Primera vuelta

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Ella regó las plantas de la señora Richard, acarició suavemente la mimosa y sonrió tristemente. Había vuelto a perderle. Sabía dónde encontrarlo, pero no era ella quien debía buscar. Salió de la casa de la señora Richard con un pequeño tupper con caldo de pollo y verduras. Entró en su apartamento y cerró rápidamente la puerta para evitar que Philip y Wendy salieran al rellano.

"Hola, pequeños," murmuró con voz suave; nunca hablaba alto y mucho menos gritaba. "Ya he llegado", dijo mientras los acariciaba.

Ambos gatos maullaron al unísono mientras se frotaban contra sus piernas.

Él estaba en su ático, mirando el mundo desde su torre de marfil. Se pasó la mano por el pelo y se giró. Steise y Juliette dormían plácidamente desnudas, pero solo pensaba en ella. Le había costado tanto sacarla de su escondite y la había decepcionado de esa manera. Miró el horizonte enfadado, donde la luna empezaba a salir, y murmuró una maldición.

Ella estaba apoyada en el balcón, mirando la preciosa luna mientras recordaba cómo lo conoció. Era una tranquila tarde de otoño, y ella apenas tenía ocho años. Volvía del colegio cuando escuchó el triste llanto de un niño y se paró. Él estaba allí, solo y sucio, y ella no pudo evitar abrazarlo para que dejara de llorar. Él tenía casi diez años.

Lo llevó a casa, lo lavó, le dio de comer y lo dejó dormir. Lo observó dormir, y siempre que tenía una pesadilla, le murmuraba palabras tranquilas para calmarlo.

Él recordó su pequeño rostro redondo, rodeado por esa abundante mata rizada. Recordó la felicidad que sintió cuando ella lo abrazó. Se sintió tan seguro con ella. Fue la primera noche en la que durmió sin miedo.

Ella iba caminando hacia la pequeña cafetería donde trabajaba y observó el cielo. Estaba oscuro y espeso. Comenzó a caminar más rápido para evitar que la tormenta estallara antes, pero se encontró con otra tormenta totalmente diferente.

Él acababa de salir de la casa de Juliette y la vio. Como tantas veces antes, el tiempo se detuvo y ella pasó sonriendo, como si fuera una desconocida.

Él se giró y la vio irse. Su cuerpo reaccionó antes que su mente y le tomó suavemente el brazo para detenerla.

"Emma", susurró.

"Alaric", respondió, mirándolo a los ojos.

El tiempo pasó cadencioso mientras se miraban, tan despacio que pareció haberse detenido. Él bajó la mano hasta tener la suya suavemente atrapada y habló.

"¿Por qué te fuiste?"

"Estabas ocupado," respondió dulcemente, "y es una larga historia contarte por qué."

Ambos se miraron, no hablaban del despacho, ni siquiera hablaban de ese año, sino de algo sucedido mucho tiempo atrás.

"Tengo tiempo", dijo ávido por saber.

"Pero yo no", respondió, soltando su mano. "Llego tarde."

Y una vez más la perdió, y ni siquiera le importó que comenzara a llover y se empapara. Solo notó cómo su corazón se rompía un poco más.

Fuego Cruzado [COMPLETO][REEDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora