"Sea lo que sea de lo que estén hechas nuestras almas, la tuya y la mía son las mismas".
Emily Bronte.
Mazunte, Oaxaca, México.
—Y bueno... ¿Tienes planes para hoy? —Carmen revoloteaba por toda la cocina preparando el almuerzo, pero dejó de remover ollas por una milésima de segundos para observar a Charlotte— Con la pinta que traes ya lo creo que sí, luces hermosa.
Charlotte sonrió al ver la aprobación que detallaba en los ojos de su madre.
—Así es, Mateo me llevará a comer. No me quiso decir a qué lugar, y siento honesta me viene bien salir y dejarme querer. Han sido días de mucha tensión. —suspiró con los hombros caídos ante un peso invisible que parecía hacer presión contra ellos.
—Lo sé hija, han sido días muy agobiantes y llenos de pesar. Me alegra mucho que Mateo pueda endulzar un poco este día para ti. De seguro te preparó una linda sorpresa.
—De seguro que si –accedió con la emoción comenzando a burbujear en su pecho.
Siempre era un buen panorama pasar tiempo con su chico, y aún más ahora, que sus días se estaban tornando más difíciles conforme evolucionaba el clímax de Naná.
El sonido de su móvil la despertó de sus cavilaciones y atendió de inmediato al ver el nombre de Mateo en la pantalla parpadeante.
—Ya está por llegar —anunció con emoción nada más cortar la llamada.
Carmen se acercó a dar un abrazo a su hija y conversaron más animadas mientras esperaban el arribo de Mateo.
Centro mexicano de la tortuga, Mazunte, Oaxaca, México.—No puedo creerlo... ¡Me encanta! —Charlotte se lanzó a los brazos de Mateo nada más ver el letrero de ingreso que los recibió. —¡Siempre quise venir al Centro mexicano de la tortuga!
—Lo sé, amor. Se lo mucho que te gustan las tortugas y las especies marinas, por ese motivo quise sorprenderte y me alegra muchísimo que esta visita sea de tu agrado —Mateo la observó con genuina emoción de verla tan feliz.
—¡Claro que me agrada! Entremos, amor —Charlotte tiró de su mano y lo arrastró tras ella con una efusión poco antes vista en ella.
Mateo sintió su corazón martillar con fuerza contra su pecho al confirmar lo feliz que era su mujer. Y saber que esa felicidad era genuina lo volvía loco de alegría. Ver sus ojos irradiar luz y arrastrarlo por cada rincón del museo con la emoción de una niña en el día de su cumpleaños, era la mejor recompensa para él.
Su razón de vivir y el sentido de su vida estaba directamente relacionado con la felicidad de Charlotte. Y verla tan dichosa era una caricia para su propia alma.
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Un Precio Que Pagar ©
RomanceCharlotte es una joven mujer independiente y empoderada que se desempeña en una gran ciudad, ha salido adelante con esfuerzo, dejando todo atrás para alcanzar sus metas; pueblo donde nació, familia, amistades y si, también dejando en segundo plano a...