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«Le creyó a un chico ficticio, a un chico en una pantalla, a un chico de tinta»

Me abrazo a mi misma mientras me oculto detrás de un gran y frondoso árbol, no dejo de temblar a pesar que el clima es caluroso, el aire se escapa de mis pulmones y me obligo a mi misma a no soltar lágrimas de desesperación en la calle.

Desde la distancia decido observarlo, camina con seguridad, despreocupado de la vida y de los horrores del pasado. Ahora no luce como aquel monstruo que me doblaba el tamaño, sin embargo, aún me siento débil ante él. Atrapo mi labio entre mis dientes en un designio de controlar lo nerviosa que me siento.

Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, nublan mi vista, pero me obligo a no llorar, que si hago eso y aunque él no lo sepa, le estaría dando involuntariamente la satisfacción de verme destruida; tan destruida, tan esparcida en el suelo que nadie se tomaría el tiempo de volverme a construir.

No antes, no ahora, no mañana. Debo mantenerme fuerte.

La barrera que he construido durante todos estos años comienza a llenarse de grietas, es tan inestable que una ráfaga de viento puede tumbarla en segundos, y me sorprendo de mi fuerza de voluntad para no venirme abajo.

—Pensé que ya te estabas pudriendo en el Infiernos— susurro con coraje.

No quiero seguir viendo, en verdad no,pero aún lo hago en cuanto veo salir a una mujer y a una pequeña agarrada de sus manos, de un local.

En ese momento los latidos de mi corazón se detienen, mis labios tiemblan y un calor abrasador me envuelve.

¿Qué hace una pequeña en su poder? ¡Él no debería de estar con esa niña!

Veo como la señora y él se dan un beso, flaqueo ante el filtro de la familia perfecta que se ven. Sé que mis ojos se encuentran rojos, no necesito verme al espejo, solo lo sé. Se pierden de mi vista y yo no puedo evitar dejar de ver por el lugar en que se fueron.

Parece que me gusta torturarme.

—Alice...

Siento una mano en mi hombro y doy un pequeño salto del susto, todos mis sentidos están alerta y volteo a ver a la persona que casi hace que mi corazón escape de mi cuerpo por la impresión.

—Cody—Susurro formándose una tonta sonrisa en mi rostro.

Cody, amigo de Sarah y casi amigo mio. Desde que ella nos presento he tenido cierta curiosidad y atracción hacia él.

—¿Qué haces aquí en... Pijama?—Miro mi vestimenta y me doy una palmada mentalmente, salí tan apresurada ante la inesperada llegada del personaje que odio— Mirate Alice ¡Estas temblando!

Se acerca a mi y me agarra de las manos tratando de controlar mis temblores.

—Estas helada—Musita—, vamos a tu casa, pareces enferma.

Llevame donde quieras.

Comenzamos a caminar en silencio, lo que he visto aún no ha abandonado mis pensamientos, pero la cercanía y la sonrisa que me regala Cody, hace que me relaje. Ha sido mi amor platónico.

Al llegar hasta mi casa, un Josh todo cabreado y exaltado nos da la bienvenida. Ignora el hecho de que vengo acompañada y solo pasa de largo a Cody, se pone frente a mi cruzado de brazos mientras aclara su garganta.

—¿Sabes cuan preocupado estaba? No tenía ni la más remota idea de donde estabas o si te había pasado algo—Respira profundo antes de seguir hablando—, si te quieres vengar de mi porque me odias ¡Hazlo! Pero no está forma, a penas llego y te desapareces.

Besos De Tinta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora