Capítulo 5

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Cuidado con las mentiras, a veces tienen algo de verdad.

Para cuando finalmente llego al pueblo endemoniado en el que vivo, ya saque dos conclusiones: tengo hambre y sueño por un lado y por el otro necesito ir a una escuela que me enseñe a cómo salir de momentos incómodos.

No sé, creo que es una idea genial, no más momentos incómodos, tipo miradas que duran demasiado y silencios que no terminan, por no hablar de los chistes que soltas en las peores situaciones posibles.

Si, estaría bueno, para esa escuela sí que estudiaría.

Llego a mi casa y tiro las llaves sobre la mesa, Tic Tac me mira con su ojo y parpadea lento.

Si ya se, también te quiero, aunque no me hayas hecho caso, confío en que conoces a tu hermana y sabes cómo controlarla.

Le rasco atrás de las orejas y parece feliz, hasta ronronea, que lindo momento.

Cuando miro a mí alrededor, no encuentro a Nike, así que agarro al gato que ahora me cae bien y busco al que me falta.

—¿Dónde está tu hermana eh? —pregunto, como si el gato fuera a responderme. Espero que no igual.

Los muebles, en su mayoría, siguen tapados con telas, todavía no tuve tiempo de ver bien todo. De todas formas con lo poco que vi, ya me es suficiente, no necesito más conocimiento de que tan embrujado esta todo.

No la encuentro en planta baja, tampoco me sorprende, si bien es una casa vieja, es bastante chica, una cocina, un baño y living comedor es todo lo que hay abajo, arriba un dormitorio y otro baño, lo que sí es grande es el patio. Gracias a la abuela que puso luces, lo único que parece nuevo en el lugar.

Por suerte no hay sótano o ático, eso sería demasiado.

Escucho un ruido en la planta alta mientras subo las escaleras de madera, que dicho sea de paso, crujen como si estuvieran a punto de venirse abajo.

Cuando llego al pequeño pasillo que hay, miro a mi derecha y en el baño no hay nada, miro a mi izquierda y el gato esta acostado en mi cama, super pancha.

—ah bueno, que lindo que es ser vos.

Dejo a TT en el piso y levanto a la otra que me mira como si hubiera interrumpido su siesta.

Escucho de vuelta un ruido y miro atrás, un gato negro entra a mi pieza.

—¿Qué les dije de traer amigos? Malditos gatos—digo con tono de enojo, me parezco a mi mamá—y vos, ¿porque te volviste a escapar de tu casa? —agarro al no tan clon de Nike y miro a los tres gatos. —qué lindo ustedes eh, haciendo lo que quieren.

Después de un rato en el que la única respuesta que recibo son maullidos, decido dejarlos para ir a la casa de mi abuela, con un poco de suerte cuando vuelva el gato ya va a haber encontrado su forma de volver a su propia casa y si no, supongo que buscare a la dueña, si ella no viene antes.

Antes de salir lo pienso un poco, pero finalmente me decido a llevar lo que encontré en el ciber a lo de de mi abuela, quiero saber porque mi búsqueda merecía ese mensaje de ¿advertencia? Espero que me responda y no me eche por querer saber.

Doy un paso afuera de mi casa, uno solo y ya el universo pone a prueba mi paciencia.

—hola desconocida—esa voz.

Esa voz, de todas las voces que hay en el mundo, de todos los pueblos endemoniados habidos y por haber, de todas las personas que odio en este infinito universo, justo este maldito tenía que venir a vivir a acá, cagarme la vida y encima sobre que sabe que no me cae bien, seguir hinchándome los ovarios en este día tan especial.

—hola—te odio son las palabras clave que no digo, aunque estoy bastante segura que mi tono lo demuestra.

—¿adonde vas? —puedo ver como su cara aparece al lado mío y lucho por no pegarle y salir corriendo.

Tiene una sonrisa de oreja a oreja que hace que sus ojos parezcan chiquititos y adorables.

