Capítulo IX - Tejiendo Hilos (Segunda parte)

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Después de esa conversación con María Fernanda, me di cuenta de varias cosas. Una de ellas, que nunca hablaba de su pasado, las cosas que me contaba estaban enfocadas en el presente, y de lo que más hablaba era del profundo amor que siente por su familia, de resto, es terreno desconocido. Debo admitir que sentía intriga, pero no podía pedirle conocer su pasado cuando ella trataba de guiar la pala que debía sepultar el mío.

El resto del día transcurrió con normalidad. Me dediqué a ella, y se mostró complacida con ello.

Al caer la noche, me pidió llevarla a su casa, recogí la ropa que tenía para llevarla a casa en lo que dejara a María Fernanda, pero ella tenía otros planes.

Nos despedimos de las muchachas y bajamos al estacionamiento.

—Quédate conmigo, me lo debes. —me sujetó del brazo mientras dejaba el bolso en el asiento trasero.
—Con todo gusto. —le di un abrazo que correspondió de inmediato.

En el trayecto a su casa, recibí un mensaje de texto, lo ignoré por estar manejando, pero ella no lo dejó pasar.

—¿No vas a responder? —preguntó expectante.
—Estoy manejando, no es prudente.

Recordé por un momento el tema de la confianza que habíamos tratado hace unas horas y traté de ponerlo en práctica.

—Léelo, por favor.

Sin dudar vio el mensaje, se quedó en silencio y luego preguntó:

—¿A quién verás mañana?
—¿A qué te refieres, qué dice el mensaje? —no captaba del todo a qué se refería.
—No tienes el número registrado, dice: "¿irás a verla mañana?".

Esto no podía estar pasando... aunque pensándolo bien, era una buena oportunidad de demostrarle que podía confiar.

—Responde esto: "sí, iremos". Luego te explico.

Ella asintió y envió el mensaje.

—El teléfono va a sonar, estoy segura, cuando lo haga, responde y ponlo en altavoz.

María Fernanda hacía lo que le decía sin cuestionar. Efectivamente, el teléfono sonó, y tal como se lo pedí, respondió y puso el altavoz.

—Amor, hasta que respondes mis mensajes, ¿cómo es eso de "iremos"? ¿Con quién vas?
—Con mi novia. Si vas a hacer lo de la última vez, aparecerte sin ser llamada, asegúrate de no armar escenitas, el camposanto es un lugar sagrado.

María Fernanda solo escuchaba sin hacer un solo gesto.

—¿Tú con novia? —se reía en forma hilarante. —Esto tengo que verlo, ¿ya se te pasó el despecho por Ángela? ¿Tan rápido?

Le hice señas a María Fernanda para que colgara la llamada.

—No. Continúa —me dijo con firmeza, y tapando el micrófono del teléfono.

Suspiré...

—¿Sigues ahí, mi vida?
—Soraya, ¿te puedo pedir algo?
—Lo que quieras, cuando quieras.
—¿Puedes dejarme en paz? No sé qué parte de "no me interesas" no entiendes. —mostraba seguridad al hablar, pero en parte era por María Fernanda, jamás le habría hablado así a alguien por mí misma.
—Eso no es lo que demostraste en la biblioteca aquella vez.
—¿En serio seguirás con eso? ¡Supéralo!, aburres con el mismo cuento siempre.

Hubo un silencio al otro lado de la línea.

—En fin... te veo mañana, y ve sola, no quiero que tu "noviecita" nos estorbe, además que no quiero que la pobre se desmoralice y se deprima como la tonta de Ángela.

Pasado TormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora