Amigos

8 0 0
                                    


Parecía que el cielo se entendía con lo que me iban a contar. De repente una nube tapó el sol y volvimos a quedar en un ambiente frío y gris. Tan triste como la persona a mi lado.

Davis me habló de su padre; de como lo había echado de la casa porque lo habían expulsado por pelear con unos weones de su curso, hubo varias advertencias, pero no se lo iban a tolerar otro semestre. Que todos lo molestaban por sus gustos, por ser gay, pero que contárselo a su padre era sinónimo de suicidio. Me contó cómo lo ignoró cuando le dijo que estaba teniendo problemas en el colegio y como le dejó el ojo morado por no saber defenderse como un hombre todo ese tiempo. Me dijo como ver llorar a su hermana cuando se estaba yendo de la casa le dolía y que su madrastra intentó hacer a su padre cambiar de idea, pero no pudo, que a cambio lo metieron a mi colegio que era, no municipal, pero menos prestigioso y que ahora tenía que vivir en Santa Julia con su hermano mayor. Que había salido de un internado militar debido a un accidente que lo tuvo en un hospital varios meses.

Mientras hablaba veía sus ojos cristalizarse y ese nudo que le cortaba las palabras. No dudé en abrazarlo. Él apenas se sujetó de mi espalda escondiendo su cara en mi pecho. Me sentía molesto, impotente de no poder hacer más que tenerlo en mis brazos. Al menos era algo bueno que estuviera llorando. A veces uno debe llorar para sacar todo lo que el corazón se ha guardado.

-Perdona por haber preguntado -le iba sobando la espalda mientras lloraba.

-Da lo mismo... -dijo entre balbuceos- te iba a terminar contando igual -se separó de mí y se limpió las lágrimas dando un suspiro. Tenía los ojos ligeramente hinchados, la nariz y mejillas rojas. Se le notaba mucho por su tono de piel.

-¿De verdad?

-Eres tan hincha cocos que igual ibas a terminar sabiendo -me sonrió apenas. Estaba avergonzado y él se dio cuenta.- Heh, sorry, te mojé el polerón.

-No, no importa -volví a poner mi mano en su espalda- ¿Te sentís algo mejor? Igual es bueno desahogarse.

-Un poco -asintió con la cabeza y sonrió de mejor manera. Se veía tierno.

-Ya -le devolví la sonrisa y tomé mi celular para ver la hora- conchetumadre... van a ser las ocho -miré a Davis. Los dos teníamos expresión de pánico y después nos empezamos a reír.

-Me van a hacer mierda.

-Weón, a mí también -no entendía por qué nos estábamos riendo de lo mucho que nos iban a retar por llegar tan tarde, porque no es como si nos demoráramos 10 minutos en llegar en metro, pero me sentía bien y creo que él igual. Las risas se detuvieron cuando a él lo llamaron por celular, aproveché para llamar a mi mamá, pero llegué a escuchar a Davis decir "estoy con un amigo". Eso me hizo feliz, aunque era algo pequeño, él me consideraba su amigo y no solo "ese weón que conocí en una plaza".

Terminé de hablar con mi mamá y vi al pelinegro. Más que retarnos nos dijeron que estaban preocupados. A ambos nos dijeron la típica de que teníamos que avisar si íbamos a estar en otro lado antes de ir a la casa porque era peligroso andar en las calles y blah blah blah.

Decidimos irnos después de esas llamadas para que no se preocuparan más. Nos fuimos conversando en el metro, él se bajó antes y a mí me toco seguir de largo. No podía estar más feliz por el simple motivo de que me llamara su amigo. La verdad es que estaba emocionado, aún si solo lo había dicho para que su hermano no lo retara por irse con cualquier saco de wea. Ahora pensaba que Davis podría ser una nube. Podía ser colorido, negro, tapar al sol a su antojo... Pero tal vez no era suficiente para escribir aún. Era una nube hasta ahora, y muchas cosas más.

Mi galaxia favoritaWhere stories live. Discover now