•『ᴄᴏʀᴀʟ', - ❇

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•|Las suaves caricias se hacían aún abundantes sobre aquel cuerpo, en la cúspide de su espalda, mientras 'forzaba' más el contacto de sus cuerpos. Dejó sin queja alguna que las lágrimas se dispersaran en su hombro, escuchando en silencio los sollozos de su pareja chocar en su oído.

Se abrazaban mutuamente, en un intento de consolación por parte de la menor. Precensiar la tristeza de su pareja le dolía demasiado, y el ambiente lluvioso en el que se hayaban no ayudaba, la casa estaba en total silencio, dejando como único eco la desconsolada voz masculina quebrantada en pequeños sollozos.

Fred estaba llorando.
Y lo odiaba, aún más mostrarse así de débil delante de la persona que amaba. Sin embargo sus impulsos pudieron más que él, y buscó el consuelo en los brazos de la pequeña.

- Fred... - llamó la inaudible voz de Chica, quien aún se guardaba las ganas de derramar lágrimas al ver de esa forma al azabache. No recibió su respuesta. - mírame, por favor.

Aunque le costara y mucho menos quisiera, obedeció con pesar. Los ojos del mayor, estaban húmedos y transmitían una gran depresión.

- Lamento mucho todo esto... - secuestra su rostro entre sus manos, retiró sus lágrimas con sus pulgares. - Sé que no debió haber terminado así, pero... no quiero que te sientas culpable por eso.

Dejando ya el drama, la madre de Fred, Joh'ol Anderson, habría tenido un accidente el día anterior a causa de una severa enfermedad y se hayaba en hospital. Y hasta el momento, Fred no supo controlar sus emociones, pues se hayaba extremadamente sensible. Más aún con la inesperada visita de su pareja a escasas horas nocturnas.

Aunque en cierto modo debía de sentirse mejor con el apoyo emocional de Chica, su estado empeoraba conforme pasaban los minutos.
¿Quizá era por el hecho de que, estaba comportándose tan ridículo frente a su novia? Se sentía un completo idiota.

- Estás frío. - Chica acaricia su mejilla. - ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Quieres que te traiga una manta? ¡Ya sé! ¡Te prepararé un té!

- N-no te preocupes. No hace falta. - murmura tímidamente. Desvía un poco la mirada y hace un intento por frenar su leve lloriqueo.

La actitud del mayor sorprendería a cualquiera, a excepción de Chica, puesto que no era la primera vez que lo veía así. Y eso contando la vez en la que éste se golpeó el dedo pequeño del pie con una piedra el día que fueron a la playa.

Pero esto... iba más allá de su experiencia.

Ver desmoronarse al ojrubí, a tal grado que su rostro ya no podía mostrar alguna emoción, le dolía demasiado. Más aún sabiendo que no podía hacer nada al respecto, mas que intentar consolarlo y fingir otra sonrisa de confianza.

Pero ya no podía.

Con sus delgados brazos, rodeó el cuerpo del mayor y acarició la oscura cabellera, enredando sus dedos en ésta con el fin de relajar al contrario. Fred suspiró y escondió su cabeza en el hueco de su cuello, estremeciéndola levemente con su respiración.

- ¿Por qué eres tan buena conmigo? ¿Aún cuando sigo comportándome como un idiota? - susurró.

Ella dejó escapar una pequeña risa, acariciando los cabellos masculinos.

─ Porque así te amo, Fred. Siendo un completo idiota. ─ levantó su cabeza para que la viese nuevamente. ─ Sé que ella estará bien, si le das las buenas vibras desde aquí. Es lo mejor que puedes hacer por ahora. Pero deja de lloriquear, que pareces un bebé. ─ acarició sus hombros.

Ahora fue Fred el que rió.

Con esa risa, esa maldita risa ronca encantadora. Que a pesar de estar rota y quebrantada no dejaba de ser perfecta.

Dado a que se encontraba con una remera sin mangas de color negro como pijama, parte de su piel estaba expuesta y Chica podía disfrutar de la imagen. Una piel pálida de textura suave y atrayente, que en esos instantes se hayaba bastante fría y húmeda por la lluvia. Pero era lo de menos.

Se dedicó a ver nuevamente su rostro. Los finos y delicados labios del azabache, apetitosos y brillantes, de un cálido tono levemente rosado similar al coral. Le recordó a la vez en la que él la había besado por primera vez en la escuela, recordó su sabor y textura, y cómo le había hecho sentir en ese momento no muy oportuno. El color y la sensación de ellos era hipnotizante y no muy sencillo de olvidar.

Lo tomó de imprevisto y lentamente se acercó al rostro ajeno, plantando sus labios con los suyos. Fred no se sorprendió, tampoco retrocedió, de hecho la rubia le había ganado en algo que él pensaba hacer mucho antes. Se apoyó sobre el sofá posicionándose sobre ella, manteniendo firme el tacto de sus bocas que parecía no tener fin.

Chica enredó sus brazos alrededor de su cuello, recostada sobre el sofá, degustando otra vez aquellos labios de forma cariñosa y a la vez deseosa, pero sin perder el ritmo suave y apasionado.

A pesar de la situaciones críticas, ambos estarían siempre el uno para el otro.

"¿Siempre?"

[🍀]

Esta vaina estaba ya bien muerta wn.

✴↪·| ᴄᴏʟᴏᴜʀs'› -ᶠʳᵉᵈᶤᶜᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora