Traer de vuelta

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Rusell escribía en un diario que le habían proporcionado. De manera arrogante pensó que era infantil hasta que le pidieron que escribiera como si le hablara a amigos, familiares y personas a las cuales les hizo daño entonces empezó a escribir unas pobres líneas.
Las primeras dos semanas Rusell creyó morir, se sentía jodido y lo que le seguía, encontrar las palabras para expresar tanto, parecía una tarea descomunal y agotadora.
Terminaba tan cansado, tan exahusto.
Y las terapias eran la parte más difícil.
Tener que decir lo pendejo que había sido y desnudarse emocionalmente era la parte más humillante del proceso.
Enfrentarse al fantasma emocional de Dante, hubiera querido que el proceso sea como en las películas en donde el fantasma de Dante le hable y le diga que lo perdonaba y que deseaba que sea feliz, eso no fue así.
Tuvo que enfrentar de la peor forma el aceptar su egoísmo, su culpa y sobre todo su responsabilidad en sus acciones. Expresar todo eso lo atormentaba, pero nunca alguien lo juzgó y poco a poco se fue identificando con los integrantes.
Unos lo reconocieron y lo trataban como celebridad, cosa que fue amonestada por los terapeutas y sirvió para mostrar que una adicción no respeta estratos sociales, ni sexos, ni edad.
La parte más difícil fue soportar la reacción de su cuerpo a la abstinencia.
Los temblores, el mal humor, el dolor corporal.
La neurosis por la abstinencia era atroz, por las noches el sueño no parecía llegar, no había dormido bien, sin una gota de licor, su mente se enfrentaba a la realidad.
Hubo muchos días en los que se deprimió tanto que quiso morir, agradecía a esas personas que soportaron su mal humor.
Otras veces estuvo a punto de pedir que llamaran a su contacto... Ziohn,y ahí es cuando la cosa se ponía más sería. El terapeuta le preguntó por la relación con Ziohn.
En ese momento la herida se abrió y explotó como un furúnculo lleno de pus.
—Creo que ustedes deberían hablar sobre lo sucedido hace diez años. Hay muchas cosas que aclarar, pero sobre todo es perdonarse, y tu Rusell Villagrán, debes aceptar que las cosas sucedieron porque tenían que suceder, ya no hay vuelta atrás, ahora se trata de decidir qué es lo qué harás con esta oportunidad de recuperarte y recuperar tu vida.
Rusell pasó la noche despierto, a la mañana siguiente empezó a escribir en la sala de cómputo, tenía un libro que entregar y ahora tenía el tiempo, además de que escribir siempre le ayudaba a ahuyentar a los demonios.
Sus dedos en un principio se sentían rígidos, torpes, pero no desistió, solo para muchas horas después ser llamado a comer y luego a cenar y cuando el sueño no llegó, escribió y escribió hasta que en dos semanas casi había terminado.
Su mente estaba más clara, su humor tal vez nunca volvería a ser el mismo, pero ahora estaba mejor. Al menos ya no se le antojaba comerse a las personas de un solo bocado.
—La próxima semana será el día en que por fin reciban visitas, les recomiendo que usen inteligentemente ese tiempo, si necesitan escribir lo que le dirán a sus personas en la lista, háganlo, pero sobre todo hablen.
Rusell escuchaba atento, recordando su época de estudiante, cuando escuchar indicaciones era más fácil que llevarlas a cabo.
— ¿Otra vez sin poder dormir?, el amable terapeuta se sentó junto a Rusell quien siguió en lo suyo sin prestar mucha atención, —vaya, eso que escribes es genial.
Rusell por fin hizo una pausa y releyó lo que había escrito.
—Gracias y esto se lo debo a Ziohn, él terapeuta sonrió.
—Este Ziohn, ¿está en tu lista de personas?, Rusell miró más allá de la pantalla.
—Sí, lo está, el terapeuta le dio un apretón de hombros a Rusell.
—Bien, asegúrate de mantener a este muchacho como un buen amigo.
Rusell suspiró y asintió.
Todo parecía tan fácil, pero todavía había mucho camino que recorrer.

Ziohn terminaba de darle de comer a Aramis, con una caricia dejó comer al animal. Al día siguiente de que Rusell se internó en rehabilitación, Ziohn aceptó la oferta de ir a vivir en su casa temporalmente, ayudó con la limpieza, porque aún quedaba mucho por hacer y una vez el lugar estuvo limpio Ziohn se sentaba en el comedor para recibir llamadas y tener reuniones en línea. Cuando recibió la invitación de Rusell para visitarlo después de un mes, Ziohn se sorprendió bastante, pero aceptó gustoso.

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