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Vi a un tipo en el suelo, con ropa conocida, era una de mis camisetas, lo moví con el pie y era mi padre, pensé que lo habían acuchillado pero al voltearlo lo supe todo, era alcohol. Cargue sus setenta kilos y lo puse en una hamaca, mi hermana lloraba, mi familia estaba ahí. –mi padre a vuelto a beber ¿Qué hacemos? –déjalo un rato. Faltaba mi madre y salí a llamarle, los recuerdos de mi madre siempre han sido dulces, al regresar mi padre buscaba su cartera. No está, dámela, dice, dámela.

-mira papá, aquí no está. -¡ah! Entonces está en la cantina, vamos chico, allá la deje. Mi hermana seguía llorando cuando nos fuimos.

Lo recibieron como una leyenda; le dijo el bar-man que su cartera ahí estaba al igual que su botella.

-mira, el es mi hijo, no me quiere pero yo a él sí.Dame la botella.

Alrecordar todo esto las lágrimas lograron escapar de mis ojos mientras conducíapor aquella carretera olvidada, la vieja autopista del sol.    

La autopista del solWhere stories live. Discover now