|Capítulo 4|

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—Hey, linda—La llamó Luke mientras la seguía—Espera, lo lamento… no quería que pensaras que…

—Te lo dije, no me importan tus explicaciones

Luke negó con la cabeza, esa chica era peor de lo que creyó… ¿Qué había dicho? Sólo la había alagado, ¿Que no era eso lo que le gustaba a las chicas como ella? Claro, pensó que le molestaría si le decía que tenía unas buenas curvas o un buen trasero, pero no que se molestaría si le decía “Linda”.

—Buenos días Luke, buenos días ________(TN)-

________(TN) miró a la pequeña que venía bajando la escalera con cara de sueño. Suspiró y se acercó a revolotearle el cabello.

—Buenos días, cariño—La saludó el chico—¿Cómo durmió la niña más hermosa del mundo?

—Bien—Respondió la pequeña—

—Lucy, ¿Tienes hambre?—Preguntó ________(TN)—

—Si

—¿Te gustan las tostadas con mantequilla?

—Son mis favoritas—Sonrió hambrienta—

—Iré a prepararte unas—Le dijo y se fue a la cocina— 

—Preciosa…—La llamó Luke—

—¿Qué quieres?—Le preguntó de mala gana—

—No quería que te enojaras—Frunció el ceño—Lamento si te ofendí

—Vale, como sea

—¿Puedo recompensártelo?

—No lo creo

—Oh vamos, dije que lo sentía… hablo en serio

—Bien, perdonado ¿Feliz?

—Oh, no seas así de antipática, preciosa…déjame recompensarte… te invito a ese restaurante francés que tanto te gusta

Había dado en el blanco, si había algo a lo que no se podía resistir desde que tenía 7 años, era a la comida de ese restaurant. Le sorprendía de sobremanera que él lo recordara. Evitó sonreír; él aún recordaba algo, al menos había sido un poco importante en su vida.

Claro, porque cuando tienes 8 años, nada es importante, todo es un juego, y todo es inocencia, todo es lealtad.

—No es necesario

—Claro que sí, podemos llevar a mis hermanos, también les gusta esa comida

Bueno, eso sería un peso menos; no tenía ninguna intención de quedarse a solas con el engreido de Luke.

—Bueno, está bien—Hemmings arqueó una ceja—

—¿Ahora aceptas? ¿Por qué te dije que irían mis hermanos? ¿Que acaso me tienes miedo o algo?

—Más que miedo, es repugnancia, sin contar de que no me agradas para nada

—¿Sueles ser siempre así de directa? Vale, yo no te puedo llamar linda pero tú sí puedes llamarme repugnante

—Eso es diferente

—¿Por qué es diferente?

—Porque tú te mereces que te lo diga ¿O crees que no conozco tu reputación? Todo el mundo conoce tu reputación

—¿Y cuál es, según tú?

—Eres un mujeriego, o sea que tengo argumentos para decirte repugnante

—Oh, pues si estamos con esas, tú eres sumamente guapa, entonces sí tengo argumentos para llamarte linda

—No es igual, y ya basta con tus halagos. Quizá con las perras con las que acostumbras andar le encanten, pero a mí Hemmings, me molestan

La Niñera | Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora