El principio del fin

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—Yo... No creo que podamos vernos otra vez.
Rusell miraba con intensidad al bello adolescente que ahora hablaba con miedo y que había traspasado las barreras morales...
Ziohn se había enamorado de un hombre mayor, su primer amor gay era un hombre diez años mayor que él quien apenas tenía quince años.
Ambos cometieron errores en esa relación.
Rusell se arriesgó en todas las formas posibles al entregar su corazón por entero a un muchacho menor de edad.
Ziohn se involucró en una relación "madura" cuando él mismo no había madurado.
Y ahora ahí estaban, frente a frente, uno tratando de poner la mayor distancia posible y el otro agarrándose con fuerza a lo único bueno que tenía en ese momento.

—¿A qué te refieres?, Rusell no reconocía su propia voz, sonaba tan inseguro, tan vulnerable. Odiando la incertidumbre que crecía como una ola gigante en su interior.

Ziohn evitaba la mirada de Rusell, su corazón palpitaba mientras se rompía. Sus padres amenazaron con denunciar a Rusell sino terminaba esa relación y a él lo enviarían lejos. Y Ziohn tan joven y fácil de asustar aceptó la idea de romper un corazón que tarde o temprano sanaría, a romper una vida.
Crecería y solo esperaba ingenuamente que Rusell pudiera esperar por él.

—¿Qué parte de no podemos seguir viéndonos no comprendes?, sí, Ziohn se odiaba a sí mismo por comportarse como un imbécil, por no tener el valor de decirle a su adulto novio que no podían seguir viéndose porque sus padres amenazaron con denunciar al hombre que amaba.
Al único que lo comprendía.

Rusell vio con incredulidad a Ziohn. No se tragaba ese argumento tan infantil, tan escueto, porque el muchacho no era así.
—¿Qué sucede Ziohn?, el muchachito bajó la mirada, quería aferrarse a aquel cuerpo que tanto amaba, quería abrazar a Rusell y no dejarlo ir, cobijarse en el para sentirse seguro.
Ziohn levantó la mirada inundada de lágrimas mientras la mandíbula la tenía apretada mordiendo aquellas palabras que ya no saldrían convertidas en sentimientos que solo él conocía.

—Sucede que ya no te amo, solo fuiste el adulto con el que quise experimentar, pero estoy aburrido.
Rusell no pudo contenerse y dio una fuerte bofetada a Ziohn que se llevó lamano a la cara. Las lágrimas nunca cayeron, en cambio un brillo intenso cubrió los suaves ojos.
Rusell se detestó al ver por un segundo la mirada asustada de Ziohn, pero esa mirada asustadiza se desvaneció tan rápido como vino y fue reemplazada por frialdad...
Era verdad, el adolescente lo había usado.

Bien Ziohn, no te molestaré otra vez, después de todo solo eres un niño más al que disfruté corromper.
Ziohn escuchó cada palabra que dolió más que las costillas magulladas debajo de su camiseta. La mirada de odio que Rusell le dio era tan real que le deseó estar muerto.
Pero era lo que era y no había vuelta atrás.

Rusell sonrió con ironía y se alejó dejando a Ziohn con miles de explicaciones que sabía, este no le daría.
No había perdido nada. Tenía una fructífera carrera como escritor, tenía hombres que se le ofrecían sin pudor y complicaciones.
Tenía lo que quería, no necesitaba a un estúpido adolescente que le complique la vida.





—Te ves del carajo Russy, la empalagosa voz de Dante le molestó a Rusell.
El hombre se le insinuaba a cada segundo. Y es que a un mes de haber sido dejado por Ziohn, este aún no se encontraba de ánimo para salir otra vez.

—No he tenido una buena semana, sonrió a medias mientras fingia escribir algo en su laptop.
Dante ni por un momento se creyó su treta de escritor inspirado.

—Salgamos Russy, una copa no te va a hacer mal.
Rusell suspiró, sabía que Dante no lo dejaría en paz.

—Está bien Dan, te veré en vodka club, la sonrisa de Dante fue de total triunfo.
El joven pasante de literatura había sospechado que el escritor tenía una relación, y ahora el semblante desolado de Rusell le confirmaba a Dante que Rusell estaba soltero.

Traer de vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora