Capítulo XV - Llegar hasta el fondo

236 15 12
                                    

Pasaron dos semanas desde que vi a Ángela aquella noche. Fueron sido días intensos por los preparativos para la fiesta de fin de año que se organizaba para los empleados, a celebrarse el sábado. Eso era en dos días.

Poco a poco fui llevando mi ropa hacia la casa de María Fernanda, hasta ese momento, no habíamos hablado formalmente con mis padres, aún no decidíamos si hacerlo antes o después de la fiesta, dada la importancia de los asuntos a tratar, no queríamos que tejieran intrigas acerca de mis motivos, sino que vieran a María Fernanda como lo que en realidad era, una mujer íntegra y profesional.

Tuve muchas dudas en cuanto a lo que pasó esa noche, quedaron muchas cosas sin explicación, Soraya no buscó a Ángela, y ella parecía manejar una versión distinta de las cosas. Mucha razón tenía María Fernanda cada vez que me decía que cuando tengo algo en la cabeza, no estoy en paz.

Sonó el intercomunicador y me sacó de mi nebulosa.

—Ingeniera, hay una persona solicitando hablar con usted.
—¿Quién es?
—Su nombre es Ángela Moreno.

La gente no deja de joder... eso y muchas otras cosas sin sentido rondaban por mi mente en ese momento.

—Dame unos minutos y te aviso para que la hagas pasar.
—Entendido, ingeniera.

Como el foco de los ataques estaba centrado en mi relación, consideré prudente poner al día a María Fernanda con lo que estaba pasando, así que marqué su extensión.

—¿Administración?
—María Fernanda, soy yo.
—Ingeniera, ¿en qué puedo ayudarle? —decía con tono seductor.

En ocasiones teníamos cierto flirteo por teléfono, pero en este momento, el asunto era serio.

—Ángela está afuera, pidió verme. Retuve la decisión, preferí avisarte.
—Déjala, a ver con qué sale. ¿Ella sabe que estoy aquí?
—No, o al menos eso creo.
—De ti depende que se aleje para siempre o se convierta en tu sombra. Confío en ti. Llámame cuando se vaya.
—Está bien.

Pedí por el intercomunicador que la hicieran pasar. En breve, estuvo en la puerta de mi oficina.

—Gracias por recibirme. —dijo Ángela, retirando algunos cabellos de su rostro.

Me puse de pie para invitarla a sentarse, esta se parecía más a la Ángela que conocí, de ropas sencillas y cabello suelto, bastante desordenado.

—Siéntate, por favor. Dime, ¿qué quieres? —fui sin rodeos.
—Quería ofrecerte una disculpa, estuvo mal lo que hice. —me decía mientras se sentaba.
—Descuida, a veces actuamos sin pensar en las consecuencias, soy experta en la materia. —a pesar del contexto intentaba no mostrarme tensa.
—No, fui una tonta. Me dejé llevar por Soraya. —miraba hacia todos lados, menos a mí.

A partir de ese punto, me interesaba recolectar información, pero esto podía tratarse de otra treta, así que la dejé hablar sin hacer preguntas.

—Entiendo.
—¿Entender? Eva, sé que tienes tantas preguntas como yo, quizá más.
—Sí, tengo muchas preguntas, si es hora de almorzar, si es hora de comer galletas, si es hora de ir por pan... demasiadas para mi gusto. —buscaba no mostrar interés.
—No cambias... —me miró y sonrió.

Sentí algo extraño cuando eso sucedió...

—Eva, esa noche, me quedé pensando en todo lo que pasó, cuando me fui de ahí, busqué a Soraya, no estaba por ningún lado, decidí regresar sola a mi apartamento. Lo que vi entre ustedes no se pareció en nada a lo que Soraya me dijo.
—Y ¿qué te dijo Soraya?
—Que ustedes tenían problemas.

Pasado TormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora