-Mentaly ill tercera parte (final)
— Come. — Me pidió colocando un plato profundo con cereal colorido sobre la mesa. Lo miré detenidamente y tomé la cuchara al costado, la sumergí sobre el plato y empuje el mismo en su dirección.
Sonrió, tomando una cucharada del cereal masticando rápidamente, y volvió a acercarme el plato.
Esta vez, comprobando que el alimento no estaba envenenado empecé a comerlo, degustando el dulce gusto.
Hace 3 días que no comía, nada, hasta un cereal de caja sabía al mismo cielo.
Yo no estaba amarrada, o golpeada, nisiquiera eataba retenida sobre la silla, sólo estaba ahí existiendo mientras comía un plato de cereal que mi secuestrador me ofreció. Sebastian Stan había estado detrás de mis pasos durante mucho tiempo y jamás me había dado cuenta, y estaba decepsionada de mi por eso. Sabía cosas de mi vida privado que incluso yo solía olvidar, estaba totalmente obcesionado conmigo y me aterraba de una manera muy jodida. No había perdido el tiempo preguntándole por qué estaba aqui, o que era lo que quería, eso estaba claro...
Me quería a mi, y sólo eso.
Quería tenerme y estaba segura de que iba a suceder. Por que en este mundo un hombre puede conseguir lo que desea, cuando sea, y yo siendo esa cosa que quiere, sólo me queda tolerarlo. No puedo hacer nada, no puedo huir y sé que no me voy a salvar. Tengo que aceptarlo.
No voy a volver a ver a mi madre.
Ella sufrira por mi, y yo por eso.
No volveré a ver a mis amigos, a mis hermanas.
Nunca atravesaré la puerta de mi casa otra vez, ni me quedaré dormida en el sofá viendo series.
Seré una desaparecida más, que no va a volver a su casa.
Y él será un enfermo más, que saldrá victorioso.
Tengo muchísimo miedo, lo reconozco, quien no lo tendría. La única cosa que se me pasa por la mente es que me voy a morir. Pero él me lo negaba, y lo negaba.
Una y otra vez.
— No te haré daño. Lo sabes. Lo compruebas. — Se sentó frente a mi, no había notado que se había vuelto a la cocina y ahora tenía su propio plato con cereal — Me gustas, mucho, y yo no haría algo en contra de algo que me gusta. — sonrió.
Cerré mis ojos y lágrimas resbalaron por sobre mis mejillas morenas. Me hice un ovillo sobre mi lugar, y sollocé.
— Hey, no no no no. — rápidamente se acercó a mi y me abrazó, besando mi cabeza y acariciando mi cabello incontables veces. — estarás a salvo conmigo.
Y sentí esa pinchazo, esa aguja sobre mi brazo que había sentido ya otras veces.
Desperté, en una cama.
En su cama.
Tenía puesta su ropa, el olor se impregno en mi nariz casi de inmediato, gris, todo era gris.
Su suéter y las calcetas que llevaba. Apostaría que si levanto la enorme prenda, mi ropa interior también seria gris.
Había una nota en mi mano, arrugada.
"Salí a visitar a mi suegra, no tardo."
-S.
— No — sollocé.
Esto no podía estar pasando. O mejor dicho, está pasando, y es tan terrible que desearía que no. Lo que le pase, es mi culpa.
