrible puchero—No quedan más sitios.

—Y...¿Qué hay de ese? —Alex señaló hacia tu pupitre y sin esperar respuestas se sentó a tu lado y te miró con una sonrisa.

—Hola, soy Alex, un gusto —su voz sonaba algo grave y te provocó un sonrojo que de seguro se vería de aquí a Estambul —Tú eres...

—Lynn, me llamo Lynn —te recompusiste en el asiento y agachaste la cabeza avergonzada.

Dios, no me dejes cargarla.

—Bonito nombre, perfecto para una bonita chica —dijo en un guiño.

Eso te enfadó.

—Deberías saber que esas frases para ligar ya están pasadas de moda.

—No estoy ligando —carcajeó — Solo digo lo que pienso.

—¿Eres así con todo el mundo? —preguntaste.

—Sí, y creo que deberías acostumbrarte, todo lo que digo es lo que siento, nunca lo dudes.

Os mirasteís el uno al otro y por unos momentos sentiste una conexión hacía él que incluso te dio algo de miedo.

¿Quién era ese chico y qué estaba provocando en ti?

Bajó su vista hacia tus labios y te sentiste derretir, te miró con esos ojos azules y volvió la vista hacia su mesa rozando apenas su mano con la tuya.

No sabías por qué, pero Alex no dejó de mirarte en toda la mañana y eso, en cierto modo, te hizo sentir la persona más bella del planeta.