CONFESIÓN

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Hasta hace algunos meses no sabía -ni había sentido- lo que es "enfermarse espiritualmente".
Se manifestaba en un desánimo generalizado y una tristeza que no llegaba a entender en su totalidad.
Había un sentimiento de culpabilidad que producía que constantes suspiros salieran inconscientemente.
Fue entonces cuando me di cuenta de que necesitaba urgentemente de una confesión.
Después de unos intentos fallidos al no encontrar un sacerdote con disponibilidad de tiempo, finalmente una tarde y después de una misa pude confesarme.
El sacerdote de avanzada edad me recibió en una habitación y después de hacerme sentar frente a él empecé a contarle mis pecados.
No puedo decir que lloré durante la confesión o que en ese momento ocurrió algo sobrenatural.
Las lágrimas salieron después, cuando oraba frente al sagrario.
No estaba en mis planes el sentirme tan perdonada, liberada y amada.
Sentí que fui abrazada por la misericordia de Dios aún a pesar de mi miseria.
Tal vez a mis confesiones anteriores les faltaron  mejores exámenes de conciencia, pero sé que desde aquel día algo había empezado a cambiar.
Los planes de Dios parecían empezar a mostrarse poco a poco ante mis ojos.

DEJARSE AMAR [ 让自己被爱 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora