Capítulo primero - El inicio

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México, Distrito Federal. Corría el año de 1997 cuando todo comenzó...

Jenny era una hermosa jovencita, con ojos grandes y negros como la noche, cabello lacio azabache, piel morena y tersa, unos labios gruesos y deliciosos, que invitaban a morderlos despacio, muy despacio, sus pechos eran pequeños pero duros, ideales para morderlos y disfrutarlos por horas, unas caderas perfectas que se movían al compás de su sensual caminar, unas nalgas duras; ni grandes ni pequeñas... ¡¡perfectas!! , piernas largas y torneadas, que cuando usaba falda hacia que cualquier cristiano si no se cuidaba sufriera seguro un accidente por voltear a verla, y una sonrisa bendecida por todos los dioses del Olimpo, tenía un carácter tan jovial que era demasiado fácil enamorarse de ella... enamorarse para toda la vida.

Vivía en una vieja unidad habitacional, al norte de la ciudad y estaba rodeada de muchos amigos y amigas, con los cuales solía salir a divertirse cada fin de semana, acababa de cumplir sus 15 primaveras.

Rob era el clásico chavo flaco, desubicado, con aires de fresa, pero con apariencia de vándalo, estudiaba la preparatoria, y donde había fiesta, ahí estaba él ;estaba por cumplir 22 años, y no se preocupaba mucho por lo que le deparaba el destino... no se imaginaba ni por un segundo, que su vida acabaría demasiado pronto.

Ellos dos tenían muchas cosas en común, el gusto por el baile, las fiestas, la comida, la música, mojarse bajo la lluvia, además de que el hermano de Jenny era amigo de Rob, por lo que no era difícil que ambos coincidieran, y así, el destino lo quiso... después de mucho admirarla y amarla en secreto, se animó a pedirle que fuese su chica. Hasta el momento no se sabe porque ella acepto, pero lo hizo... y el por fin conoció el Nirvana.

Desafortunadamente algo tan puro se debe de alimentar de una manera diferente a lo común, se debe de alimentar ese amor con admiración, con magia, con alegrías y con intimidad (no necesariamente sexual), cosa que no supo hacer el joven Rob, y así después de un tiempo muy corto, demasiado corto para él, su amor se hundió sin remedio como el mismísimo Titanic.

Desconsolado Rob veía como se alejaba su primer y único amor, y él se desmoronó por dentro. Una noche estaba sentado en la azotea de su edificio y suplicaba a todos los dioses acabar con ese dolor que lo consumía, intentó saltar varias veces al vacío, pero algo... una fuerza invisible quizás, lo evitó.

-"Chingada madre!!!... vamos que me pasa, ni siquiera puedo acabar con mi vida correctamente?" se preguntó Rob, desesperado por no poder consumar el atentado a sí mismo.

<<Así no vas a morir, tienes otras cosas que hacer>> percibió una especie de susurro en el viento.

-"Pero que caraj...!!!"

<<Debes de confiar, confía en mi...>> volvió a escuchar ese susurro de ultratumba.

Negándose a aceptar lo que había oído, Rob lo intentó una vez más, esta vez logró su cometido, bueno... a medias. Al ir cayendo, se empezó a sentir liberado, tranquilo, dicen que cuando sientes la muerte cerca, empiezas a ver tu vida en un segundo, bueno... ese no fue el caso de Rob. Sintió como una ráfaga de aire lo golpeaba fuertemente, por lo que quedó inconsciente.

Al despertar, lo primero que vio fue, que se encontraba en un lugar distinto, como un bosque de pinos, era de noche. No sabía si estaba en el infierno o en el purgatorio, lo que si estaba seguro, era que no estaba en el cielo, ni tampoco era la ciudad de México, parecía un bosque europeo.

Intentó levantarse y se sintió extremadamente débil, le dolía el cuello, específicamente por donde está la yugular, como si miles de agujas hubieran intentado penetrar su piel. Después de intentarlo un par de veces más, desistió de ponerse en pie, se recargo en un árbol y empezó a tratar de aclarar su mirada aun borrosa, fue cuando visualizó a una mujer hermosa parada frente a él, vestida como si hubiera salido de una cena de gala: con un vestido largo, negro y ceñido al cuerpo, su piel era blanca como la nieve y sus ojos eran verde esmeralda.

Confesiones de un viejo amor (Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora