Los chillidos llegaron a sus oídos y sus pezones comenzaron a gotear perlas blancas sobre su vestido, pasaba cada vez que el pequeño berreaba de hambre, su llanto era un llamado que estimulaba las fibras internas de su cuerpo, donde la leche se derramaba pronta, incontenible para saciar el feroz apetito de Fermín. Crecía fuerte día a día, en sus ojos veía valor y la fuerza para abrirse camino, para emerger desde la desventaja que representaba ser un hijo de Romo Frías, con suerte llegaría a ser más que la simple sombra de un hombre perdido en su vicio, ahogado en alcohol.
Su propia determinación, sumada al cansancio de una vida repleta de sacrificios la obligaba a buscar un escape, el medio para evadirse del destino que eligió al seguir a Romo, en ese momento, cuando lo conoció, no pudo ver más allá de esos ojos verdes, de la sonrisa un tanto ladeada en esos labios generosos con forma de corazón, simplemente se enamoró del encantador Romo, todo lo que él decía era perfecto, voló sobre cada palabra envuelta en la magia de su verborragia, hasta caer dentro del pozo de sus mentiras.
Dejó levando el pan sobre la mesa de madera, tapado con una bolsa de harina abierta, se limpió las manos en el delantal, antes de sacárselo y colgarlo del clavo en la pared, y se internó siguiendo el vagido que aumentaba a medida que se acercaba a la rustica cuna de madera pintada de blanco. Desde que Romo la fabrico cuando ella esperaba su primer hijo jamás dejo su habitación, estuvo ahí a la derecha de la cama, donde ella dormía, todos sus hijos la ocuparon, pero este niño sería definitivamente el último hijo que le daba a su marido.
Corrió la cortina que hacía de puerta y relajó el ceño antes de levantar a su bebe, le habló con ternura mientras palpaba la humedad que se extendía por la ropa de Fermín y mojaba el colchón, todos y cada uno de los muebles fueron toscamente fabricados por Romo, ningún mobiliario en esa casa había sido comprado, a duras penas compraron los cacharros para cocinar, algún plato, vasos, cubiertos y no más, de la ropa se encargaba de confeccionarla ella misma.
Sobre la burda cómoda ubicó todo para cambiar al niño, lo levantó con una sonrisa orgullosa, mientras escuchaba los alegres gorgoritos del pequeño, lo desnudo y todo cayó dentro del balde metálico que apropósito dejaba ahí, mientras lo terminaba de cambiar alternaba su siseo con el bramido creciente del llanto rabioso del hambriento bebe.
-¡YA, QUE SE CALLE CLARA, MALDITA SEA! - Bramo Romo sentado en la cama.
Clara suspiro harta de los exabruptos de su borracho marido, al final de cuentas sus propios pequeños, sus niños trabajaban de sol a sol en su pequeña parcela que a duras penas los alimentaba, mientras él se emborrachaba y gastaba lo que no tenían en putas y apuestas, era más de lo que podía soportar.
-¡LA PUTA MADRE! ¿LO VAS A CALLAR DE UNA VEZ? - Volvió a gritar desaforadamente y tiro el vaso con agua que tenía en la mesita al lado de la cama, estallo en mil pedazos contra la pared, el agua salpico a Clara en la cara.
-¡Tiene hambre... es un bebe... por dios! - Se justifico la mujer acunando al enojado bebe.
-¡NO ME FASTIDIES CLARA, NO ME FASTIDIES O TE JURO QUE AHORCO AL QUEJOSO, YA, DALE LA TETA DE UNA VEZ ASÍ SE DEJA DE GRITAR.... QUIERO DORMIR MALDITA SEA! - Y volvió a tirarse en la cama con el brazo cubriéndole la cara.
Totalmente resignada salió de la habitación apretando contra su pecho al pequeño, lo sabía capaz de cualquier cosa, en ese estado era un hombre cruel, ya había matado un bebe en su vientre cuando ella se interpuso entre su hijo mayor y su ira, las trompadas cayeron sobre su panza y se hundieron profundo en su vientre, unos días después el dolor la hizo doblar y la sangre se escurrió en torrente por sus piernas. Fue el primero de los tres embarazos malogrados entre Jade y Fermín, a uno de los otros dos lo perdió en el cuarto mes, el otro, una niña, nació muerta, estaba hinchada y morada después de doce horas de trabajo de parto, el cordón umbilical dio dos vueltas y la ahogo, como siempre Romo se emborrachaba mientras ella paria sola, atendida por su hijo mayor.
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¿Quien sonríe en la oscuridad?
RomanceUna es la hija de una prostituta, la otra una niña que su padre aposto en un tonto juego de cartas, necesitan ser salvadas. Ambas serán rescatadas al final. Ambas deben pagar un alto precio y la vida parece demasiado...