Capitulo 2

783 52 4
                                    

Andrei POV

Suspiré observando las micros pasar mientras el paradero poco a poco iba quedando un poco más vacío. Gente volviendo de sus trabajos, centradas en sus teléfonos y totalmente ignorantes de lo que pasaba fuera de sus burbujas personales. Ni siquiera metí las manos en mis bolsillos, no era que la plata me faltara, pero tampoco me sobraba como para darme grandes lujos.

Tomé la guitarra de nuevo y el amplificador y en cuanto la micro paró, subí pidiendo permiso y metiéndome entre la gente hasta poder ubicarme

— Buenas tardes a todos, espero no importunar su viaje, vengo a regalarles un poquito de música— sonreí sintiendo que mis ojos se arrugaban ligeramente, mamá decía que mi sonrisa era demasiado expresiva y linda, así que ¿Para qué negarlo? La usaba como un arma extra en mi trabajo.

Entoné una canción de Camila Gallardo, a veces me aventuraba y deleitaba oídos cantando una de mi amada Amy, pero sinceramente, sabiendo que la mitad de las personas me estaba prestando atención, esforzarme en cantar una de mis canciones favoritas era una pérdida de tiempo, ellos no merecían tal regalo cuando ignoraban hasta la persona que iba parada a su lado.

Bajé del micro justo en la calle Pionono, estaba en Santiago hace 7 meses, no vivía bajo el Mapocho pero tampoco en una mansión, y sinceramente, saberte solo en una ciudad gigante no es lo más confortante del mundo.

Mi celular sonó y suspiré con algo de fastidio, ¿Por qué la gente hacía como que le importabas, cuándo no era así? Era casi sofocante que mi padre quisiera hacerse ahora el preocupado, cuando ambos sabíamos que la relación entre nosotros estaba lejos de estar lo que se decía "bien". Ignoré el sonido hasta que ceso, hace mucho había aprendido que estaba solo, y así había aprendido a vivir, no necesitaba a nadie que me hiciera "compañía", me tenía a mí, mis pulmones y mi voz, era todo lo que necesitaba.

Caminé con calma por las calles, de seguro iban a ser cercano a las 21:00 horas, quizás un poco más tarde y ni siquiera sabía dónde pasaría la noche, sonreí cuando el nudo se instaló en mi garganta, no era que me hiciera gracia, pero había aprendido a reír en vez de llorar, y hasta ahora me había funcionado excelentemente como arma de defensa.

Saludé a un par de garzones, esos típicos chiquillos que están fuera de los pubs, ofreciéndote los happy hours, las promos y te persiguen un par de pasos hasta que logras hacerles el quite, a mí, a veces me caían bien, a veces entendía a la gente que rodaba los ojos y rezongaba por lo bajo tratando de ignorarlos, aun así me causaba risa, eran ellos los que a veces te dejaban cantar fuera de los locales, bajaban la música del interior y te daban un ratito, cuidaban que los pacos no vinieran a sacarte, e incluso que algún cliente se fastidiara por la presencia de un artista callejero.

Instalé el amplificador, conecté mi celular y dejé la guitarra apoyada en la pared mientras los acordes de Back to Black empezaban a sonar, cerré los ojos para conectar con la emoción y comencé a cantar, sabía que unos cuantos tomarían atención y otros tantos estarían más entretenidos en sus conversaciones, pero esto era lo que amaba, llenar oídos con la hermosa música de Amy, era lo que me identificaba, era mi musa.

Sonreí y estiré mi mano un par de veces, moviéndola en el aire mientras entonaba la canción, algunos me observaban y asentían, comentaban entre ellos, miradas se encontraban con las mías y asentían sonriendo, esto era mi futuro, cantar, llenar cada rincón de ciudades con mi voz, nutriendo de buena música a los visitantes del barrio que cada vez se iba haciendo más concurrido.

Cuando acabé, algunos aplaudieron, dí las gracias y pedí la cooperación correspondiente, era lo que hacía para conseguir un techo donde pasar la noche, era un viajero, a veces tenía donde estar, otras veces no, pero al menos el clima aún no estaba tan frio, por lo que deambular de noche por Santiago no era un gran sacrificio.

Martín tomó mi hombro cuando acabé, lo había conocido hace unos meses y nos habíamos hecho buenos conocidos, nos sonreímos mutuamente y él fue el primero en hablar

— ¿Has tenido un día duro? Anda y pasa, yo invito la cerveza hoy día y puedes comer algo— dijo haciendo un movimiento con la cabeza, quizás era homosexual, igual que yo, pero sus intenciones siempre eran buenas y una que otra noche me invitaba a un trago

— Deja terminar acá y entro, no quiero perder la paga de la noche— dije riendo un momento mientras agradecía cada moneda que me llenaba la palma y guardaba el dinero en mi bolsillo — ¿Crees que puedan cambiarme las monedas? Es menos peligroso andar con billetes— dije arrastrando el parlante dentro junto a la guitarra mientras él asentía. Me acomodé en una de las butacas del bar y dejé que me sirviera la cerveza junto a un plato de salchipapas recién hecho, el estómago me rugió al sentir solo el aroma, le agradecí con una sonrisa comenzando a comer

— ¿No has pensado subir tus presentaciones a alguna página? El otro día estaba oyendo que parece volverá ese programa de talentos que daban hace años.. Rojo, creo que se llama, ¿No te postularías? Yo creo que te iría bien— dijo mientras juntaba el dinero en torres iguales para contabilizarlo y cambiarlos por papel. Mastiqué y me encogí de hombros

— No sé, a veces creo que mi talento no sería demasiado valorado en esos programas, además, ¿Aceptarían un gay? Es decir, la sociedad chilena es un poco cartucha, a lo mejor no están preparados para oír a alguien como yo— dije sinceramente porque, era la verdad, y muchas veces me habían tratado hasta de "anormal" por mis preferencias sexuales.

— No seas tonto, yo creo que te iría bien, y en todo caso, si no pruebas no sabrás... Piénsalo, la tele te abre miles de puertas, a veces son los únicos medios donde un cantante puede darse a conocer, ¿Te imaginas luego? Viéndote en esos programas de farándula y todo— ambos reímos y yo solo negué dándole un sorbo a mi cerveza

— De seguro mi papá terminaría de estar muy feliz, sabiendo de su hijo homosexual y más encima, estrella— dije sonriendo mientras agitaba los dedos, suspiré meditándolo un momento — ¿Tienes mi teléfono? Podrías avisarme si sabes algo más de las postulaciones... Prometo que lo pensaré.

— Esa es la actitud de un artista, eres bueno Andrei, de seguro estarás ahí cantando las de Amy— movió sus cejas y estiró el dinero a través de la barra. 35 mil pesos y monedas, no estaba mal y de seguro mañana en la noche me iría un poco mejor

— ¿Crees que pueda regresar mañana? Igual ahora ya me voy, porque si no se me hace tarde y la vieja de la pensión no es muy amigable cuando llego pasado medianoche— dije alzando las cejas y arrugando la nariz, él solo rió un momento y asintió, asegurándome que podía ir cuando quisiera, aquel lugar siempre me daría la bienvenida.

Me despedí de él y salí del local con mis cosas a cuestas, bostecé un momento y tarareé con calma mientras caminaba y me perdía en la noche. ¿Yo en Rojo? ¿Por qué no? Aún no había algo que se me hiciera imposible, y quizás era una oportunidad de cambiar mi vida.

EncontrándoteWhere stories live. Discover now