Capítulo VIII

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POV Melissa.

Ligeros golpes provenientes de la puerta me despiertan.

Abro los ojos poco a poco encontrándome con lo que más temía ... la habitación de Christian. Me siento de golpe en la cama y visualizo todo el desastre qué hay desde ayer.

Otro golpe más fuerte de la puerta me estremece y decido por ponerme de pies y caminar hacia la puerta, no se quien sea, pero abriré.

—Señor Christian, yo...— Matilda se quema pasmada a verme, pensó que sería Christian el que le abriría, no yo. — Señorita Melissa, oh que sorpresa. Lo siento mucho si la he despertado, es que pensé que el Señor Christian estaría aquí.

—Descuide Matilda, ya estaba despierta.— miento.— Ya iba a mi habitación. —Matilda traía en si una bandeja con comida, supongo que sería el desayuno de Christian.

Al instante que abro un poco más la puerta, Matilda abre los ojos como platos y en un movimiento poco ligero me pasa la bandeja haciéndome a un lado y entrando por completo a la habitación.

—¡¿Pero que ha pasado aquí?!— exclama ella mirando todo el desastre ocasionado por Christian ayer. —¿Que pasó aquí Melissa?— pregunta dirigiéndose a mi.

—Yo no lo sé, ayer escuché unos golpes que venían de esta habitación y quise averiguar que pasaba y me encontré con esto. — respondí, Maltida aún sigue en asombro por todo el desastre que ahí.

—No debiste entrar aquí. Sea lo que sea que escuchaste no debiste entrar, ni muchos menos quedarte aquí.— dice y me cuestiono ¿porque? , que hubo de malo en venir y averiguar, se que estuvo un poco imprudente de mi parte, pero quería saber que pasaba dentro de estas cuatros paredes.

—Quería saber si estaba todo bien, solo quería ayudar a...

—Pero no debiste— exclama interrumpiéndome — No debiste Melissa, tenía que dejar la cosas así.

—Pero...— de pronto algo atrás de mi, más bien alguien tose en seco y no todo dentro de mi de estremece y un escalofrío me recorre el cuerpo.

—Señor Christian— logra articular Matilda mirando al hombre que se encuentra detrás de mi.

—¿Que hacen aquí? — pregunta y giro encontrándome con él, esta parado en el umbral de la puerta, está parado ahí, no se limita a entrar o a salir. Viste de traje, tiene su cabello peinado hacia atrás y se le ve bien. Luce guapo.

Mentalmente me dio una bofetada por esta diciendo esas cosas, sin embargo es la verdad.

—Acaso, le comieron la lengua los ratones.— afirma ya que ninguna de las dos se atreva responder.

—Yo...yo he despertado ahora, y Matilda ha venido a traer el desayuno, que precisamente era el tuyo, pero tú ...— algo ocurre, algo que me impide callar, que me impide moverme, siento el sudor recorrer mi piel, veo todo borroso, la bandeja que yacía en mis manos se encuentra tirada en el piso, mis pies se siente como si tuviera sujetado y siento que voy a caer, pero no caigo, los brazos de Christian me reciben antes del golpe.

—¿Estás bien?— la voz de Christian es preocupada, y tiene su viste fija en mi. —¿Te sientes bien Melissa?— vuelve a preguntar preocupado, pero solo me limito en observarlo.

—Vamos Christian, ponla encima de la cama.— es la voz de Matilda.

Christian obedece, me coge completa entre sus brazos y me dispone en la cama.

Siento como todo me da vuelta, y un enorme dolor de cabeza se apodera en mi. Nunca me había sentido así de mal, no soy de enfermarme mucho.

—Yo iré por un vaso de agua— Matilda habla dirigiéndose a Christian y él asiente dándole a entender que si. Ella no duda un Segundo en salir de la habitación dejándonos solos.

Siento la mano de Christian colocarse en la mía, y en forma de afecto la acaricia.

—¿Ya te sientes mejor?, ¿quieres que te llame un médico? .— pregunta nuevamente .

—No, ya me encuentro mejor— y es mi voz débil que sale.

—¿Segura?.

—Si, segura. — duda un poco tras mi respuesta. Matilda aparece al instante y trae un vaso de agua, lo extiende hacia mi, Christian me ayuda a sentarme en la cama y pone el vaso en mi boca y así bebo del agua. Una vez que termino de bebérmela toda él me acomoda nuevamente en la cama.

Su mirada está fija en mi, y siento como los alocados latidos de mi corazón van rápido, tanto así que pienso que el corazón me saldrá del pecho.

Veo la angustia en su rostro, no me ha quitado la mirada de encima, Matilda esta al lado de él, ella por igual me mira con preocupación.

—Les dije  que estoy bien, solo fue un mareo.— les afirmé para que no se preocuparan tanto.

—Un mareo, pero muy fuerte— justifica Matilda, — Pero si dices que estás bien yo te creo. — ella se acerca y me pasa la mano por la cabeza en un lindo gesto de afecto. —Estaré en la cocina por si necesitan algo. — dice sin antes darme un suave beso en la coronilla de mi cabeza.

—Gracias Matilda—le agradecí y ella sale de la habitación cerrando la puerta tras de ella. Por un momento me quedo mirando hacia la puerta por un gran instante de segundo, siento la mirada de Christian clavada en mi.

—¿Quieres que te lleve a tu habitación? — su voz me hace salir del pequeño transe, quizás haya pensando que quería irme de aquí, quizás piensa que no aguanto estar dentro de su habitación, solo quizás piense eso. Yo solo me limito a mirarlo y hacer un asentamiento con la cabeza.

Yo me dispongo en pararme, pero los brazos de Christian me sorprende cuando me levanta y me lleva fuera de la cama.

—¿Pero que haces? , puedo caminar ni que me haya quedado lisiada. — le reproche, sentía vergüenza por alguna extraña razón. El solo me observo y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, los dos perfectos hoyuelos se hacen visible para mi vista.

—Solo trato de ayudar.

No digo nada, no quiero que este momento sea dañado. Por una extraña razón me siento bien, me siento bien en sus brazos. Me dispongo en disfrutar cada toque, la cercanía, me dispongo a disfrutar caminar en sus brazos. El olor de su perfume llega a mi fosa nasales y me dispongo a disfrútalo también.

Huele a miel, huele fresco.

Christian abre la manilla de la puerta y entra conmigo a la habitación, me dispone lentamente en la cama, tratando de no lastimarme o hacerme algún daño, me pone con sumo cuidado.

—Quédate ahí, si necesitas algo solo llama a Matilda o a mi, estaré aquí para lo necesites.— me quedo observando sus movimientos, se está cercando a mi y deja planteado un pequeño beso en mi mejilla y luego lo veo desaparecer por la puerta.

Me quedo quita mirando fijamente por donde se ha ido, no tengo ni una palabra que pronunciar, sólo un momento de emociones dentro de mi.

¿Estás mejor?

Solo quiero ayudar.

Si necesitas algo sólo llama .

Estaré aquí para lo que necesites.

Ay Christian, ¿que estás haciendo?.

Vendida al enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora