LA LEYENDA DE LA TEPESA

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La leyenda de la Tepesa es oriunda de las comarcas indígenas de las provincias de Chiriquí, Los Santos y Veraguas en Panamá. Proviene de la época de la conquista, cuando un español enamoró a una hermosa joven indígena de la comarca Ngöbe Bugle y la abandonó al quedar embarazada.

Como la gente, todo lo sabe y todo lo ve, para que nadie en la tribu se enterara de tan terrible falta, la mujer escapó hacía lo más profundo de las montañas, con la horrible idea de enterrar vivo a su hijo, sin embargo por consejo de una vieja bruja, la moza arrojó al chiquillo a la corriente de un riachuelo que corría entre espantosos despeñaderos

Al ver ese crimen Dios le habló desde lo alto y la maldijo: —Ese pecado te pesa y te pesará hasta la eternidad y desde ahora llorarás para pagar tu culpa—. Entonces el llanto del niño quedó vivo en el recuerdo de su madre, causándole remordimiento, para pagar así su delito. En la soledad vino la pesadumbre para atormentar a la muchacha y desesperada se juró a sí misma buscar a su hijo hasta encontrarlo. Se presentó en el sitio donde había arrojado al chiquitín y allí, escucho su llanto. Loca de angustia y de dolor corrió más allá, pero nada.

Así comenzó su peregrinar, con la desesperación carcomiéndola en el interior y su rostro perdido entre las lágrimas. Siempre escuchado a su hijo a orillas de los ríos, pero si poder encontrarlo. En su interminable rodar por las selvas, sus lágrimas cristalizadas por la pena, incrustadas en los párpados alargaron sus pestañas hasta los pies y con estas se tejió un manto para reemplazar sus vestiduras.

Desde entonces su conciencia le repite sin cesar: —te pesa, te pesa—, para recordarle lo terrible de sus actos. Y nuevamente desde el cielo Dios exclamo: —Tepesa, ahora tepesa…maldita serás entre las criaturas que habitan la tierra y deberás esconderte entre las sombras, por tu error no andarás de pie sino arrastrada y sólo de tu boca saldrán lamentos por la pérdida de tu hijo y así vagarás por la eternidad hasta que hayas pagado tu crimen.

Cuentan las personas que es muy normal escucharla a orillas de los ríos, arrastrándose al anochecer y lamentándose por lo que hizo, acechando las casas donde hay bebés intentando llevarse uno para reemplazar aquel que ella misma asesinó.

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