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«Sus palabras eran ciertas, tan ciertas que hasta el corazón le derritió con sus poemas»

—Shhh...

Mis ojos no se despegan de Cody, lo veo reír mientras habla en voz baja con unos de sus compañeros, incluso ni le presto atención al profesor de diseño gráfico, tan solo observo desde la oscuridad de mis pensamientos a la única luz que alumbra el salón cada vez que sonríe con amplitud, mostrando sus blancos y perfectos dientes.

—¿En serio te fijas en sus dientes?

Es lo que logro escuchar en un susurro, suelto un suspiro y quito mi vista de Cody para ver mi cuaderno con garabateos. Josh desde hace rato está tratando de llamar mi atención, se infiltro a mi salón de clases, sin importarle que tan incómoda me siento por ese acto tan apresurado.

Lo he tratado de ignorar, mantener mis pensamientos a raya e intentar escuchar solo mi voz interior, pero nada suele funcionar. Esta empeñado a que pierda la concentración, que olvide al ser que es mi inspiración para crear versos a media noche o describir la montaña rusa de emociones que me hace experimentar.

Él, es simplemente Josh.

—No estaba viendo sus dientes—Susurro cubriendo parte de mi rostro con mi cabello.

Trato de no gesticular mucho y poner mi rostro de concentración cada vez que el profesor pasea su mirada en cada estudiante, muevo mi lápiz de un lado a otro con mi mano sosteniendo mi mejilla y mi codo apoyado en la paleta de la silla. Nuevamente él vuelve a insistir, está vez me lanza pequeños papelitos, logrando con cada golpe que mi paciencia se filtre de mi sistema.

Quito los papelitos que se han quedado en mi cabello y decido abrirlos.

"Me encanta tu rostro de concentración "

"Tengo mejores dientes, nena ;)"

"Quiero leer tus escritos y poemas con solo pensarlo sé que eres buena"

"Tienes un bonito trasero <3"

"¡Hazmeee casooo!"

Suelto una pequeña risa, muerdo mi labio levemente tratando de retener el sonido que se quiere escapar de mi boca, se atora en mi garganta evitando que pueda decir una palabra sin que me dé un ataque de risa, y no es por el contenido, al contrario, es por lo infantil que se está comportando.

—¿Qué haces aquí?—Murmuro a duras penas—. Vete.

Miro las últimas páginas del cuaderno, le dejo ver al viento los secretos en rima que oculto en cofre de cartón, los manchones de tinta que he dejado cuando lágrimas amargas y arrebatadoras tocaron el sueva papel. Yacen en la hoja con una letra delicada, pero pronunciada por el enojo, reglones vacíos para mejorar las ideas y el caos casi inexistente que se encuentra en cada palabra, porque yo soy así, un huracán de sentimientos, secretos y pensamientos que lo plasma en rimas, en versos y en cuentos, intentando hacerme creer que nos es mi realidad, sino una fantasía, Sin embargo, no es así. Aunque pretenda continuar con una telaraña frágil de mentiras y pasado culposo, lo que escribo es todo menos ficción.

Es una realidad ardiente que quema mi cabeza hasta provocar dolores inmensos. Nada mas que eso.

—Para enseñarte la maravillosa escritora que eres sin importar cuantos lectores tengas—Susurra inclinandose en su asiento—, Porque lo eres Alice, la mejor escritora del mundo o por lo menos lo eres para mí.

Besos De Tinta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora