la Llegada

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A las puertas de la ciudad llegaba un chico con aspecto misterioso. Tenía el pelo blanco, los ojos verdes, era alto y parecía estar en buena forma aunque llevaba una capa negra que prácticamente le tapaba todo el cuerpo tan sólo dejando entrever ver una camiseta blanca y unos pantalones negros un tanto desgastados, llevaba una protección de hierro en el brazo derecho. Cuando se acercaba a la puerta uno de los guardias apuntándole con una lanza le hizo parar.
- Alto, a donde te diriges
-Tengo algo que hacer en la ciudad - Expresó con un tono de voz frío y seco
- La ciudad esta en evacuación, los bárbaros llegaran mañana ¿Que puede ser tan importante como para correr ese riesgo?
-Una promesa
Dicho esto esquivo al guardia que sin palabras le dejó pasar.
La ciudad era un caos todos querían sacar todas sus pertenecías lo antes posible lo que acabo formando rápidamente un tumulto, entre todo ese caos el chico vio como un ladrón aprovechaba la confusión del momento para robar un saco a un anciano que intentaba escapar de esa trampa para ratas y ante la impotencia del anciano el ladrón se perdió entre el tumulto. De un salto el chaval se había colocado encima de un tejado sobre el que ahora corría, en pocos segundos no solo había alcanzado al ladrón sino que lo había derribado de una patada
- Aquí tiene señor, no la pierda otra vez de vista - Dijo con una sonrisa mientras le devolvía la bolsa al viejo
- Gracias joven ¿puedo saber tu nombre?
- Alex - dijo con la mirada baja
- Que los dioses te bendigan Alex
Dicho esto se volvió a perder entre la gente. Alex puso rumbo hacia algún lugar en el que pasar la noche, estaba anocheciendo y la mayoría de las posadas estaban vacías, para cuando por fin encontró una la luna estaba en su punto mas alto y no se escuchaba un ruido por toda la ciudad tan sólo unos cuantos gatos corriendo por los tejados ignorantes del peligro que se avecinaba

- Tiene una habitación libre por favor, ah una cena caliente a poder ser - Pidió Alex al mesero

- Están todas vacías no te preocupes por eso, en cuanto a la cena me temo que ya hemos cerrado el comedor pero te puedo sacar una sopa fría de esta mañana - Le respondió el mesero

- Muy bien es mas de lo que esperaba - Suspiró Alex poniendo sacando de una bolsa un par de monedas con las que pagar la estancia

- ¿Como es que un chico como tu viene a la ciudad precisamente hoy? - Preguntó el casero

- Quiero unirme a la guardia Imperial

Esta respuesta hizo palidecer al mesero que con un hilo de voz dijo

- ¿A la guardia imperial? ¿ Estas loco? Mas te valdría huir pronto las hordas barbaras llegaran en dos días como mucho a la ciudad, ya ves como todo el mundo se está marchando

- Aun así tu te quedas a atender tu negocio - Respondió sonriendo Alex

- No te engañes chaval me quedo porque tengo que atender la posada, siempre hay personas que vienen a ultima hora - Comenzó a responder - Pero en cuanto pueda me marchare de aquí con mi familia

- Creo que eres tu el que no me has entendido - Dijo Alex - Vengo aquí para unirme a la guardia Imperial, pero ese no es mi objetivo final. La guardia es el medio mas rápido para conseguir mi deseo y por supuesto no planeo morir antes de cumplirlo

- Entonces cual es tu objetivo final - Preguntó el mesero con curiosidad

- Cumplir la promesa que le hice a alguien

Dicho esto Alex cogió el cuenco de sopa y se marcho a  una mesa con él

- Esta tibio - Pensó Alex mientras se comía la sopa

Mientras hacia esto un hombre con capa se sentó a su lado

- No suele ser muy común ver a un norteño por la capital y menos para defender el Imperio. Creía que no os gustaba mucho estar bajo su control

- Veo que aquí las noticias se esparcen con mucha velocidad - Dijo mirando al mesero que con vergüenza se metió en la cocina - Pero si, es cierto me voy a unir a la guardia pero no por defender el Imperio

- Lo sé, para cumplir una promesa

Esta vez fue Alex el que lo miro extrañado y desconfiado

- Que recuerde no hable de ninguna promesa con el mesero

- No hace falta que me lo cuente nadie, se muchas cosas sabes

Alex entrecerró los ojos con desconfianza

- Tranquilo tranquilo - Dijo riendo el viejo - No te he estado espiando, simplemente me causaste curiosidad cuando te vi

- Eso no explica que sepas tanto de mi

- Bueno supongo que todos tenemos nuestros secretos ¿no Alex? - Dicho esto el viejo se levanto y se marcho por la puerta

Alex se mantuvo unos segundos inmóvil hasta que de un salto corrió hacia la calle a pedir explicaciones al viejo que ademas conocía su nombre pero al salir a la calle esta estaba desierta. Al volver a entrar el mesero estaba esperándole e inclino la cabeza a modo de disculpa al verle

- Mis disculpas joven por hablar de más. Espero que mi descortesía no lo haya importunado

- No te preocupes amigo, ese hombre sabia mucho mas de lo que te he contado

Al acabar de decir esto y bebiendo de un sorbo lo que le quedaba en el cuenco subió a su habitación. Al llegar allí sacó de el saco que llevaba a la espalda un libro de aspecto antiguo y estuvo hojeándolo un rato

- Juro que cumpliré mi promesa - Pensó mirando el libro antes de apagar la vela que daba luz a la estancia y acostarse

EdengardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora