Años después.
Las transitadas calles de Londres estaban más llena que nunca, tal vez porque era casi el fin de otro año,pero entre esa multitud de abrigos grises, negros o beige y monótonos sombrilla negras, había un chica, de no más de quince años corriendo hacia un orfanato, abriendo la puerta y anunciando su llegada.
—¡Ya llegué!
—Ya era hora —dijo una voz femenina.— deja las compras en la barra.
Miro a la que había dicho tales palabras, que le salieron tan frías, tan neutras, tan... Adultas.
Enfrente de ella, con un moño medio desordenado, lentes cuadrados, y mirada sería, estaba María.
—Claro, ¿Y los niños? —preguntó mientras dejaba las cosas.
—Seamus los fue a dejar, la señorita Jane fue a dar su lectura diaria a la biblioteca pública, así que, somos las únicas en este lugar hasta dentro de quince minutos, cuando llegué Seamus —Thalia se sorprendía como María podía actuar como una adulta en un abrir y cerrar de ojos.
—Oh, Okey... Ammm... Estaré... Estaré en la habitación si me necesita.
—Sí, lo se.
Thalia apretó los labios mundos haciendo una línea recta con ellos, mientras subía las viejas escaleras de madera, miro con detenimiento las fotos, paró en una, era María cuando tenía seis años, sus ojos se notaban brillosos y ella sonreía, suspiro y siguió subiendo las escaleras, sabiendo que de nada sirve recordar esos momentos... Jamás iban a volver, aunque lo desea se.
Abrió la puerta de la habitación, dejando ver diversas literas y una pizarra con el nombre de cada una con hiz y decoraciones a petición propia, se acercó a la última litera y en la parte de abajo estaba su cama, se hinco y alzó el coberto de su cama, para sacar luego una caja de madera y abrirla.
De ella sacó un cuaderno de color café, además de un dije en forma de sol dorado.
Tomó el dije y sonrió, el dije era un forma 2-D de un sol, ademas de tener piedras preciosas incrustadas en cada pico del sol, había una aro rodeando este y se veía claramente las palabras: Never...
Además de que parecía que había otra parte a esa palabra, pero no sabia cual era, suspiró y tomó una café nota que había allí y incerto el dije para luego ponerse el collar. Caminó haci el balcón que había en su habitación, corrió las cortinas de color crema con patrón floral y abrió las puertas del balcón, caminó hasta la orilla y podía admirar en los barandales rosas, rosas de color azul oscuro, rojas y negras, las que Lidia cultiva, se recargo y empezó a admirar la cuidad en la que vivía.
Londres, apresar de ser hermoso, era bastante monótono y gris, muy gris, especialmente cuando llueve. Odiaba ese escenario, lo odiaba, pero no podía hacer nada, no tenía el poder de abrir las nubes y que el Sol resplandeciente llegará a cada rincón de el Reino Unido.
Suspiró y con cuidado tomó una rosa, una de color azul oscuro, eran raras, pero Lidia le había dicho que un dia había dejado un montón de rosas blancas afuera en el balcón de noche, y al día siguiente, estas eran así.
Rió, admiro la rosa y le recordaron vagamente a los ojos de su mejor amiga/jefa.
María no tenía ojos azules normales, no, ella tenía los ojos azules tan profundos que se podían confundir fácilmente con café muy oscuro o negro simplemente, pero una vez que estas de cerca, son de un color azul oscuro que cuando mira el cielo nocturno, parece que las estrellas se vuelve parte de esas galaxias que eran sus ojos.
Suspiró y dejó la flor para luego entrar y empezar a rebuscar entre una caja de manualidades, encontró pintura morada, blanca y un pincel fino y regresó donde estaba la flor, la tomó con cuidado y empezó a pintarlo.
Le tomo un tiempo pero la flor había quedado hermosa, era una flor con diseños de el cielo nocturno, además de la constelación de Aries.
Cerró las pinturas y tomó el pincel con cuidado, al igual que la rosa, y dejó las cosas que usó en la caja de manualidades y fue hacia el jarrón vacío de su mesita de noches y puso la rosa allí, se quedo admirando su obra de arte para luego oír la puerta abrirse.
—Seamus ya llegó —oyó a su mejor amiga hablar.— nuestro desayuno estará listo en quince.
Volteó para verla, y asintió, María cerró la puerta u ella suspiró, oyó sus pasos alejarse, hasta que al final desaparecieron, salió de la habitación y abrió la puerta de enfrente, allí estaba el baño y se lavó la poca pintura que tenía en las manos para luego bajar a ayudar a preparar la mesa.
De los mayores, sólo quedaban ellas, Seamus, Lidia, Angelina y los gemelos Isaac y Zack, y luego estaban los menores, June, Rose y Ronald, ellos iban a la escuela hasta donde ellos quería ya que sus cuidadora, la señorita Jane Darling, era una señora de ya mayor edad y los mayores —a pesar de sólo tener 13 a 15 años— la ayuda con los labores de el lugar.
Lidia era la mayor, con quince años, luego estaba Angelina, luego los gemelos y por último María, Seamus y ella.
Ayudó a Lidia con la mesa y Seamus ayudó a María con los platos, los gemelos estaban con Angelina acomodando las sillas.
Todos se sentaron y empezaron a comer, María miraba su plato con expresión nula, Seamus comía pero se quedaba mirando a la chica de extraños ojos azules como idiota enamorado, los gemelos trataban de no reír ante la cara de Seamus, Angelina y Lidia platicaban y ella sólo se limitaba a observar también a María.
—Hey, Beliver —volteó a ver a Zack.— andas muy callada, ¿qué ocurre?
Miró los ojos cafés de su amigo, y suspiró.
—Nada, Zack, sólo... —miró a María que parecía enojada con Seamus por su constante coqueteo.—... Quiero que María vuelva a ser la misma.
Isaac volteó también y los tres miraron como la chica se levantaba refunfuñando y Seamus iba detrás de ella, oyeron su gruñido de exasperación y las risas de Seamus.
—... Créeme Beli —dijo Isaac.—... Todos queremos a la antigua María devuelta.
Todos en el orfanato tenía como un especie de apodo que los identifican, así como "El Niño que Vivió y Sobrevivió Dos Veces" que es Harry Potter.
Angelina era La Chica de las Risas, ya que era la más risueña de todos.
Lidia era La Chica de las Flores, por su pasión por la jardinería.
Isaac y Zack eran Los Chicos de las Bromas, ya que les gusta hacer travesuras, también los apodan Fred y George.
A Seamus lo apodan El Chico Enamoradizo... Ya que el se enamora cada cinco segundos.
June —uno de los tres menores— lo apodan El Niño los Volcanes por su rara obsesión con estos.
Lily —otra de las menores— la apodan La Niña de la Buena Suerte ya que, para sorpresa de todos, tenía un suerte extraordinaria.
Sabrina —la última menor.— la apodan La Niña de los Acertijos ya que es muy buena en ellos.
Thalia la apodan La Niña que Creé.
Y a María, La Niña que Dejó de Creer.