Un vistazo rápido puede ser insignificante frente a un espejo.
Tal vez vanidad innecesaria al pasar por una ventana.
Pero todo cobra un nuevo sentido cuando el verte a ti mismo tiene un impacto mayor.
No es solo un rostro. Es una persona que es hija(o) de Dios, que está llamada(o) a mucho más que el pecado, a mucho más que perfumes y maquillaje para aparentar.
El espejo se ha convertido en una gran arma cuando pierdo de vista el llamado más grande de todos: vivir del amor y misericordia de Dios, el mismo que ha pagado con su sangre por mí.
No puedo simplemente ser indiferente a eso porque además al verme, me parece evocar en mi mente la imagen de una "yo" más pequeña; la misma imagen que no cambia ante los ojos de Papá.
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DEJARSE AMAR [ 让自己被爱 ]
Non-FictionIba cargando mi alma destrozada y sangrante, que no se dejaba cargar, y yo no sabía dónde ponerla. 🍃San Agustín (Confesiones IV,7)