Traer de vuelta

Una parte de ti

De regreso al hotel Ziohn decidió que era suficiente, en el aeropuerto compró su boleto de regreso, era hora de volver a quemar el puente y colocar un enorme letrero que dijera" PROHIBIDO RETORNAR".

Unas semanas después Ziohn llamó a su hombre de confianza,— ¿Cómo está el personal de la editorial César?, Ziohn se anudaba la corbata mientras la imagen en el espejo le devolvía la forma de un arrogante y orgulloso hombre.
El altavoz del teléfono estaba prendido.

—Bueno, todo marcha de acuerdo a lo esperado, el señor Arambula ya se retiró, realmente su ayuda es invaluable, solamente hubo un detalle que ha consternado a casi todos en la editorial, el silencio que hizo César alertó a Ziohn quien apretó el botón y tomó la llamada.

— ¿Qué sucede entonces César?, Ziohn trató de visualizar algunos panoramas poco favorecedores en donde la empresa recién adquirida se tornara en un monstruo inservible.

—Es sobre uno de los escritores, Rusell Villagrán, Ziohn se frotó la cara con una mano, no podía comprender qué era lo que sucedía con Rusell, al cual no había evocado desde su último encuentro.

— ¿Qué sucede con Rusell Villagrán?, la garganta se le cerraba solamente con pronunciar su nombre el curso no creyó volver a escuchar.

—Bueno, es pertinente hacer una demanda por incumplimiento de trabajo, lo malo es que se le ha llamado y le hemos enviado notificaciones, pero es inútil, el tipo no responde.
Revisando la hora en su Smartphone, Ziohn comprendió que ya se le hacía tarde y él era muy estricto en cuanto a la puntualidad.
—Escucha, tengo una cena con el ramo empresarial, procuraré viajar mañana y entonces tomaré las acciones pertinentes.
Despidiéndose Ziohn terminó la llamada y fue como zombi hasta su cama en la cual se sentó.
Había decidido viajar hasta su antigua ciudad, su cerebro y su boca no se pusieron de acuerdo y por lo tanto, su corazón tomó el control.
Estaba jodido porque el maldito órgano exigía un cierre para poder continuar su vida.

Rusell viajaba de la consciencia a la inconsciencia, su mente divagaba y hablaba con Dante, su hermoso Dante y peleaba con Ziohn, el hombre frío que ahora se mostraba tan invicto como una columna griega.
No recordaba cuándo había comido y para hundir más a Rusell, llevaba cerca de cinco días que tomaba tan continuamente.
Como entre sueños escuchaba que el teléfono sonaba, los sobres membretados con el logotipo de la editorial mostraban que le buscaban para seguramente advertirle de alguna acción legal por parte de la empresa. Orquestado por el nuevo dueño. No podía creer el inmenso odio del joven magnate.
Por fin después de tantos años, Rusell se envalentonó y buscó como desesperado información sobre Ziohn.
En las redes se narraba como el muchachito repudiado por sus padres a causa de su orientación, había huido de casa y había pasado por enormes penurias, desde hambre, abusos laborales por parte de empleadores inconscientes, hasta el tener que vivir en las calles.
También se narraba como este joven hombre era una rara mezcla de suerte, olfato para los negocios, buena administración y un carácter férreo.
De su vida personal poco se decía.
Parecía no haber algo más después de eso. Solamente se escribía de sus prodigiosos logros en el ramo de bienes raíces, comerciales y empresariales.
—Maldito, murmuró Rusell, mascullando palabrejas ininteligibles, —seguro ahora regresaste para burlarte de mí.
La voz pastosa de borracho, la verborrea incoherente eran parte del lamentable estado de Rusell.
Tambaleante, se dirigió hasta sus retratos y tomó la foto de Dante, y lloró por todo lo que nunca fue, lo que nunca podría ser y lo que él era ahora, un borracho, un escritor acabado.
Aramis maulló, Rusell reverentemente asentó la fotografía y acarició al inoportuno gato. —Vamos compañero, limpiando sus lágrimas Rusell se encaminó hasta la cocina. 
Las croquetitas se desparramaron en el suelo al servirlas, y el gato ávidamente las comió. 
Sintiendo otra vez la necesidad de tomar, engulló un trago largo y pesado.