Si no fuera un acosador, me caería bien, ¡hasta podríamos ser amigos! Pero noo, tenía que ser un rompe bolas desde el principio.

—es un secreto—intento imitar su sonrisa, pero creo que me sale muy irónica.

Sin embargo él me sigue mirando esperando la respuesta a su pregunta.

No sé cómo escapar así que simplemente uso la excusa más tonta, fácil y utilizada de este infinito universo en el que vivimos.

—ay perdón, me llaman, ¿hablamos más tarde te parece? —sin deja caer mi sonrisa, me adelanto dos pasos y hago como que saco el teléfono para atender cuando ¡bam! un número desconocido me llama.

Esto es medio suerte, medio cosa rara.

Seguro que es mi compañía de celular llamando para ofrecer una promoción, que ahora extrañamente estoy muy interesada en conocer.

—¿hola? —intento mantener la voz baja porque el chico me sigue acechando con una sonrisa, creo que sabe lo que estoy haciendo y creo que no le importa.

Me hace señas para dejarme saber que me va a esperar y yo me quiero morir. Confirma mis sospechas, lo sabe y no le importa, que ser humano más odioso.

—¡hola nieta! —la voz de mi abuela me sorprende, no esperaba que me llamara, ni siquiera estaba segura de que hubiera leído mi mensaje.

Aunque capaz que no lo leyó y con sus super-poderes descifró que yo quería hablarle, lo cual no me sorprendería.

—hola—mi voz suena titubeante y miro para atrás, no quiero decir abuela, porque este tipo me sigue esperando a dos metros de distancia.

—venite a casa ya—ella debe haber sentido algo raro porque su voz suena firme.

—Sí, ya estoy yendo—estoy a punto de agregar que siento que me están vigilando, pero después lo pienso mejor—¿llevo algo?

—no hace falta, quiero hablar con vos.

Después de eso corta y siento un escalofrío atravesar mi cuerpo. "Quiero hablar con vos" nunca es una buena señal. Mierda

Con el chico todavía esperándome, simplemente lo saludo y empiezo a irme, ¿debería sacar al clon de Nike al final? No quiero que la dueña venga y yo no este, pero no quiero arriesgarme a que este otro me siga y termine adentro de mi casa, mejor ir directo a lo de mi abuela y que todo vaya como lo planifique, o sea, que se vaya solo, como este humano debería hacer.

—Nos vemos—le digo con una sonrisa, soy educada hasta de mal humor, mi mamá debería estar orgullosa de mi.

—nos vemos—me responde y por alguna razón, suena como una promesa.

Quiero reírme, pero de repente sus ojos son muy brillantes y su sonrisa muy grande.

Me da cosa darle la espalda, pero él solamente se da la vuelta y se va silbando.

Este pueblo es muy raro en sí, pero la gente es más rara todavía.

Caminar es una manera amable de decir que prácticamente corro hasta la casa de mi abuela y cuando llego mi aliento hace nubecitas adelante de mi cara.

Toco la puerta, la nieve no cae más, pero la tormenta sigue sobre el pueblo como si no quisiera irse.

Toco otra vez, el frío ya está empezando a desplazar el calor que me produjo la corrida, mi aliento sigue haciendo nubecitas.

Es raro que no me haya atendido a la primera, teniendo en cuenta que la vez que la conocí me abrió sin que yo tocara.

Puedo ver como la cortina de los vecinos se corre y una silueta me mira desde adentro, una puerta empieza a abrirse. No me había dado cuenta de cuanto había bajado el sol.

El calor definitivamente se fue.

Estoy por tocar otra vez cuando la puerta frente a mí se abre y la del vecino se cierra.

Miro arriba para saludar a mi abuela.

Solo que lo que me saluda es un gato negro y la persona que está del otro no es mi abuela.

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⏰ Last updated: Sep 24, 2018 ⏰

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