AoSaku

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»Beso en la cabeza«

Aomine sabía que era afortunado, sabía que tenía la mejor de las suertes teniendo a su alrededor a personas que lo amaban y lo querían apesar de que aveces las sacara de quicio ó se comportará como un mismísimo cabron.

Lo agradecía, tener amigos que aguantarán su pesada actitud, sus bromas y chistes de mal gusto, tener unos padres increíbles que lo apoyaban en todas sus desiciones, en sus gustos y preferencias, tener entre todos ellos a Ryou.

Si, maldición, ese chico super inteligente y jodidamente adorable y lindo que era su compañero de clase.

No sabía como es que siendo un idiota podía tener tanta suerte atrayendo a  personas muy buenas a su vida, talvez necesitaba personas así a su alrededor para no terminar siendo un desastre.

Y ahí estaba él, como en su primer y segundo año de universidad, olvidado meter un simple lápiz a su mochila, y lo peor de todo eso esque había olvidado por igual los bolígrafos.

Un suave "shish" se escucho a su alrededor y él, con nada mejor que hacer giró, encontrándose con la persona más bonita que habían visto sus ojos, era un chico, este trataba de no mirarlo directamente a los ojos y estiraba su larga pero delgada mano ofreciéndole un lápiz y un bolígrafo.

En verdad era suertudo, Aomine lo miró de arriba a bajo, notando que el chico no era bajo pero -grito de emoción en su interior- sí era más bajo que él.


Llevaba un simple pantalón y un enorme sueter que decía fungi en el centro, Daiki no le tomó mayor importancia a eso cuando vio las pequeñas -jóder, hermosas- clavículas del castaño.

Él era un suertudo pero también sabía que era un poco bastardo, su mejor amiga lo mataría cuando le contará acerca del lindo chico de pestañas enormes que estaba en su misma clase, pero ya no importaba, él era así y no cambiaría por nada.

Sus primeras palabras fueron:

–Bonitas clavículas chico hongo, son las más sexis que e visto en mi vida.

Y girando de nuevo hacía el frente tomó los bolígrafos con su mano.

Si, lo admitiría en voz alta, Daiki había tenido demasiadas experiencias íntimas para saber cuando unas clavículas eran sexis o no, y esas eran las mejores que había visto.


Sonrió complacido al notar por el rabillo del ojo como el pequeñito se sonrojaba hasta las mejillas.

Daiki agregó a su vida a otra maravillosa persona, no pasó ni una semana cuando supo que se llamaba Sakurai Ryou.

Ja, no sólo su nombre era sexi, todo él lo era completamente pero este parecía no notarlo para nada, no notaba lo bonitos que eran sus delgados labios, no notaba que cuando parpadeaba confundido sus pestañas irradiaban brillo a través de sus ojos miel, no notaba lo suave que parecía ser su piel, lo tentador que se veía cuando con sus dedos tiraban de sus largos cabellos tras su oreja, no notaba que su corto cabello hacia ver su pálido cuello, no notaba que muchos lo miraban, no notaba lo hermoso que se veía en sueter, lo irresistible que lo hacían ver los lentes al llevarlos puestos y cuando dejaba su timidez para actuar -por momentos- inteligente, el moreno explotaba.

«You and Me» [KnB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora