➪ knj: 축구

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ocho: 축구

― Imagina.

Mantener una postura, justo allí, a plena luz del día, mordiéndose el labio con intensidad mientras su novio mantenía un minucioso y permanente (por no decir, tedioso) agarre sobre su muslo como signo de cariño le estaba costando caro

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Mantener una postura, justo allí, a plena luz del día, mordiéndose el labio con intensidad mientras su novio mantenía un minucioso y permanente (por no decir, tedioso) agarre sobre su muslo como signo de cariño le estaba costando caro. Mucho más, cuando desde las gradas podía ver la forma inerte con que la miraba Kim Namjoon. De intelecto ecuménico y porte envidiable, se movía duramente sobre la cancha de soccer intentando concentrarse en el juego. Concentrarse era para su definición, desviar la mirada de forma territorial sobre toda su fisionomía, estremeciéndola. Aún así, lograba domar el juego aunque el equipo contrario tenía la delantera por dos puntos a su favor.

Su intensa mirada lograba temblar toda su corpórea esencia, en un juego de lánguidas y fraccionadas visiones que lograban encenderla previamente para el tercer tiempo dentro de los vestidores masculinos. O eso pensaba, hasta que su novio, recuperado del esguince del tobillo demostraba como capitán apoyo al equipo; equipo que durante el transcurso de su lesión lideraba Namjoon.

Corría con dureza, mientras movía su atlético cuerpo bajo la pegada camisa de soccer y lograba abrirse por sobre los demás en el lateral del polideportivo, empujando la pelota de fútbol y enfocándose en el área que circulaba la zona de tiro. Se concentraba, alineándose perfectamente frente a la portería y justo ahí, mordiéndose el labio por pura adrenalina lograba humedecerle las braguitas, incluso a aquella potencial distancia.

⎯ ¡Eso es, Nam! ⎯ gritó, en un impulso efusivo y veloz, lleno de una mezcla que vibraba contra el césped cuando él viró a la perfección dentro del sector obteniendo dominio de la pelota y eludiendo a un defensor. ⎯ ¡Sí! ⎯sonrió.

Quiso gritar, bajo un torbellino de felicidad, acompañada con la visión de su rostro sonriendo de orgullo, celebrando el venidero gol que el capitán del equipo había lanzado, pero fue la mano de su novio lo que evitó que siguiera dando saltos y la llevó a volver a sentarse sobre las gradas.

⎯ ¿Nam? ⎯ cuestionó contra su oído Min Ho, mirándola con un signo de interrogativa y cierta tensión muscular en sus facciones. ⎯ ¿Por qué lo llamas de ése modo al chico que me decías que detestabas?

Si detestar era lo que ella sentía húmedo contra sus braguitas o lo que la hacía sentir la pesadez inocua de su busto, la sensación perturbadora de sentirse siempre al borde de; siempre enajenada y aislada de los inhibidores de emociones del sistema vigente, pues realmente lo detestaba. Cuánto lo detestaba... sí, cuánto se enviciaba detestándolo sobre el edredón, sobre la isla que decoraba su cocina, sobre el sofá, allí entre los recovecos perniciosos de la institución y la dulce y silenciosa biblioteca. Aquél lugar entre novelas contemporáneas y ciencia ficción en la que se devoraban.

⎯ Yo.. ⎯ella tartamudeó y luego, le lanzó una mirada para que soltara el agarre de su mano. ⎯me hice amiga de él. No es para que te pongas así, ¿Está bien? Me lastimas. ⎯ finalmente, la soltó. La sensación quemando de su palma oprimiendo sobre su carne la hizo sentir pequeña.

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