5. SEBASTIAN STAN

7.6K 298 10
                                    

- tus manos sobre mi:

Sebastian era mi "mejor amigo" aún sabiendo que esa no era la manera correcta de describir nuestra relación yo lo consideraba cómo tal ya que, había estado presente en los momentos más complicados en toda mi vida, había estado para darme su hombro para llorar y su compañía para reír y disfrutar juntos. Pero hubo un momento en todo aquello en que los dos decidimos sumergirnos en el sexo casual, y desde ese entonces habíamos creido que todo lazo fuerte que formamos se iba a romper debido a ese acto, pero estábamos muy equivocados.
La solución vino como anillo al dedo, y sinceramente no era algo tan complicado de explicar, éramos amigos con derecho, los mejores amigos con derecho. No había sentimientos involucrados, lo pactamos de esa manera y se mantendría así no importando lo que durara lo nuestro. Y no, mucho menos habría ese cliché de que uno caería enamorado y todo se tornaría romántico, lo nuestro estaba muy lejos de llegar a aquello.

El amor era totalmente apestoso, y ni siquiera todos los años juntos como amigos nos ayudarían a que eso cambiara, punto final.

Mi espalda había chocado con mucha brusquedad contra la pared de la cocina, él me había aprisionado contra ella y su cuerpo. Sus ojos vagaron por todo mi rostro hasta tomarme de el con ambas manos y proceder a besarme con voracidad, totalmente sediento.

— Te deseo _____ te deseo tanto, preciosa. — gimió entre palabras disponiéndose a saborear ahora mi cuello.

Le abrí paso por éste tirando de mi cabeza hacía un lado, mis manos estaban alrededor de su cintura, apretando su camiseta muerta por la exitación. Sebastian tomó un puñado de mi cabello para dirigir nuevamente a mi cabeza para tomar mis labios entre sus dientes, tiró de mi labio inferior provocando que una punzada se dirigiera a mi zona íntima, sentía cómo el espacio entre mis piernas al pasar de los minutos se humedecia cada vez más, me ponía tanto que él lograra mojarme así, con esa actitud que tiene a la hora de intimar, es perfecta. Cálida pero voraz, brusca y extremadamente placentera.

— ¿Y qué esperas para tomarme entonces Seb? — me separé con velocidad de su cuerpo tomando cada uno de los botones de su camisa, liberando así a su torso a la interperie. Mordí mis labios apreciandolo.

Había visto el mismo torso un millón de veces anteriores y podría decir que no me aburro de hacerlo, ni de verlo, ni de sentir aquella suave sensación al pasar mis manos sobre él, pero hoy, hice algo distinto. Con mis labios hice un recorrido húmedo y lento desde sus clavículas hasta la mitad de su abdomen, deteniéndome aveces para mirar arriba, Sebastian tenía su cabeza echada atrás con sus dientes blancos haciendo presión en sus rosados labios, aquellos que recientemente había besado con deseo.

— No esperes más, nena. — dijo él acariciando mi cuero cabelludo, invitándome a hacer lo que con muchas ganas estaba esperando.

Así que atrevidamente tire de sus pantalones de vestir hasta que cayeron a sus tobillos, y continúe bajando su bóxer blanco hasta lograr liberar su miembro erecto, era jodidamente perfecto, y ahora que lo tenía justo frente a mi una sensación poderosa invadió a mi ser, apresuradome a darle lo que tanto quería.
Así que tomando suficiente aire metí a su prolongada longitud en mi cavidad bucal, mientras intercalaba el movimiento de mi boca, con una buena masturbación que no hacía más que excitarlo y llevarlo al borde.

Escuchaba sus jadeos claros y constantes, sentía a su mano apretarse cada vez más en el puño de cabello que tenia sujeto, haciéndome una improvisada coleta.

— Est-estoy a punto ______ tan sólo no pares. — pidió totalmente pérdido.

Un último gemido se hizo presente en el pequeño espacio dónde estábamos dando a entender que estaba llegando al límite, con ímpetu saque su miembro de mi boca pero no deje de masturbarlo para que se liberara justo en mi lengua. Mire hacía arriba contemplando su gesto mientras me observaba tragar todo su semen. Estaba completamente embobado.

Su respiración cambio de ser errática a una más relajada, pero esa calma no duró demasiado.

Sus manos me tomaron levantándome del piso dándome la vuelta para que mi rostro impactará de lado contra la pared, sabía exactamente lo que significaba, aunque nunca dejaba de sorprenderme lo mucho que podía llegar a durar cogiendome.

— De verdad creí que habías terminado. — le dije en un tono sarcástico que logró sacarle una risa sensual.

— Estas equivocada si piensas que terminaré sin antes haberte hecho el amor nena — mordí mi labio sintiendo a sus manos bajar mi ropa interior junto a mi pantalón de jean hasta la mitad de mis muslos. — Y mucho menos sin haberte hecho venir, una y otra vez — susurro mordiendo mi hombro con sensualidad.

Él me conocía tanto que daba justo en el blanco con mis puntos débiles a la hora del sexo.

Su estocada dura y firme me sorprendió a sobremanera y en ese mismo instante un grito lleno de lujuria salió de mi, implorando por más de él.

— Oh, Sebastian. — gemi por lo bajo sintiendo en mi cuerpo sus maravillosas embestidas, una tras otra, sin detenerse.

Mi trasero estaba siendo ahora azotado por su gran palma una buena cantidad de veces y apostaba el color rojizo que ahora debería tener. Sebastian había pasado de tenerme contra la pared a lograr ponerme sobre el suelo, con ahora, mi pecho sobre el piso.

Estaba con mis caderas alzadas en una posición conocida como perrito la cual era mi preferida, y la suya también. Ahora podía sentir muchísima más intensidad a la hora en la que su miembro se movía dentro y fuera de mi.

Ambas de sus manos me tenían tomada de las caderas para darse impulso, el sonido de su pelvis chocando contra la mía no tardó en hacerse presente logrando así un ambiente muchísimo más excitante y caliente.

— No pares Sebastian, no pares, no pares, no pares —pedía entre altos gemidos y él obedecía gozando también de ello.

Mis ojos se toparon con los suyos al momento que me gire por sobre mi hombro, mirándonos fijamente. Eso a él lo volvía muchísimo más loco. Tenía su ceño fruncido y luchaba contra sus impulsos, aunque fallaba la mayoría de las veces pues terminaba gimiendo al igual que yo.

— Carajo _____ no sabes cuanto me gusta verte así. — se acercó hasta mi, poniendo su espalda sobre la mía y tomándome de las mejillas, besándome sorpresivamente.

Mi cuerpo se había levantado a la par del suyo y yo me había permitido enrollar mis brazos por detrás de su cabeza, ambos estábamos arrodillados en el suelo escuchando el poderoso sonido que indicaba la unión de nuestros cuerpos. Sebastian tomó los pliegues de mi blusa sacándomela completamente, al igual que mi sujetador.

Una vez que mis pechos estuvieron a su disposición, cambio rápidamente nuestra posición acostándose sobre la madera de la cocina. Ahora yo estaba saltando como toda una loca sobre sus caderas mientras el observaba y tocaba mis pezones con descaro, acercadose a ellos y mordiendolos de vez en cuando logrando sacarme gemidos incontrolables.

— Me voy a venir Seb. — avise continuando con mi movimiento sobre su pelvis, concentrandome en las sensaciones que me regalaba.

— Hazlo nena, para mi, por mi. — se sentó abrazándose por mi cintura volviendo a besarme y fue ahí cuando sucedió.

Tuve mi glorioso orgasmo acompañado por el segundo suyo, ambos nos sonreímos con picardia entendiendo que eso no sería todo.

ONE SHOTS; SebastianS&BuckyB Donde viven las historias. Descúbrelo ahora